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Miércoles, 4 de enero de 2012

CONTRATAPA › LITERATURA. BALANCE 2011.

La felicidad estuvo en los bares

Con pocos libros pero buenos, el año demostró la madurez de lo que Rosario tiene, tanto en autores como en editores. Hubo además reencuentros y discusiones, múltiples espacios de lectura y, en el debe, escasas ventas en las librerías.

 Por Beatriz Vignoli

¿Qué esperan los lectores para acercarse más a las letras locales? Las lecturas son cada vez más divertidas, pero eso no alcanza. Con pocos libros pero buenos, el año 2011 demostró la madurez de lo que Rosario tiene, tanto en autores como en editores, y todo hace suponer que el año fue un capítulo más de procesos activamente en curso.

Un notable fenómeno fue el esperado reencuentro entre los críticos y los autores de la ciudad a través de las polémicas pero fructíferas Primeras Jornadas Académicas de Literatura de Rosario organizadas por y en la Escuela de Letras de la Universidad Nacional de Rosario. Por primera vez, ante un público amplio y diverso en el Salón de Actos, Jorge Riestra, escritor rosarino de la modernidad y los bares, dio cátedra de vida y oficio literario en la Facultad de Humanidades y Artes de la UNR. Por supuesto, como en todo reencuentro pasional que se precie, la primera pregunta que surgió de boca de los catedráticos fue: ¿pero cuándo estuvimos separados?

En el Teatro Príncipe de Asturias del Parque de España, en el marco del Festival de Poesía, otro grande, el santafesino Hugo Gola, emocionó comentando y leyendo su obra. Tras el dramático cambio que significó en 2009 el recambio generacional de la conducción municipal (no así la provincial) del Festival Internacional de Poesía de Rosario, en términos de políticas públicas los dos últimos años profundizaron las tendencias renovadoras de entonces sobre la base de los vínculos siempre cambiantes entre las más o menos efímeras iniciativas independientes y las iniciativas estatales. Es una relación compleja, con buenas intenciones, eficiencia y creatividad desde la gestión pública del Festival pero con una deserción de público de poetas locales que fue motivo de toda clase de comentarios. Además de la inclusión de autores jóvenes, cabe destacar del Festival no sólo la descentralización hacia los barrios sino el crecimiento de la feria de editoriales independientes, que ya va por su tercer año en su nueva sede del Parque España y sigue apostando a más vínculos y conexiones. Se continuó la tendencia a integrar los ciclos de lectura independientes en el mapa oficial, impregnándose el Festival del espíritu de celebración y fiesta que anima cada vez más a los ámbitos autogestionados y ampliando la agenda a una trasnoche primaveral muy disfrutada.

Como un eco del Festival pero con espíritu propio, la Semana de las Letras y la Lectura que organiza Héctor Berenguer en el teatro El Círculo también reunió a un interesante seleccionado de poetas de la ciudad, el país y el mundo. En un ida y vuelta entre lo público y lo privado, los nombres se confunden: luego del éxito de la Semana de la Lectura en 2010, la Secretaría de Cultura Municipal que dirige Horacio Ríos redobló la apuesta con una segunda edición que dio espacio a iniciativas independientes como el club de bookcrossing, por nombrar sólo una de las más innovadoras.

A la cultura de Rosario la hacen un puñado de hombres y mujeres del Renacimiento, multiterreno e incansables (véase el balance de ayer sobre Plástica). Nicolás Manzi, del equipo organizador de las Jornadas, también trabaja en la gestión independiente al frente de un proyecto que eclosionó este año y sorprendió por su alta calidad bibliográfica, en contenido y forma, marmolado florentino incluido: la editorial Ombú Bonsai. Ella y la editorial Tropofonía, también artesanal de calidad, salieron a la calle en la misma edición de la Feria del Libro Independiente y Autogestivo en 2010.

Mientras la Editorial Municipal editaba música, creaba una singular colección de libros por y para chicos o daba continuidad a sus proyectos fotográficos y literarios de rescate de la memoria colectiva, las grandes editoriales rosarinas privadas Fundación Ross, Ciudad Gótica, Beatriz Viterbo y Homo Sapiens (las dos últimas con la ayuda de un subsidio provincial a la edición) publicaron narrativa de ficción de autores locales y de la región. Las dos antologías temáticas de cuentos compiladas para Ross por Gloria Lenardón y Marta Ortiz expresaron en formato concentrado la misma lograda ambición de calidad y amplitud que impulsa a la colección Ciudad y Orilla, que dirige Marcelo Scalona para Homo Sapiens y que publicó a autores de más de 40, con un catálogo de buenos libros contemporáneos que incluye, entre otros, a Miguel Sedoff, Sebastián Riestra, Daniel Briguet, Patricia Suárez, Alma Maritano, Ebel Barat, Elisa Bellmann y el propio Scalona y alumnos de su taller.

Además, entre los autores publicados en Rosario este año se puede mencionar, en el rubro novela y cuento, a Germán Padinger (UNR); Reinaldo Laddaga (Beatriz Viterbo); Federico Ferrogiaro, Marcelo Britos y Fabricio Simeoni (El Ombú Bonsai); Petula (Tropofonía); en poesía, Gervasio Monchietti publicó un libro de poesía en la editorial santafesina Diatriba y también es editor del sello rosarino Tropofonía, que publicó entre otros a Carolina Musa y Pilar Almagro Paz. Roberto Retamoso publicó un libro de poesía por el Ombú Bonsai. Tomás Boasso y Verónica Laurino incursionaron en la literatura infantil. Pasó casi desapercibida la obra de editoriales independientes tales como Serapis; no tanto la de Ultimo Recurso, que edita textos políticos y es una de las que impulsan la Feria del Libro Independiente y Autogestivo (Flia) en Rosario. Es abrumadora la proporción de jóvenes. Además de los libros, aportaron lo suyo a la difusión de la literatura local joven revistas online como eSe o Cultura Etérea, plaquetas como las editadas por Julia Enríquez y revistas como Apología o En Voz Alta.

Hay toda una red de editoriales, ferias y espacios autogestionados que vale la pena recorrer, y que incluye el Centro Cultural Lapacheta, donde se llevó a cabo una jornada independiente de feria de libros y debate sobre editoriales; coincidiendo involuntariamente con el plenilunio del equinoccio de otoño, Lapacheta también fue sede del Festival Grito de Mujer el 15 de marzo, entre otras actividades. También sumando ferias, Panta Rei nació y murió como un espacio cálido de lecturas y encuentros. Estos y muchos otros, entre ellos Ciclo Timia, el ciclo de Pablo Castro, tomaron el relevo de los Poetas del Tercer Mundo, que fueron derrotados por las condiciones enunciadas en el nombre mismo de su razón social.

Otro ámbito vital de difusión y encuentro para presentaciones de libros y revistas fue el espacio Madma. Se trata, cada vez más, de presentaciones de lo literario que incluyen toda una diversidad de manifestaciones culturales en un sentido amplio: música, cocina y hasta magia. En una vertiente más tradicional de lecturas y plástica, cumplió una década de digna inmortalidad borgeana el ciclo Arte por la Paz, de Bernando Conde Narváez.

Impulsados por sus esforzados y carismáticos líderes naturales, los ciclos de lectura florecieron en la ciudad como hongos en un bosque después de la lluvia. Prácticamente no hubo día de la semana que no tuviera su noche de lectura. La escena literaria en Rosario es básicamente una escena social. La lista de títulos y autores que desde toda esta movida pueden aterrizar en las bibliotecas de los rosarinos es más bien escasa. Las librerías que más han hecho por llegar a los lectores de a pie son las librerías de viejo, que cerraron el año con una gran feria, o las de viejo y saldos, como Mandrake, que auspicia bloques radiales por Radio Universidad en el programa De Ushuaia a la Quiaca, que conduce Perry Mason, quien resumió la situación con una frase feliz lanzada al aire: "Hemos sido felices en los bares". Que también se pueda ser feliz quedándose en casa con un libro de un autor rosarino entre las manos es algo que dependerá, en el futuro, de la voluntad de las distribuidoras y de las librerías locales.

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Jorge Riestra dio cátedra de vida y oficio literario en la Facultad de Humanidades y Artes
Imagen: Alberto Gentilcore.
 
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