rosario

Jueves, 4 de septiembre de 2008

CORREO

Superpuestos

Finalizados los Juegos Olímpicos de Beijing, apagada en esa ciudad oriental la flama, esfumados en el espacio los fuegos de artificio, vale la pena un racconto de algunos acontecimientos trascendentes en la escena mundial.

Para empezar corresponde decir que quedaron enturbiados o bien semi-silenciados una serie de actos represivos que llevó adelante el estado Chino gobernado por dictadura de un partido único.

Es sabido que los juegos olímpicos han sido pantalla y/o máscara para encubrir atrocidades, recordemos sin ir más lejos al régimen nazi de Hitler concretando sus olimpíadas en plena ejecución del holocausto y la shoá. Por estas latitudes el campeonato mundial de 1978 regenteado por la junta militar, en plena dictadura. A pocos metros del estadio de Núñez donde se gritaban los goles, en las mazmorras de la ESMA se torturaba a disidentes y luchadores sociales de diversa ideología.

En tanto la gimnasia, el fútbol y el atletismo captaban la atención de millones de televidentes y radio﷓escuchas en todo el Planeta, se desató un nuevo escenario de guerra en la república de Georgia, región de Osetia Sur. Quizás como ramalazo liminar de un resurgir del Imperio ruso bajo el mandato de Vladimir Putin y también como correlato de las nuevas incursiones expansionistas del imperialismo norteamericano.

Alguna vez Borges en uno de sus magníficos relatos puso en correlación a los constructores de la Muralla China con los destructores de bibliotecas y por supuesto los destructores de ideas y personas.

Paradojas del presente, lecciones de la historia. O bien como lo enseña la propia filosofía china el ying y el yang como dialéctica de todo lo existente.

Carlos A. Solero

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