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Viernes, 28 de julio de 2006

CULTURA / ESPECTáCULOS › ULTIMA FUNCION DE "UN SOL Y MUCHAS CABEZAS"

Sobre el proceso creativo

Quebrando con toda posibilidad de hermetismo creativo, Esteban Cárdenas imaginó a Un sol y muchas cabezas como un proyecto que le permitiera acercar la danza contemporánea a un público amplio. Atribuyéndole a su obra la posibilidad de cobrar carácter itinerante y de nutrirse del talento de bailarines y músicos, en Rosario incorporó al elenco a Paula Manaker, Rosa Torres, Bruno Festa, Sandra Corizzo y Mariano Braun, redondeando al equipo que esta noche, a las 22, despedirá a la propuesta de los escenarios locales, al menos por un tiempo.

Porque luego de su escala en el Complejo Cultural de la Cooperación (Urquiza 1539), el docente y bailarín continuará su constante peregrinar por Santiago del Estero, Tucumán, Catamarca y Misiones, siempre con el objetivo de "acortar la brecha, de ver cómo hacer llegar la danza contemporánea a la gente desde un lugar mucho más accesible", según admitió Cárdenas a este medio. Para ello apeló a un formato que se asemeja al de un recital de música, donde las danzas se suceden en breves actos acompañadas de las interpretaciones que, en este caso, realizan en vivo Braun y Corizzo.

"Por un lado se presentan danzas mucho más cortas, donde además se presenta y se explica de qué se trata esa danza, en qué estuvo basada y cómo fue trabajada --detalló Cárdenas--. Es una idea que pretende acercar la danza contemporánea a la gente, a partir de que se está explicando qué es lo que se va a hacer y desde dónde se hizo, es como didáctico. De alguna manera es como ver dentro de la cabeza de un bailarín, ver el proceso creativo, en qué se basa un bailarín para tomar elementos de lo cotidiano y ponerlo dentro del espectáculo, cosa que es poco común dentro de la danza contemporánea".

Alimentándose de los solos o duetos que cada bailarín presenta en escena --trabajando cuestiones "bastante peculiares o muy específicas"--, en su función en Rosario Un sol... se enriquece con la posibilidad de trabajar en simultáneo con los músicos. "Trabajar con alguien en vivo implica interactuar y componer en función de un solo objetivo, lo que incluso hace muchísimo más rico al proceso de trabajo, cómo imaginar lo que suena y lo que se ve para que sea un único mensaje", admitió el creador, quien además resaltó a la improvisación como eje del proyecto: "Salvo en una zamba que es compacta, y donde incluso hay una pequeña improvisación, en el resto de los temas Mariano tiene unos loops y bases sobre las que improvisa en función de lo que nosotros vamos generando. Sandra va a hacer uno o dos temas que son de ella, y ahí la intención es al revés, buscamos acompañar a la música, usando al cuerpo como un instrumento más".

"En cuanto a la danza la improvisación no es distinta de la música --completó--. En el jazz uno tiene que saber cuál es el motivo del tema, tiene que poder improvisar en 16 compases, con un feeling específico y con una fluidez que sólo te da el entrenamiento. En la danza pasa lo mismo, uno se pone límites y lo que tiene que hacer es usar todas las herramientas que fue desarrollando en el entrenamiento".

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Bailarines y músicos unidos en el escenario. "La idea es acercar la danza contemporánea a la gente".
 
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