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Sábado, 8 de octubre de 2016

CULTURA / ESPECTáCULOS › MANDRAKE LIBROS INAUGURó EL ESPACIO CULTURAL RUBéN NARANJO

El ejemplo de no doblegarse

Bautizado en honor al militante cultural, el espacio se fundó en simultáneo con la conversión de la librería en cooperativa.

Con la inauguración del Espacio Cultural Rubén Naranjo en los altos del local de Rioja 1869, Mandrake Libros dio un paso más en su historia. Sus trabajadores decidieron constituirse como cooperativa y abrir hacia el público algo más que la oferta de libros usados y nuevos que caracteriza a la librería. "La posibilidad de trabajar de esta forma es que las relaciones sean distintas, todos desde el lugar de trabajadores", dice Osvaldo Scholer, uno de los integrantes del equipo de Mandrake.

Osvaldo no se acuerda el año en que Mandrake abrió sus puertas. La duda está entre 1997 o 1998. Por aquellos años era un pequeño local de venta de libros usados, abierto entre Osvaldo y otro librero, animándose al desafío de abrir un comercio en tiempos donde muchos otros se iban cerrando. "Nos agarramos todas las crisis", recuerda Scholer. "Para pagar al proveedor le devolvíamos libros. Después se los comprábamos de nuevo a los mismos pero más caros", comenta puntualmente sobre los primeros años de la década del 2000. "Era un desastre, era zafar, sobrevivir como se podía", resume.

El 2002 llegó con la mudanza al local en el que hoy continúan, ubicado en Rioja al 1800. Un poco fue por la propietaria del lugar, vecina de la vieja librería, que los incentivó a expandirse más allá de los temores comunes por aquellos años. El desafío se asumió. El paso del tiempo llevó a que Mandrake no fuera sólo una librería de usados, sino que comenzara a vender novedades y libros clásicos de las grandes editoriales. Hasta que fue creciendo y tomando forma en lo que es hoy: un enorme espacio donde poder ver libros de todo tipo.

"Hace un año y medio empezamos a discutir, los siete que somos trabajando, de transformar esto en una cooperativa", dice Scholer y antes que nada destaca: "No fue porque estuviéramos fundidos". Incluso, dice, el negocio sigue funcionando con normalidad, a contramano de muchos locales de otros rubros que en este contexto de ajuste e inflación se vieron afectados. En Buenos Aires los datos que manejan las librerías más grandes marcan una caída en la venta entre un 20 y un 27 por ciento en los últimos meses. "Nosotros no estamos viviendo eso", asegura Osvaldo y explica que hace un tiempo, quizás viendo cómo venía la mano, fortalecieron el espacio de libros en oferta y así las ventas pudieron mantenerse. Eso, mantenerse, porque lo realmente difícil por estos tiempos es sacar grandes diferencias: "Estamos vendiendo mucho más, pero la facturación es la misma".

La decisión de constituirse como cooperativa, entonces, no es esencialmente por una necesidad económica, aunque es una realidad concreta de los trabajadores. Quizás el fuerte de este proceso esté en lo humano, en poder lograr una herramienta de trabajo que esté ajena a las estructuras verticales y ofrezca otro tipo de relaciones. Pero es una decisión tomada con los pies en la tierra. Scholer avisa: "No creerse que porque es una cooperativa esto es socialismo". Asegura que en este proceso hubo discusiones teóricas, incluso cita a Carl Marx y su concepto del trabajo enajenado, pero con los pies orientados en tiempo y espacio.

"Estamos en este mundo, en esta empresa - y ahora cita al Indio Solari - y tenemos que vivir. Entonces vendemos lo que se vende", dice. Es claro, Mandrake no deja de ser un comercio donde la relación oferta demanda está sujeta a los mismos estándares con los que se mueve la sociedad actual. Constituirse como cooperativa es un desafío que ya mostró una buena cara en la relación con otras experiencias. Scholer menciona a la Cooperativa Mercado Solidario, que estuvo acompañando este proceso. Pero también marca una salvedad particular en este modo cooperativo de trabajar: "No existe una red de comercio justo de libros. Porque eso significaría, por ejemplo, que no podamos vender a Borges".

"Nosotros no vamos a cambiar el mundo desde acá", agrega, e insiste en la necesidad de fortalecer "una empresa eficiente". "Pero no una empresa de estructura vertical, sino que potencie la iniciativa de cada uno y que haya espacio para concretarlas", dice. Se trata de potenciar la creatividad de cada integrante del equipo de trabajo y poder lograr que del esfuerzo de cada uno exista algo más que una retribución económica. Es entonces cuando aquel concepto de trabajo enajenado toma sentido, y contra eso se apunta, para lograr del trabajo un producto que satisfaga. En este sentido es que el Espacio Cultural recientemente inaugurado luce el nombre de Rubén Naranjo.

Osvaldo Scholer habla desde lo personal, por haberlo conocido desde los primeros años de la década del 80, pero asegura que la decisión del nombre fue unánime. "El ejemplo de Rubén es su compromiso social como artista, su posición respecto del arte, de la enseñanza, de la educación popular, su defensa de los Derechos Humanos, comprometido en los momentos más difícil", dice y suma: "Es el ejemplo de no doblegarse".

El Espacio Cultural Rubén Naranjo luce amplio y luminoso en los altos de Mandrake. Por estos días una muestra fotográfica del colectivo Apacheta, de Rosario, en conjunto con los colectivos Manifiesto, de Córdoba, y Mafia, de Buenos Aires, decora y a la vez da cuenta de esa chispa encendida. Las actividades ya comenzaron, con talleres de literatura, ciclos de cine debate y una agenda que ya comienza a tomar forma. La primicia elegida para que quede resonando es la llegada a la ciudad del periodista Ricardo Ragendorfer, quien estará el próximo 21 de octubre presentando su último libro, Los Doblados.

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Osvaldo Scholer durante el acto inaugural del Espacio Cultural Rubén Naranjo.
 
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