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Domingo, 31 de enero de 2010

> CONTRA LOS CRíTICOS

Justicia para J. D. Salinger

 Por Janet Malcolm

Cuando “Hapworth 26, 1924” –una larga y extraña historia en forma de carta enviada por Seymour Glass cuando tenía apenas siete años– apareció en el New Yorker en junio de 1965, fue recibido con un embarazoso silencio. Parecía confirmar el creciente consenso crítico acerca de que Salinger se estaba yendo al demonio. A fines de los ‘50, cuando Franny, Zooey, Levantad, carpinteros, estaban saliendo en la revista, Salinger ya no era el autor universalmente amado de El guardián entre el centeno: era el insufrible creador de la familia Glass.

Cuando Franny y Zooey aparecieron en forma de libro en 1961, se liberó una ola de resentimiento que llevaba un tiempo juntando presión. Maxwell Geismar ya había despachado a Zooey como “una historia tan mala como interminable” y George Steiner la había llamado “una pieza amorfa de autoindulgencia”. En el ‘61, Alfred Kazin publicó un ensayo sarcástico llamado “Salinger: el favorito de todos”, en el que explicaba por qué Salinger terminaría relegado a los márgenes de la literatura por sus “horriblemente precoces Glass”. Mary McCarthy también escribió con mordacidad sobre ellos: “Otra vez el tema es los buenos contra los caretas, y el bien sigue estando en la familia, como si fuera una corporación cerrada”. Joan Didion despachó el libro diciendo que “lo vuelve espurio la tendencia de Salinger a halagar todo lo que es esencialmente trivial en sus lectores”. Incluso despertó el sadismo del amable Updike: “Salinger ama a los Glass demasiado exclusivamente. Los ama en detrimento de la moderación artística. Zooey es demasiado largo”.

Hoy, Zooey no parece demasiado largo, y probablemente sea su obra maestra. Leyéndolo junto a Franny no es menos gratificante que El gran Gatsby. Igual que las críticas a Manet por su cruda indecencia o a Tolstoi por la inepta falta de forma de Guerra y paz, la crítica contemporánea adversa de una obra de arte puede ser útil a los críticos posteriores. Los “errores” y “excesos” que los críticos tempranos marcan, en general son, precisamente, las innovaciones que le han dado a la obra su poder. En el caso de Salinger, es la extraordinaria ira contra los Glass lo que nos las señalan.

Este es el comienzo de un extraordinario ensayo de Janet Malcolm publicado en 2001, inédito en castellano y que se puede leer completo en Internet bajo el título Justice for JD Salinger.

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