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Lunes, 22 de abril de 2013

CULTURA / ESPECTáCULOS › A PROPóSITO DE TíTULOS DE LA CARTELERA COMERCIAL, LA RECOMENDACIóN DE UN CLáSICO

Glorias del pasado desafían al futuro

La actriz y directora Julie Delpie mira los años idos con nostalgia en Verano del 79, y actores inmensos se encuentran en ¿Y si vivimos todos juntos?. En tanto, la sala Madre Cabrini repone La muchacha de la valija, película de 1961.

 Por Emilio A. Bellon

Desde la cartelera comercial, esta semana se mira hacia años idos, como lo hace la actriz y directora Julie Delpy, con aires nostálgicos, en su reciente film, Verano del 79, en el que la actriz Emmanuelle Riva, sublime, una vez más, es esa abuela a quien todo su grupo familiar le está por festejar su cumpleaños. Y ello visto, narrado, por Albertine, una niña que está en su edad escolar; tal vez la mirada autobiográfica de la misma realizadora, quien contaba a fines de esa década con diez años.

Y es, igualmente, la sala Madre Cabrini, siempre tan atenta a su programación de reposiciones, la que invita a volver a admirar esta noche, a las 20.30 hs, uno de aquellos films que en el primer año de la década del 60, fue no sólo motivo de admiración para la crítica, sino de disfrute y de elogio para gran parte de los públicos. Se trata de La muchacha de la valija, de 1961, anticipado ya su tema por el saxofonista y trompetista Fausto Papetti. El film del director boloñés Valerio Zurlini, ubicaba en el primer plano estelar a Claudia Cardinale, que recientemente había logrado un lugar en el cine peninsular, tras haber sido elegida en un concurso de belleza en el 57, en Túnez, ciudad que la vio nacer un quince de abril de 1938.

Hoy a sus setenta y cinco años la actriz no expuesta a feroces tratamientos estéticos, sigue en plena actuación. Y en uno de sus últimos films films, El artista y la modelo, de Fernando Trueba, en el que comparte cartel junto a Jean Rochefort, Aida Folch y Chus Lampreave, interpreta otro de sus roles dramáticos en esta historia ambientada en el sur de la Francia ocupada.

En 1961, La muchacha de la valija, tiene un guión de cinco nombres, entre ellos, el del mismo realizador, Valerio Zurlini, quien ahora, en esta oportunidad lo redacta junto a Giuseppe Patroni Griffi, Enrico Medioli, Piero di Bernardi y Leo Benvenuti.

La Cardinale, quien el film compone a Aida, y se revela desde un momento epifánico ante la mirada de un joven llamado Lorenzo, rol que interpreta el mismo Jacques Perrin (actor a quien Valerio Zurlini dirigirá junto a Marcello Mastroianni, un año después, en Dos hermanos, dos destinos), interpreta a partir de una situación dramática inicial, lindante con el engaño y el abandono, lo que el director ha conceptualizado como "el inicio de un aprendizaje sentimental".

Ambientada entre Parma y Riccione, La muchacha de la valija asume, por momentos, notas operísticas no sólo en la composición verdiana que guarda relación con el nombre de esta protagonista, aspirante a bailarina, confundida en el amor, definida por la misma actriz como una suerte de "Traviata del Adriático". Recordemos, por otra parte, que ya la actriz había logrado un muy destacado perfil dramático en uno de los films en los que había participado el año anterior, Il Bell Antonio, de Mauro Bolognini, junto a Marcello Mastroianni, a partir de la novela de Vitaliano Brancati, co﷓guionada por el siempre recordado Pier Paolo Pasolini, asesinado brutalmente en noviembre del '75.

Cine de autor de primera línea, por su fuerza poética, captado en el lirismo de un blanco y negro que lleva la firma del iluminador Tino Santoni, La ragazza con la valigia se ubica al costado, desde una mirada no exenta de ternura, del exitismo del boom económico de la sociedad de aquellos años como, ciertamente, lo logró desde la comedia, desde el grotesco, Dino Risi con Il Sorpasso y Los monstruos.

Acompañan a la Cardinale, hoy autora de varios libros de memorias, integrante de grupos de apoyo a lucha por los Derechos Humanos, entre ellos, el colectivo Gay; además de Jacques Perrin, el siempre coherente en su militancia Gian Maria Volonté, Romolo Valli (uno de los actores de los films de Luchino Visconti) y Corrado Pani.

Y en relación con los actores que ya son considerados veteranos y que vieron crecer auna generación, allí está Jane Fonda con sus próximos a cumplir setenta y cinco años. Y es ella, en un principio irreconocible en el film ¿Y si vivimos todos juntos?, no así Geraldine Chaplin, quien siempre recuerda las facciones de su padre. Las dos forman parte de un cartel actoral que reúne a amigos veteranos dispuestos, tal vez, a enfrentar una nueva aventura.

Desde la dirección de un joven realizador llamado Stephane Robelin, no muy conocido en el país, llega este muy querible film que de calificarlo, lo ubicaría entre un siete y un ocho, que hace llegar los ecos de los momentos finales de Mis tardes con Marguerite y que permite que hoy actores tan prestigiosos puedan seguir ofreciendo su gran talento, su gran fuerza actoral. A pesar de las edades, de haber perdido su vigor físico, su glamour; en los que permanece sí, esa capacidad de brindar lo mejor de ellos.

Pertenecientes a una burguesía acomodada, la mayor parte de ellos, los personajes de esta muy querible historia se encontrarán frente a los grandes temas universales como la vejez, la enfermedad, la soledad. No por ello dejan de hablar de la alegría, ni mucho menos, de descubrir, aún en los raptos de ausencia, deslices del pasado.

Así, entre notas de comedia, de autoironía y de algunas nuevas oportunidades con la llegada de un joven con la mirada puesta en una tesis doctoral de etnología ¿ Y si vivimos todos juntos? va acercando con sonriente familiaridad a ciertos temas que a veces no se plantean, por ese temor al dolor. Y en cada retrato de personaje, entre el vigor perdido y el aún por sostener, el film transcurre por andaniveles en donde la complicidad y los aspectos solidarios se dan la mano.

Junto a Jane Fonda, Geraldine Chaplin. Y en la misma mesa, Pierre Richard, Claude Rich, Guy Bedos... ¡Todos admirables!

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Claudia Cardinale estelarizó La muchacha de la valija, historia con tintes operísticos.
 
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