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Martes, 25 de enero de 2011

CULTURA / ESPECTáCULOS › RICARDO SíVORI (1907 1984): MUTUALISTA, PROMOTOR CULTURAL Y PINTOR

En la síntesis plástico realista

En la década del '30 integró la Mutualidad Popular de Estudiantes y Artistas Plásticos de Rosario (1934 1937), junto a nombres como Berni, Grela y Gambartes. A lo largo de su trayectoria optará por la adopción de un vocabulario realista.

 Por Sabina Florio* y Jimena Rodríguez **

Ricardo Sívori nace en Carreras, provincia de Santa Fe y transcurridos algunos años se traslada, junto a su familia, a la localidad de Villa Constitución, donde contribuirá al enriquecimiento de la vida cultural de la ciudad. Tras ejercer como maestro normal, sus primeras lecciones artísticas fueron de la mano de Luis Ouvrard y posteriormente de su primo hermano, Antonio Berni. Tempranamente participó de las manifestaciones desarrolladas durante el año 1933 que llevaron a un grupo de jóvenes artistas locales e intelectuales de diversas áreas a conformar públicamente la Mutualidad Popular de Estudiantes y Artistas Plásticos de Rosario (1934 1937).

En el marco de la crítica coyuntura de los años `30, signada internacionalmente por intensos debates sobre el rol del arte y del artista ante el avance de los totalitarismos, este grupo consideró imprescindible la creación de una experiencia colectiva, pluriartística e interdisciplinaria que tuviera como horizonte de acción provocar un cambio radical tanto en el campo artístico como social. Algunos de sus miembros se conocían con anterioridad a su aparición pública debido a la militancia compartida en las filas del Partido Comunista. Según Juan Grela "algunos pertenecíamos al Partido y para nosotros la Mutualidad era una célula más [...] Cada miembro trabajaba en la zona correspondiente: Centro (Berni), Zona Norte (Secretario Grela, correctores Anselmo Piccoli y Leónidas Gambartes). Luego inauguramos una filial en San Nicolás que atendía Di Bitteti".

En relación al funcionamiento de tipo celular de la Mutualidad, además de las filiales que recuerda Grela, Piccoli menciona la gestada en Villa Constitución, donde se fundó una escuela taller en adhesión al movimiento iniciado en Rosario que estuvo a cargo de Ricardo Sívori. En el marco de este espacio se dictaron conferencias, cursos de dibujo, perspectiva y composición, historia del arte, y se anunció la preparación de "elementos para ensayos de trabajos colectivos y monumentales, entre éstos, una sección fototécnica, para el estudio de proyecciones". Asimismo, Sívori participó activamente del Ateneo villense, un espacio que se propuso como "un rincón de estudio y de arte, que dé impulso y sirva de orientación a la juventud", ocupando alternativamente los roles de Secretario de relaciones y Secretario de pintura.

En su calidad de Director del "Plan general de la Sección Plástica" elabora una propuesta que comprende las disciplinas de dibujo, modelado, pintura, grabado y diversas técnicas articuladas con nociones de botánica, anatomía artística, historia del arte y de la sociedad, geometría y "documento fotográfico". En las conferencias "Historia del Arte" y "Arte Nuevo" el pintor disertó sobre diversos ismos con un énfasis en el itinerario de Picasso, destacando también la importancia de los clásicos y del renacimiento. También refirió al "nuevo realismo", cuyo manifiesto fue lanzado por Berni en la revista Forma en 1936. A lo largo de su trayectoria Sívori optará por la adopción de un vocabulario realista, elección compartida con un conjunto muy importante de artistas argentinos y latinoamericanos que adoptaron lo que en un sentido más amplio podemos caracterizar como "realismos contemporáneos".

A fines de los años `40 Sívori reflexionaba acerca de las corrientes puristas que se tornaron dominantes en el arte de posguerra. Por entonces las instituciones culturales y académicas del mundo occidental apoyaron la canonización del momento de las primeras vanguardias, construyeron una historia estricta de nombres, obras y poéticas reconocidas bajo el título de lo moderno y sostuvieron esquemas explicativos teleológicos sobre su evolución. Modelo que no podemos pensar por fuera de la retórica de la guerra fría, retórica que "exigía que el valor estético y la política fueran independientes".

El artista optó por desplegar un cuerpo de ideas estéticas ligadas al mantenimiento del vocabulario realista como alternativa al ensimismamiento pictórico. En sus declaraciones considera a las corrientes puristas "exhaustas en la rebusca parcial, en la autosuficiencia", agregando que "la utópica autonomía de forma y contenido, encerró a las tendencias modernas en un círculo vicioso, en un callejón sin salida". Para el pintor "el nuevo estilo" debía operar una apropiación selectiva de los ismos de la historia del arte para su superación en una "síntesis realista". Siguiendo sus planteos, el cubismo había aportado "el sentido de la responsabilidad formal", el expresionismo "nos enseña que una imperiosa necesidad de expresión supera la forma y la destruye cuando ésta no responde a las nuevas necesidades" y el surrealismo "nos da conciencia de que además del lenguaje temático y el valor estético de las formas existe un lenguaje subconsciente, que agudiza el clima psicológico". Según el autor el "nuevo realismo" debe "retomar el sentido de los antiguos clásicos "unidad de forma y contenido", pero respondiendo al sentido de nuestra época, que no se identifica con ciertas monstruosidades que lo denigran, ni con la resurrección del viejo naturalismo, estrecho, limitado a la mera sensación.

En 1946 abre las puertas de su taller de enseñanza en la ciudad de Rosario. Paralelamente dictó conferencias y cursos en diversas instituciones: "Forma y contenido en las artes plásticas" en Amigos del Arte, "Historia del Arte" y "Estudio de la Composición" en la Biblioteca Popular de Carcarañá, en la Escuela Superior de Bellas Artes de Santa Fe y en San Nicolás. Hacia mediados de la década del `50 toma posesión de la cátedra de Historia del Arte en la Facultad de Filosofía y Letras (todavía perteneciente a la Universidad del Litoral) de la ciudad de Rosario, como también de las de Dibujo, Pintura, Composición y Figura en el Instituto Superior de Bellas Artes.

Transcurridos algunos meses de la exposición de los alumnos de su taller en Galería Renom, en junio de 1952 fundan el Grupo Síntesis, cuyas manifestaciones incluyeron una revista y el lanzamiento de un manifiesto donde propugna que "La síntesis plástico realista, no se circunscribe al plano puramente mental técnico sensible. Resulta de las exigencias de lo exterior y lo interior; de una realidad concreta y condicionante, y de los valores personales específicos, técnico subjetivos, que aporta el artista al medio".

Asimismo, señalan que es en la síntesis plástico realista donde se conjugarían "los términos de la contradicción naturalismo abstraccionismo", ya que no implicarían "en lo esencial posiciones absolutas y permanentes" sino que "son términos extremos que aparecen contrapuestos en etapas sucesivas, transitorias, como manifestaciones parciales, disociadas necesaria y temporalmente".

La década del `40 está signada por la querella entre la abstracción pictórica y las diversas vertientes del realismo, operando como referencias en pugna el legado del muralismo mexicano, el universalismo constructivo de Torres García y las huellas del surrealismo. Los ex miembros de la Mutualidad rosarina adoptarán diferentes alternativas estéticas en este nuevo contexto, mientras Grela y Gambartes estudiarán con pasión la propuesta torresgarciana, Piccoli continuará cultivando una figuración de corte realista hasta mediados de los `60, donde tras un proceso de geometrización virará hacia la abstracción geométrica de raíz constructiva; en tanto que Sívori mantendrá un vocabulario neorrealista. Hacia fines de la década, para aquellos pintores que percibían como viables las opciones realistas y adherían al Partido Comunista, la figura de Pablo Picasso, afiliado al partido en 1944 y considerado en Occidente como "símbolo del arte moderno", operó como un ícono. Su paradigmático Guernica se erigió en "un ejemplo insuperable de la tan buscada y correcta fusión entre el arte y la política". La obra monumental del malagueño ocupó el centro de la escena en la II Bienal de San Pablo de 1953 llevando al arte brasileño, según Francisco Alambert, a una suerte de "fiebre muralista".

* Sabina Florio es doctora en Humanidades y Artes y profesora adjunta de Problemática del Arte Latinoamericano del Siglo XX.

** Jimena Rodríguez es licenciada en Bellas Artes, becaria doctoral de Conicet y ayudante de Problemática del Arte Latinoamericano del Siglo XX.

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Cabeza, lápiz, 1938. Emblemático trabajo de Sívori.
 
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