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Viernes, 19 de octubre de 2007

CULTURA / ESPECTáCULOS › SEMITAS, EL DISCO DE MOGUILEVSKY Y JUAN FALU

Dúo de música en libertad

Una noche en un cumpleaños se conocieron los dos músicos. De allí surgió este proyecto que une folklore y ritmos urbanos.

 Por Edgardo Pérez Castillo

Luego de que una reunión social que derivó en guitarreada los descubrió tocando música argentina, Juan Falú y Marcelo Moguilevsky decidieron profundizar en un proyecto de dúo con el objetivo de trasladar al terreno de la improvisación a diversos ritmos del folklore y la música urbana argentina. Sosteniendo esos objetivos, el proyecto se solidificó hasta convertirse en una propuesta renovadora. Esta noche a las 20, y como parte de una gira organizada por la revista cultural Ñ, Falú (guitarra) y Moguilevsky (saxos, flautas, armónica, clarinetes y voz) llegarán al Teatro Mateo Booz (San Lorenzo 2243) para presentar allí --con entrada libre y gratuita-- su último disco, Semitas, en una función que cobrará un carácter único a partir de la libertad que distingue al dúo.

Así lo reconoció Moguilevsky en su diálogo con Rosario/12. "Eso muy particular que pasó en esa noche de cumpleaños después lo llevamos a nuestra vida cotidiana musical, e hicimos un dúo bastante fresco y parecido a lo que para cada uno es hacer música argentina, en principio la guitarreada, el encuentro con todo el corazón y la espontaneidad del caso --expresó--. Fue hermosísimo recorrer el repertorio que Juan venía trayendo como bagaje personal, y junto con el que yo traía por mi lado vimos cuáles eran las coincidencias, sumamos algunas composiciones de Juan también, y a partir de ahí se armó el proyecto. Es la impronta de la música hecha en el momento, con lo que uno siente y que trae desde antes. Esa es un poco la honestidad de nuestro encuentro".

Y la frescura a la que hace alusión el multiinstrumentista no fue únicamente un disparador, sino que aun se sostiene como uno de los pilares del dúo. "En los conciertos suele pasar que hay algunos temas que no están en el repertorio y que se hacen en ese concierto por primera vez. O porque alguna persona del público pidió una zamba, o una chacarera. O porque antes, Juan en el camarín me preguntó si conocía tal canción. La primer versión sale en vivo, y por ahí después la dejamos incorporada como repertorio. Entonces siempre va creciendo. Lo de la improvisación además es una manera de trabajo que Juan, como guitarrista popular, tiene desde siempre, y algo que yo tengo como vientista en cualquier música que abordé", explicó Moguilevsky.

"Lo interesante es que en este proyecto, para mí especialmente, siento que Juan es un folclorista nato, no es algo que elige sino que lo vive, por cuna y por tradición --agregó--. Y nosotros hicimos el trabajo sobre las formas musicales como para que si vos sabés bailar una zamba la puedas bailar sobre la improvisación que hacemos. Hubo un respeto formal que para mí fue un aprendizaje muy interesante, no hay una licencia creativa para abrir las formas, excepto muy raras excepciones cuando nos entusiasmamos con un interludio o con una introducción, pero en general el respetar la forma hace que tenga una forma muy auténtica en relación a la tradición, y a la vez muy nueva y de cierto desafío en relación a la proyección para adelante".

Todo ello logra además un valor agregado gracias al amplio abanico sonoro propuesto por el multiinstrumentista, que evita atarse a fórmulas ya probadas: "Para mí la idea que una armónica saca de mi alma es otra diferente, otra voz, otra melodía y otro toque diferente al que me puede sacar un clarinete bajo, una flauta o el mismo cantar. Es como si uno pudiese cruzar diagonalmente una misma melodía con muchísimas líneas de distintos colores. Lo he probado, y a veces por ejemplo la versión de `La añera` que tocaba en saxo soprano hoy la toco en la armónica y para mí sale otra música. Es decir, otras tantas melodías que en los saxofones no se me hubieran ocurrido, y se me ocurren desde la armónica. No digo que se trate de prueba y error, pero sí algo que tiene que ver con el espíritu y la inspiración del momento. Aparte para nosotros es un riesgo enorme, en el mejor sentido, y con un piso muy vasto, porque nos conocemos mucho y si yo de golpe le voy a ofrecer a Juan la sonoridad del clarinete bajo él al toque entiende que yo tengo un registro que puede cambiar los sonidos de un tema y empieza un desarrollo hacia ese lugar. Ese músculo expresivo es interesantísimo porque los dos sentimos la picardía de que está pasando algo nuevo. Nuevo para nosotros y también para la gente".

De hecho, por estos días son cada vez más los grupos que empiezan a abordar al folclore pensando en horizontes renovados, con casos como el de Carlos Aguirre, o el dúo Juan Quintero--Luna Monti, entre otros. "Para mí estamos en esa brecha que acabas de mencionar --admitió--. Además son muy amigos y muy cercanos estéticamente. Podría hablar de una época rica porque escuchando el proyecto del Negro Aguirre, de Aca Seca, de Juan y Luna, o ahora el de Juan y Edgardo Cardozo... O bien distintas cosas que están pasando en ese rubro de canción argentina, de músicas argentinas, me parece que hay una onda nueva que está buenísima, que es honesta, que sigue respetando la esencia de nuestra música y que ahí adentro tiene toda la universalidad de la música del mundo. Podríamos pensarlo a la vanguardia de la canción, perfectamente. Yo estoy muy enamorado de esa nueva vertiente de músicos nuestros, me parece que es un fenómeno interesante que asemejo a lo que pasaba acá en los 80, en otra época que viví y donde había mucha gente que estaba mirando de nuevo nuestra música y cómo hacerla".

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Marcelo Moguilevsky
 
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