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Miércoles, 23 de noviembre de 2011

CULTURA / ESPECTáCULOS › LITERATURA. SE PRESENTA ACá NO. ACá NO ME MANDA NADIE

Recuperando la realidad

Sostenido por su investigación sobre empresas recuperadas, el libro de Juan Pablo Hudson es fragmentario, polifónico, confesional, autobiográfico, en primera persona, casi un diario íntimo, casi beatnik, en fin: literario.

 Por Beatriz Vignoli

Esta tarde a las 19, en El Levante (Ricchieri 120), y con entrada libre y gratuita, se presenta el libro Acá no. Acá no me manda nadie. Empresas recuperadas por obreros 2000﷓2010, de Juan Pablo Hudson. El libro, de 223 páginas, incluye unas notas finales por el Colectivo Situaciones y fue publicado este año en Buenos Aires por la editorial colectiva y autogestionada Tinta Limón. Con la consigna de "sentarnos a conversar, en estricto presente, a diez años del 2001" participarán en la presentación algunos trabajadores y dirigentes de empresas recuperadas por sus obreros en el Gran Rosario. Algunas de estas empresas son La Victoria, Pastas Merlat, Mil Hojas, el Rich, Lo Mejor del Centro y Herramientas Unión. Sus obreros son los protagonistas de este libro.

"Si algo liga definitivamente la escritura con el amor es que en ambas situaciones de lo que se trata es de aprender a perder", reflexiona el autor en la página 40, señalando (acaso sin querer) la sombra de lo perdido que se proyecta sobre todo lo recuperado. Nacido en 1978 en Rosario, Juan Pablo Hudson es doctor en Ciencias Sociales por la UBA y desde 2004 hasta 2009 llevó a cabo la investigación y la escritura de este libro con una beca doctoral del Conicet, donde actualmente tiene una beca posdoctoral. Acá no, Acá no me manda nadie es su primer libro. Además de haber publicado artículos en revistas y libros, Hudson formó parte de la Universidad Experimental, experiencia que funcionó en Rosario entre 2006 y 2010. Hoy integra un taller de pensamiento en la escuela nocturna 2061, en el barrio Ludueña.

Ni crónica ni tesis, el libro es casi una antinovela, por cómo trabaja a contrapelo tanto de los clisés académicos como de la "novela" oficial hoy instituida del mismo movimiento que en 2001 fue visto por el mundo entero como ejemplo de horizontalidad y autogestión. Diez años después, cuando "lo difícil ya pasó", los "socios" que integran las empresas recuperadas son respetados por un Estado del que a veces reciben pequeños subsidios. Con la velocidad de la necesidad de sobrevivir han aprendido y comprenden las reglas de juego de un mercado en el que no sólo se mantienen a flote, sino que en algunos casos pueden crecer. Ahora necesitan más mano de obra y esto les plantea dilemas: ¿tomar a jóvenes novatos como contratados o incluirlos como socios? Los "pibes" son un punto de conflicto.

El texto es fragmentario, polifónico, autobiográfico, confesional, en primera persona, casi un diario íntimo, casi beatnik, en fin: literario, y fue editado como si fuera un ameno documental que alterna entre las notas del autor y los testimonios e historias de vida de los entrevistados. El montaje se lee como las esquirlas caídas del roce entre dos órdenes de discurso que a lo largo de tres años se habían ido congelando mutuamente: las respuestas de las autogestiones burocratizadas a las preguntas igualmente mecánicas del trabajo académico. Entre esas dos ruedas del aceitado engranaje de la industria del paper, Hudson mete una cuña, artística en un sentido amplio: le pone el cuerpo al guardapolvo y la cofia, se aguanta las cargadas, y luego saca a uno de los obreros de la panadería al bar, le convida una cerveza y no sólo se terminan haciendo amigos sino que hasta lo convence de sentarse a escribir una página del libro a este hombre que no ponía en papel una palabra desde la escuela primaria.

Lo que aparece gracias a estos métodos heterodoxos no es tampoco la verdad, pero sí un estallido de los falsos relatos consensuados y en su lugar un vacío inquietante y luego una serie de huellas, rastros de cómo funcionan en lo real las sociabilidades de una clase que no es la del autor, es decir: unos modos de estar unos con otros que él no conocía ni sospechaba. Las fotos de Martín Kaissa que ilustran el libro, con su foco en el dato mínimo contra el fondo desenfocado del plano general, funcionan como un correlato visual perfecto de esta ética del detalle. Más cerca de Dickens o de Arlt que de la sociología o la crónica, Hudson hace de este recorrido de seis años (durante los cuales intentó mapear un terreno tan movedizo y cambiante como son las empresas recuperadas), el relato realista de su propia transformación.

Así, a la "novela institucional" que le ofrecían sus entrevistados la desarmó oponiéndole, en presente, su propia novela de aprendizaje en el mundo del trabajo. En este trato cuerpo a cuerpo con su tema (donde se ensucia, se enharina, se ríe, se ríen de él) Hudson logra abrirlo a los problemas actuales: algo muy necesario para que las empresas recuperadas no se queden en la pérdida que las hizo nacer.

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Hudson es doctor en Ciencias Sociales por la UBA
 
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