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Lunes, 14 de enero de 2013

CARTELERA › ROSARIO/12 EN EL BARRIO LUDUEñA TRAS LA MUERTE DE MERCEDES DELGADO.

"La droga está desde los '90"

Los testimonios de madres y jóvenes del barrio coiciden en que no es un flagelo nuevo el del narcotráfico en el barrio. Recuerdan las primeras denuncias que llevó a la justicia el padre Montaldo. El crecimiento del "negocio" y el deterioro de los jóvenes.

 Por Lorena Panzerini

Entre calles angostas, con zanjas, y pasajes que sólo conocen quienes transitan a diario esas calzadas cercanas a las vías del ferrocarril, los vecinos de barrio Ludueña, donde la semana pasada Mercedes Delgado fue herida de muerte en un tiroteo entre bandas, aseguran que el flagelo de la droga no es nuevo. Ya en los 90 el padre Edgardo Montaldo advertía sobre la problemática. "En el año 96 acompañé al padre a los Tribunales provinciales para ver qué se podía hacer: denunciamos que la comisaría 12º no actuaba, y lo único que hizo un fiscal fue llamar a la seccional delante nuestro, para decirles que estábamos ahí presentando la queja", recordó una de las mujeres que colabora con el sacerdote. Pero no sólo las madres están preocupadas por la situación de los jóvenes. Rodrigo ﷓prefiere que lo llamen "Bichito"﷓ tiene 28 años y siempre vivió en Ludueña. "Desde el 95 está en el barrio el tema de la droga. A mí me ofrecieron caer en la comercialización. Te buscan por debilidades, te elijen, te captan", relató el muchacho que también es voluntario de Montaldo. Sin pelos en la lengua, aseguró que "el día que se acabe la droga, será el día que se acabe el mundo. El negocio está más allá de las personas, de los narco y los soldaditos. Si no están ellos vendrán otros", aseguró. En tanto, el psicopedagogo Guillermo Ríos habló de la necesidad de "inmediatez" que tienen los jóvenes, y aseguró que "se terminaron las metáforas: ahora 'te mato' es 'te mato'". Para el profesional, una alternativa válida la conforman los clubes, las instituciones barriales, las murgas y otras propuestas que "deberían trabajar en conjunto".

Es viernes en barrio Ludueña y aunque la marcha para pedir justicia por Mercedes está planeada para las 18, el sol fogoso de enero retrasa la partida. Las compañeras de la víctima pegan carteles con su foto a palos de escoba. Afuera, se va sumando gente y algunos señalan los quioscos ubicados a pocos metros del centro comunitario San Cayetano, donde se dieron cita los vecinos para marchar, y para denunciar complicidades policiales e institucionales. "Los narcos les pagan alrededor de 300 pesos por día a los soldaditos", cuentan. También hablan de "narcopolicías"; aseguran que los autos de alta gama "se ven siempre" en la zona; y se quejan porque desde Seguridad "dicen que si los búnker no están en tierras fiscales, no los pueden demoler". "Estamos cada vez más cerca de lo que se ve en la película Ciudad de Dios (film brasilero de 2002) con el narcotráfico", dicen.

"Bichito" relató parte de su historia en el barrio. "Tengo familiares y amigos de la infancia que han caído y no entiendo cómo. Y pienso: si tuvimos la misma formación, la misma educación, cómo pudo pasar. A mí me ayudó mucho a decir que no que existan espacios como el centro comunitario San Cayetano, las comunidades eclesiales de base, el centro de día donde participé tanto tiempo. Los primeros que llegamos a ese centro de día del padre Edgardo fuimos mi hermano y yo; y otros dos hermanos. Nosotros limpiábamos vidrios en Circunvalación y Córdoba, cuando dejé la escuela, en quinto grado. Hoy pienso eso y no sé cómo pude decidir yo solo dejar la escuela. No tuve a un adulto que me diga 'loco, terminá de estudiar'. Uno de esos chicos fue asesinado por cuestiones de droga; mi hermano agarró para el lado de la delincuencia y al otro chico el cuerpo no le aguanta".

Cuando hablan de los soldaditos, los vecinos bajan la voz. Ricardo asegura que lo que más valor tiene para los pibes que están en el "negocio" es "el respeto que se ganan. Se vuelven intocables".

"Las ofertas para comercializar vienen de gente que te conoce. Cuando era más chico me llegaron a traer bolsas de merca y armas. Me decían 'este negocio es para vos`. Y si no soy yo es otro, igual que los supuestos líderes, son usados", señaló Bichito, quien asegura que "siempre el dinero de la droga les llegó a los diferentes estados, desde los '90. Por algo sigue esto, cada vez más fuerte, en lugar de disminuir, y ¿eso como se entiende? ¿Contra quién van a luchar? ¿Contra ellos mismos?".

Al hablar de los más chiquitos, algunas madres señalaron que pibes jóvenes de los barrios ya tienen hijos y éstos empiezan a consumir "desde los nueve años". Bichito va más allá y cuenta que "hoy los pibes que asistían al espacio de oratorio en la institución salesiana, andan con armas de 9 milímetros para arriba. Me dicen 'profe, mirá con qué ando'; y yo les pregunto para qué la van a usar; `para bajar algún gil' me contestan ellos; y el gil es cualquiera, porque en este barrio la gente vive esquivando balas".

Para Bichito, las armas vienen "de la política y de la cana. Muchos pibes dicen que las consiguen por un cana amigo, después de algún allanamiento, que van a parar al mercado negro. El día que se acaben los búnker, se les termina el negocio a los milicos", aseguró.

Los vecinos coinciden en que "la comisaría está ausente, siempre lo estuvo; hasta liberan la zona para los soldaditos. Nuestro mayor miedo no es hacia esos pibes o a los dueños de búnker, sino a la policía. Más de una vez nos preguntamos quién será el próximo, y es terrible".

En consonancia con lo que se dijo la semana pasada, tras la muerte de Mercedes, desde Ludueña apuntan a que "falta una política seria, fuerte, que sean creíbles", reclaman los vecinos.

Lo que más indigna es "el no valor a la vida. Es loco que matar cueste menos que educarse. Hoy el diálogo se perdió: si discutis con alguien te mete un tiro. Se perdió todo tipo de código", aseguró Bichito; e instó: "Educándonos venceremos".

Para el psicopedagogo Ríos, "hay un quiebre del lazo social". Y aseguró que "la elección de los jóvenes tiene que ver con la inmediatez". Como mirada positiva apuntó a los clubes, las instituciones barriales, las murgas y otras propuestas existentes, aunque instó que "trabajen en conjunto".

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Los vecinos también hablan de los "narcopolicías" que han visto moverse en la zona.
Imagen: Sebastián Granata
 
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