Domingo, 27 de abril de 2014 | Hoy
CULTURA / ESPECTáCULOS › JUAN HESSEL ACABA DE ESTRENAR "SALóN, EL FRACASO DE UNA IDEA"
La obra se ubica en un impreciso momento del siglo XIX, después de una guerra civil. La tertulia se desarrolla en un salón y a medida que avanza los personajes toman conciencia de que son una especie de fantasmas rebotando por las paredes.
Por Julio Cejas
Ahondando una búsqueda que se inició con ese notable Melodrama patrio que fue "Almas Fatales" (2001) y se prolongó en sólidas propuestas dramáticas ("Naturaleza muerta", "Territorio falso", "Mal de ojo" y "Guerra fría"); el director Juan Hessel acaba de estrenar "Salón, el fracaso de una idea". La obra que podrá verse los sábados a las 22 y los domingos a las 21 en la sala del Centro de Estudios Teatrales (San Juan 842), toma como disparador un supuesto acontecimiento producido a mediados del Siglo XIX en el Río de la Plata, en el marco de una sangrienta guerra civil.
El Salón al que alude el nombre de la nueva propuesta escrita y dirigida por Hessel, es un espacio regenteado por Doña Agostina Nuñez que intenta reflotar esta famosa tertulia a la que acudía lo más granado de la inteligencia del lugar.
"El objetivo de 'Salón, el fracaso de una idea' no es retomar un hecho concreto de la historia en particular, el contexto histórico es muy ambiguo, sucede a mediados del siglo XIX, en algún lugar del Río de la Plata. Se sabe que hubo una guerra civil, una caída de un caudillo y existen dos amenazas bien concretas: Están cercados por un malón que está a punto de ingresar y por una extraña enfermedad traída de Africa", explicó a Rosario/12 el director.
Una vez más Juan Hessel vuelve a confiar en los registros actorales como motor principal de un texto que le pertenece y que irá encontrando una nueva espacialidad, resignificándose a partir de la actuación. "En esta nueva propuesta el disparador principal fue el hecho de trabajar con siete actores. Que estén todo el tiempo compartiendo el mismo espacio y tiempo, ninguno sale de escena, no hay ningún apagón. Esta convivencia en sí ya provoca una tensión teatral que me interesaba profundizar, una densidad genuina que intenté aprovechar", afirmó Hessel.
Esos siete actores que han transitado anteriormente el itinerario experimental de este notable director y docente teatral, son:
Silvia Ferrari, Francisco Fissolo, Maite Lanuza, Luis Cuello, María Romano, Federico Cuello y Jesica Biancotto. Todos apoyados por el inteligente diseño de luces de Juan Carlos Rizza, otra pieza fundamental en la poética hesseliana.
-¿Cómo definirías hoy los objetivos de tu búsqueda?
-En mis trabajos trato de desarrollar las ideas que tengo del teatro, en donde la actuación es el motor de la ficción, antes que aparezca una historia o sus personajes ,tiene que aparecer un cuerpo que tengas ganas de producir, en mis propuestas lo literario no define al actor, es la decisión de actuar, lo que funda -dijo el director.
A la hora de seleccionar su elenco, Hessel confía fundamentalmente en los actores que participaron de sus talleres de entrenamiento actoral, privilegiando el entendimiento entre los protagonistas del juego teatral.
"En el caso de 'Salón...', los actores participaron de mis talleres de entrenamiento actoral, esto aporta un conocimiento de trabajo. Cada vez que comienzo una nueva propuesta lo que más me interesa es que se produzca un entendimiento entre los actores, tenemos confianza: El no saber qué va pasar me estimula mucho", dice uno de los talleristas teatrales de mayor prestigio en la ciudad.
"El mundo tal cual lo conocemos está a punto de desaparecer", es la contundente frase que preanuncia uno de los momentos más dramáticos de la obra y que según el autor-director podría llegar a sintetizar el concepto de "Salón el fracaso de una idea".
"En el trascurso de la obra estos personajes toman conciencia de que son una especie de fantasmas rebotando por las paredes. Se trata de un espectáculo contundente, vital, intenso, que intenta provocar, conmover, apostando al actor en todo su potencial", dice Hessel.
El fracaso de una idea al que remite el nombre de la obra referiría según el dramaturgo y director, al hecho teatral concebido como "agujero negro" que devora las mejores intenciones, las mejores ideas.
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