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Domingo, 1 de septiembre de 2013

CULTURA / ESPECTáCULOS › UN CLáSICO DE LA CULTURA DE LA CIUDAD CELEBRA ESTE MES UNA EDICIóN MUY ESPECIAL

Veinte años del Festival de Video

El Festival Latinoamericano de Video, del 6 al 15 de este mes, llega a su vigésima edición. Eje de un proyecto político y cultural, con obstáculos y satisfacciones. Es un evento anual que ha disparado una videoteca pública de consulta permanente.

 Por Leandro Arteaga

"Nadie hubiese creído que entre el 1 y el 100, tal como pensábamos hace veinte años atrás, el Festival estaría hoy en el número 100" comenta Horacio Ríos, Secretario de Cultura de la Municipalidad, desde una escala que sintetiza lo mucho que significa el Festival Latinoamericano de Video y Artes Audiovisuales. Y entre los varios motivos que la nota explayará, sobresalen dos. Uno, elemental, también numérico: con la inauguración del viernes próximo, el Festival cumple 20 ediciones. Otro, personal: Ríos es quien impulsó el Festival, de manera infatigable, hasta convertirlo en lo que hoy es: el núcleo de un proyecto, sobre el que se ha consolidado una manera -pública, política- de pensar la tarea audiovisual en la ciudad.

"Para el primero de los Festivales, en 1993, fuimos a la entonces Subsecretaría de Cultura de la Municipalidad. Yo venía de Acapulco, de un encuentro de Comunicación, y en todos los lugares se notaba la preocupación por generar espacios independientes, de realizadores, de productores, había una especie de movimiento latinoamericano de video. Al Subsecretario, Pichi De Benedictis, lo convencimos al proponerle, como consecuencia del Festival, la concreción de una videoteca pública. Yo era muy joven, apenas empezaba a ser docente, venía de ser realizador de dos películas (La balada de la primera novia, Volviendo a Washington), tenía un mínimo de reconocimiento. Quien nos termina de dar el espaldarazo es Pichi, al ofrecernos el Parque de España, más el convencimiento de la gente que estaba con nosotros desde Buenos Aires, principalmente Emilio Cartoy Díaz. Es él quien nos dice que el lugar tenía que ser Rosario, porque en Buenos Aires la propuesta se iba a terminar diluyendo" señala Ríos a Rosario/12.

"Siempre tuvimos la discusión -continúa Ríos- de que el video no fuese tratado como el hermano menor ni pobre del cine, y nos obsesionamos en que no fuera un encuentro solamente para realizadores audiovisuales. Aparece entonces la idea del Foro de Comunicación, en donde abordamos al video como herramienta de comunicación. En ese año fue clave la tarea de la profesora Olga Corna, ella me propone comunicarnos con Aníbal Ford, Alejandro Piscitelli -yo era amigo del hijo de Oscar Landi- quienes venían escribiendo sobre el tema. Empezaron a sumarse películas de Uruguay, Colombia, Brasil, con una calidad, una propuesta, que no tenía nada que envidiarle a los supuestos hermanos mayores del cine y la televisión. Los estudiantes de comunicación, política, antropología, iban al foro y se quedaban a ver las películas, y el Parque España estuvo todo el tiempo lleno. Fue un día que no vamos a olvidar, también porque nos desbordó. ¡Me acuerdo de un compañero de la Escuela de Cine, que pasaba por ahí y lo puse en la puerta! Salió muy bien, pero en el 95 tuvimos un quiebre".

"Si bien fue el más exitoso de los Festivales, nos pasó una desgracia importante. Teníamos otorgado un financiamiento del Instituto Nacional de Cine, que en ese momento presidía Julio Mahárbiz. El Festival terminó y el subsidio nunca llegó. Entonces empezamos a perseguirlo y lo encontramos en un hotel en Cosquín. Yo había tomado la iniciativa de grabarle mensajes en el contestador y se los enumeraba, después me desconectaron, y cuando lo encontramos en Cosquín parece que se ofendió, nos hizo llamar por un funcionario y nos dijo que la plata no iba a estar nunca. Pensamos que el Festival se terminaba, empezamos a hacer rifas, exhibiciones, el ambiente audiovisual rosarino fue muy generoso. TEA Imagen aparece en escena y también hace fiestas, charlas en Buenos Aires, y toda la plata que entraba iba a esos premios que debíamos y que terminamos de pagar en diciembre del '96, o sea que nos perdimos un año."

"En ese momento cambia la Secretaría, nos sentamos con Marcelo Romeu y le propusimos que la Videoteca se preocupara también por capacitar a los docentes para utilizar el video en el aula. En el '97 el Festival volvió, en la sala Mateo Booz, y empezó una rueda que no paró nunca. En el 2000 tomamos la decisión de hacer crecer el proyecto y propusimos convertir el espacio en un Centro Audiovisual. Trasladamos la videoteca al Centro de Expresiones Contemporáneas y fue espectacular, el CEC fue un nexo con la juventud, ahí aparece otra de las patas que es la videoteca ambulante. ¡Lo inolvidable que era el flete con el televisor de 28 pulgadas, el vhs, y uno o dos de nosotros yendo a pasar películas!"

"De ahí nacerán Una mirada mayor -junto al proyecto de Pablo Urbaitel- y Bongo Rock, que comienza a crecer entre los docentes y las escuelas. Luego aparecen las muestras en los distritos, nos mudamos al Parque Urquiza, y abrimos el espacio de la Escuela para Animadores. Luego nos empezó a ir bien con la televisión, Ojo de pez comienza a ser ternado, se hace una segunda temporada, inicia Cables cruzados, luego Hasta que se aviven! que gana un Fund TV, Cabeza de Ratón empieza a ser un proyecto, hasta llegar a la historia más conocida, actual, con Territorios y 45 dB, el programa de rock con las bandas".

El periplo, que continúa, que asciende a veinte ediciones con presencias y películas relevantes -el catálogo puede consultarse en http://flvr.centroaudiovisual.gov.ar/- sitúa al Festival Latinoamericano de Video, al decir de Ríos, como "un evento anual que ha disparado una videoteca pública, gratuita, de consulta permanente, con más de ocho mil títulos, una videoteca ambulante que lleva los materiales a las escuelas, una generación de productos audiovisuales que comienzan a tener cabida en la televisión abierta y por cable, en señales de provincia y otros países, una programación que no sólo incluye a adultos mayores sino también a los más chicos con Ojo al piojo... ¿Qué le falta al Festival? Le falta, quizás, un nivel superior de tecnología en el proceso de digitalización para salvar materiales antiguos, una sala propia, una capacidad de guarda más grande, otro programa de televisión, pero todo lo que se hizo se sostuvo, y ya son pilares sobre los que se ha construido esa historia".

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Horacio Ríos, secretario de Cultura municipal y director del Festival Latinoamericano.
Imagen: Alberto Gentilcore
 
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