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Miércoles, 4 de abril de 2007

SANTA FE › INUNDADOS PIDIERON LA RENUNCIA DEL INTENDENTE DE SANTA FE

Bajó el agua, pero la bronca sigue en ascenso

 Por Juan Carlos Tizziani

"Tengan piedad de mi", había suplicado el lunes a la noche el intendente de Santa Fe, Martín Balbarrey, cuando lo descubrieron junto a medio gabinete en la sede del PJ, donde monitoreó el cierre de listas para la interna del 1º de julio y su pretensiones a la reelección. Por entonces, un tercio de la ciudad estaba bajo agua. Ayer, unas 400 manifestantes le pidieron la renuncia en las puertas de la Municipalidad. "¡Andáte, Balbarrey, andáte!", le cantaron a coro. Por fin, los santafesinos volvieron a ver el sol después de dos semanas de lluvias y días nublados. El agua empezó a bajar lentamente en los barrios del cordón oeste, así que comenzó también el regreso de los inundados a su mar de tristeza. Hasta ayer, quedaban casi 20.000 personas evacuadas en 134 centros de la ciudad. Sin embargo, la vuelta a casa no aplacó la bronca: entre el lunes y martes, la Policía contó 28 piquetes en los cuatro puntos cardinales, 20 de ellos simultáneos y algunos, en vías claves como el acceso al puente Carretero a Santo Tomé -que se levantó a media tarde- y la ruta 168 a Paraná, siempre con la misma demanda de asistencia y amparo.

Más tarde, ardió la zona norte, donde 150 personas intentaron saquear el supermercado mayorista Yaguar, en Blas Parera y Lavaise, y fueron disuadidas por efectivos de la Guardia de Infantería Reforzada. Sin embargo, otro grupo logró ingresar a otro comercio del ramo, donde robaron computadoras, cajas registradoras y provocaron destrozos.

La bajante del agua en los barrios disminuyó el número de evacuados a menos de 20.000 en 134 centros de atención. En las últimas horas, habían regresado a sus hogares más de 900 personas. Pero a pesar de la mejoría, la bronca crece, sobre todo en el barrio Chalet, que sigue inundado. "No puede ser tanta desidia", se quejó Ana Chamorro, una vecina de Jujuy al 3.900. Ella tiene tres hijas y no puede salir a trabajar. "Tengo la casa con 50 centímetros de agua adentro, no recibimos ayuda de nadie y la estamos sobrellevando como podemos. Esta es la segunda vez que nos inundamos y no puede ser. ¿Por qué no arreglaron las bombas? ¿Por qué no tuvieron todo previsto?", se preguntó.

"Anoche ellos estaban cerrando las listas de candidatos y nosotros bajo agua y sin luz. ¿A usted le parece justo? Ya nos pasó una vez, dos veces no podía pasar. Esto es inoperancia del gobierno, de nadie más que del gobierno y del intendente. ¿Dónde estaba el gobernador Obeid? Porque andaba por Venezuela y llegó cuando todos ya teníamos el agua adentro de la casa. Es increíble".

"No podemos vivir así; cada vez que el tiempo esté feo, vamos a estar pensando que nos podemos inundar. Ninguna ciudad se puede inundar como inundamos nosotros con agua de lluvia, si las cosas hubieran funcionado como debían. Pero ellos están en otra cosa, en la campaña, en hacer política, y como los inundados somos pobres, que nos ahoguemos", completó. La crítica apuntó a Balbarrey, que el lunes participó en el cierre de listas de candidatos para la interna del PJ, como aspirante a la reelección. Lo vieron en el segundo piso del PJ, donde funciona la junta electoral partidaria junto a parte de su gabinete. Un periodista intentó entrevistarlo, pero no pudo. "Tengan piedad de mí", le suplicó.

Ayer, Balbarrey ya se asumió como el destinatario de la bronca. "Esto es así y lo acepto porque uno tiene que ser receptor de la descarga de la insatisfacción. Estoy intranquilo si no puedo ayudar a la gente que más lo necesita. Ahí está la tarea: salir de la crisis y no empezar con el pase de facturas políticas y todas esas miserias", dijo por LT9.

El pase de facturas comenzó a media tarde, cuando 400 personas se plantaron frente a la sede municipal para reclamarle la cabeza. "Solidaridad y justicia para los inundados", pedía el cartel que encabezó la marcha.

La marcha fue una catarsis de insultos y gritos. El Comité de Solidaridad intentó sintetizó el malestar en un documento. "La catástrofe de 2003 nos dejó como saldo traumático, la impunidad de los inundadores, el descreimiento social, la convicción de una justicia cómplice, el daño económico y los proyectos vitales truncados. Esta nueva inundación de 2007 agudiza y potencia estos efectos irreparables en la salud física y moral de la población".

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