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Sábado, 7 de septiembre de 2013

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Mi sobrino

Hace 17 años, cuando como todos los jóvenes de su edad se preparaba para disfrutar la noche, asesinaron a Aníbal Rodolfo Pellegrini. Mi sobrino, el montoncito de amor y rulos rubios que vi nacer y crecer hasta convertirse en un hermoso hombre y una persona querida por quienes lo conocían. Tenía 23 años y era, el día de su asesinato, el 6 de septiembre de 1996, un estudiante de Ciencias Exactas en el profesorado de Casilda y un obrero industrial, en una empresa que como buena patronal, no asomó la nariz a ofrecer ayuda frente a la horrenda situación que vivió la familia. Yo tenía por entonces una pequeña trayectoria de militancia, pero su muerte me enseñó el espanto de los despachos oficiales, tribunalicios, judiciales, policiales, políticos, ante un crimen cometido por uno de los propios: un policía de la Provincia de Santa Fe que fue increíblemente protegido durante todo el tiempo posible. Aún condenado a prisión perpetua por la tozudez y firmeza de la familia, lo siguieron protegiendo. El asesino se llama Darío Hogsten y tenía sólo 29 años. Hoy debe estar libre, cumplida una prisión perpetua inexistente, pero no me caben dudas de que constituye un peligro para la sociedad. Matar para robar una moto no es el mejor ejemplo de un policía. Así se demostró en el juicio. Nunca se arrepintió. Puede volver a hacerlo. Cuando hoy veo, escucho y leo sobre la brutalidad policial contra mujeres, niños y jóvenes, pienso en Aníbal y en su muerte tan injusta maldita muerte en manos de tan malnacido criminal y siento el vacío de las palabras de políticos, jueces y etc. etc. para una madre que llora como cada día lloran tantas madres de nuestro pueblo frente a sus hijos sesgados por bala policial. Y cada día pienso en ese día fatal que cambió mi vida para siempre. Pienso en ese chiquito de rulos que adoraba y en ese hombre lleno de sueños sin cumplir y le digo que no importa que pase, no voy a dejar de luchar en el camino que su muerte me puso. Esa muerte que me abrió los ojos a un infierno que muy pocos creen que existe hasta que llegan a él.

Norma Ríos

Presidenta

APDH Rosario

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