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Domingo, 24 de septiembre de 2006

CULTURA / ESPECTáCULOS › JOXEAN FERNÁNDEZ, CULTURA DE LA UNESCO

Las industrias creativas

El responsable del Sector Cultura y Patrimonio Mundial de Unesco, estuvo
en Rosario por la primera Feria y Foro de Industrias Creativas del Mercosur (Create). Para Fernández, "durante mucho tiempo la cultura ha sido la pariente pobre de las políticas públicas. Hoy esto ha cambiado".

 Por Fernanda González Cortiñas

Por iniciativa de Unesco, desde el 14 de este mes y hasta hoy Rosario fue sede de Create, primera Feria y Foro de Industrias Creativas del Mercosur. Destinado a consolidar y proyectar el diseño de la región, el encuentro contó con una importante cantidad de expositores locales (ver recuadro) y la presencia de destacados representantes culturales de nivel internacional, entre ellos Joxean Fernández, responsable del Sector Cultura y Patrimonio Mundial de Unesco. En diálogo con Rosario/12, Fernández esbozó un diagnóstico acerca del estado de situación de la industrias culturales de este lado del globo y trazó un mapa posible hacia la integración de países con crisis endémicas, en un esquema fácilmente trasladable a una ciudad con un superávit en materia de producción cultural del que alcanza a comunicar apenas un porcentaje.

"Durante mucho tiempo la cultura ha sido la pariente pobre de las políticas públicas. Ha habido una retórica muy potente a favor de la cultura en muchos ámbitos del gobierno, que no se acaba traduciendo en compromisos presupuestarios. Y en buena medida esto tenía que ver con la dificultad de argumentar, de probar por qué era importante. Recientes estudios que se han hecho a nivel internacional demuestran cómo el peso de las industrias culturales en la economía está alrededor del ocho por ciento del PBI. Entendemos que en América Latina, en el Mercosur, en Argentina existe una enorme potencialidad para que el peso de estas industrias sea crecientemente importante, en cuanto le aporta valor añadido, de proyectar el imaginario colectivo de las sociedades latinoamericanas a este proceso de globalización que estamos viviendo.

-En este marco, ¿por qué eligen Rosario para este encuentro?

-A partir de la realización del Congreso de la Lengua, fue como si Rosario descubriera que era capaz de organizar eventos internacionales de altísimo nivel con una gran calidad situar en el mapa de América Latina. Algunos actores se plantearon seguir invirtiendo para que Rosario se convierta en un núcleo importante de las industrias creativas de la región. Ahí convergieron las iniciativa de la Oficina Regional de Unesco para el Mercosur, que tiene sede en Montevideo.

-¿Qué otras acciones se proyectan en este sentido?

-Uno de los temas que el Mercosur Cultural trabaja es el de sistemas de información cultural en la región. Lo que pretende es contar con estadísticas que permitan comparar el esfuerzo de inversión que hace cada uno de los países, aprovechar las experiencias de países que han ido avanzando más que otros en estos temas, esto es: tener un registro de los indicadores culturales de cada región. En este punto la experiencia de Chile con las cuentas satélites es muy importante, porque lo que hacen es convencer a las áreas "duras" del gobierno, es decir institutos de estadística vinculados a ministerios de Economía, y bancos centrales, que en las tomas regulares de información que ellos hacen, incluyan preguntas que permitan medir el peso de las industrias creativas.

-¿De qué hablan hoy estos indicadores culturales en el resto de América Latina? ¿cuáles son las fortalezas y debilidades del Mercosur en este sentido?

-Este es un tema relativamente reciente en el continente, y en ese sentido creo que habría que diferenciar el nivel local del nacional. En función del tamaño de la ciudad y de la fortaleza de sus industrias culturales hay lugares que han desarrollado observatorios culturales o políticas en este sentido, y otros que apenas tienen datos, no información sistematizada. Hay muchas ciudades con una gran producción cultural pero que apenas puede aportar la cantidad de público que visita sus museos, o el dinero que ingresa a un teatro en concepto de entradas. Pero esta es información no comparable, son datos que no permiten orientar decisiones o gestionar políticas adecuadas. Sin embargo creo que se está trabajando en este sentido, compartiendo experiencias para tratar de acumular conocimiento. Entre las dificultades más preocupantes marcaría la débil institucionalidad de la región en general, la dificultad de acopiar la poca información en función de los ciclos de gobierno, es decir esta manía compulsiva de cada gestión que quiere empezar todo de foja cero. Todo esto habla de la invisibilidad de la cultura en los espacios de gobierno. La falta de peso presupuestario no deja de mostrar la falta de relevancia política que tiene la cultura en los planes de gobierno. La falta de coordinación entre las distintas instancias de producción cultural, e incluso hacia afuera, hacia los consumidores de bienes culturales, la superposición de acciones provenientes del sector público y el privado, todo nos hablan de una necesidad muy clara de mapear toda esta información para analizarla y así comenzar a trazar un esquema de acción concreto en este sentido.

-En el traslado de metodologías de trabajo se suele obviar las crisis económicas y políticas que en América Latina trastocan demasiado frecuentemente las intenciones de cualquier tipo de plan a largo plazo, ¿cuáles son entonces los objetivos frente al desafío de integrar culturalmente países con estas características?

-Las acciones que proyectamos están dirigidas a asistir teniendo en cuenta las coyunturas sociopolíticas en cada caso. Por ejemplo, en mayo de este año tuvimos una reunión con responsables de Cultura de distintas áreas del Mercosur en Buenos Aires. Nuestra preocupación en este encuentro, sumado a lo que ocurrió en la Feria del Libro, fue la de ver cómo los intelectuales de la región, aquéllos que de alguna manera deberían contribuir a una discusión más profunda y menos atrapada por las contingencias del corto plazo, permanecían callados. Nuestro compromiso fue entonces, organizar un segundo encuentro de este Foro Sur, como decidimos llamarlo, con la presencia pro tempore de Brasil. Valoramos la posibilidad de organizar una actividad entre el 11 y el 15 de diciembre próximo en torno a la cumbre de presidentes, sobre el papel de la cultura y los intelectuales en el proceso de integración regional.

-¿Se podría decir entonces que ya están fundadas las bases para un futuro Mercosur Cultural en toda la extensión del concepto?

-Creo que ya se ha comenzado a transitar en este sentido. Los ministros del Cultura del Mercosur y asociados ya se han dotado de un dispositivo para trabajar en determinados temas, sistemas de información que permitan comparar estadísticas, el sello del Mercosur Cultural que permite que algunas iniciativas sucedan en dos o tres países tengan una misma imagen propia que denote que hay una instancia distinta de la nacional o la local, la aprobación del protocolo del Mercosur Cultural que permita la libre circulación de bienes y productos culturales, que tiene muchas dificultades hoy. Es increíble que hoy en la Argentina no se vea cine brasilero, o viceversa. Creo que la cultura en definitiva es la expresión de los valores de una sociedad y demuestran su forma particular de pertenecer al mundo. Y seguramente América Latina tiene mucho que aportar en este proceso de globalización creciente. Frente a la dicotomía globalización si o no, creo que es un dato de la realidad y la pregunta debería ser: ¿vamos a aprovechar las oportunidades que abre, si o no? Si la respuesta es positiva habrá que sumar esfuerzos, habrá que empezar a pensar en invertir en forma conjunta para obtener más masa crítica. En última instancia, cuando hablamos de cultura, estamos hablando de poder. Cuando el director de Cultura se siente con el responsable de Hacienda a discutir qué parte del presupuesto se va a dedicar al área, tiene que ser capaz de demostrar que esa inversión sirve.

-¿Es posible gestionar hoy en cultura sin el apoyo del sector privado?

-No, ni en el ámbito de la cultura, ni en ningún otro. Pero esto no significa relegar responsabilidades. El Estado tiene la responsabilidad de orientar y dialogar, eso sí, con la cabeza muy abierta, que es algo que no siempre ocurre. Creo que esta es una alianza a construir.

-¿Qué rol juegan en este proceso los medios de comunicación?

-Fundamental. Creo que los medios deben hacer una inversión en comprender mejor estos procesos para analizarlos en profundidad y no quedarse en la superficie. Creo que los medios deberían abandonar el abordaje superficial de algunas cuestiones vinculadas a la Cultura, dejarlas de ver como hechos aislados y empezar a hilvanarlas para hacer más comprensibles los procesos globales y así permitir que las comunidades se motiven a participar de ellos. Y esta es una responsabilidad tanto de periodista como del medio, que no son solo meros observadores sino actores, y unos muy importantes.

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