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Martes, 5 de junio de 2012

CULTURA / ESPECTáCULOS › PLASTICA. EL CENTRO CULTURAL PARQUE DE ESPAñA ALOJA LA MUESTRA DEL PARANá RA'ANGA

Crónicas de los pasajeros

Lo que puede verse en las tres galerías del parque son las crónicas de cada uno de los pasajeros del original crucero interdisciplinario que, en marzo de 2010, siguió la huella del viaje de Ulrico Schmidl en el siglo XVI.

 Por Beatriz Vignoli

En el principio fue España. Más precisamente, San Sebastián. Allí, Angeles Albert, entonces jefa de la Unidad de la Red de Centros Culturales en el Exterior de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (Aecid), le propuso a Martín Prieto (director del CCPE/Aecid) pensar un proyecto que uniera las ciudades de Rosario y Asunción. Prieto convocó a Graciela Silvestri, y el equipo organizador reunió una troupe de artistas plásticos, músicos, escritores, astrónomos, biólogos, historiadores y cocineros para un viaje de un mes (marzo de 2010), río arriba en barco por el Paraná.

Paraná Ra'anga quiere decir "figura del Paraná", en guaraní. Es el nombre dado al proyecto de expedición fluvial internacional aprobado en 2008, realizado en 2010 y mostrado a partir del viernes pasado en el Centro Cultural Parque de España (Sarmiento y el río susodicho), responsable de su concepción y producción junto con los Centros Culturales de España en Buenos Aires, Córdoba y Madrid. Lo que puede verse en las tres galerías del parque son las crónicas de cada uno de los pasajeros del original crucero interdisciplinario que siguió la huella del viaje de Ulrico Schmidl en el siglo XVI, desde el puerto de Buenos Aires hasta Asunción del Paraguay.

Las paradas en los puertos del trayecto se corresponden ahora con las del itinerario de esta novedosa bitácora audiovisual, más que una muestra de arte. Con curaduría de María Teresa Constantin, la heteróclita muestra es un todo integrado con el espacio de túneles de ladrillo junto al río. Desde la rosa de los vientos en la entrada hasta el mapa estelar en el techo abovedado; desde los paneles donde el rojo y el verde evocan el paisaje hasta las fotos y dibujos donde insiste la línea de horizonte con empecinada voluntad de infinito, todo invita a la participación.

La exposición ya se vio en Reconquista y en Asunción. Hay otros resultados que no se ven: la red de contactos establecida entre los pasajeros continúa hasta hoy como una logia virtual. Los resultados públicamente visibles, además de un documental coproducido por el Canal Encuentro y Señal Santa Fe y dirigido por Julia Solomonoff, son esta muestra y un libro, Paraná Ra'anga. Un viaje filosófico (2011) editado por el CCPE. El libro, que reúne textos, fotos, reproducciones de dibujos y mapas, incluye un DVD con videos y un CD de audio.

Detalles de la embarcación, sonidos de motores y de agua, y hasta un diario de bitácora polifónico donde cada navegante se hace cargo de un día y de una cámara fotográfica colectiva, todo intenta dar cuenta de la experiencia en su más pura inmediatez. Este viaje de descubrimiento en el siglo XXI se vuelve hacia adentro y hacia lo que se da por sentado: el viaje mismo. Todo lo que en un crucero "normal" resulta invisible (los tiempos muertos, el paisaje, la comunidad que se constituye entre los pasajeros y que incluye sólo ocasionalmente a los tripulantes) aquí es central y se vuelve productivo estéticamente.

"Se fue hasta el borde del río/ a ver si el agua le hablaba/ pero ella nomás corría/ como un silencio de agua", canta Jorge Fandermole poniéndole palabra y música a lo inexpresable, en un recital a bordo con sus canciones compuestas durante la expedición. Luego se oye al poeta Daniel García Helder recitar a Juan L. Ortiz. Otro Daniel García, el pintor, captó los camalotales y las islas como si fuesen signos flotantes. Además de pintarlo en fluidas acuarelas, Fernando Coco Bedoya tomó literalmente la idea del río como figura para diseñar un gigante mítico fragmentado a lo largo del territorio real.

Un montaje sobre fondo rojo arcilla unifica en un todo casi pictórico las fotos de detalles de colores y texturas por el escultor Andrés Louiseau Lazarte, mientras que las fotos panorámicas en blanco y negro de Facundo de Zuviría expresan la abstracción del horizonte. Los dibujos preciosistas de Mónica Millán borran los límites entre naturaleza y cultura, entre lo humano y lo vegetal. Francisco López compuso una obra musical en base a los sonidos del viaje y Oscar Edelstein interpretó en la expedición su obra Camalote. El historietista Pere Joan escribió, dibujó y editó una novela gráfica, El aprendizaje de la lentitud (Ediciones Glenat, España, 2011). En la película de Mariano Llinás, los expedicionarios toman la palabra.

Arquitecto y dibujante, Félix Eleázar Rodríguez logró una mágica atmósfera en sus carbonillas de grises humosos, donde los puentes y grúas dialogan con la vegetación y el agua. Impactan las obras de la fotógrafa rosarina Laura Glusman, cuyos hipnóticos videos invitan a la contemplación, mientras que en sus panorámicas la costa y los islotes se vuelven seres antediluvianos de un tiempo anterior a la humanidad.

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Fotografía tomada por Laura Glusman, desde el barco rumbo a Asunción.
 
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