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Domingo, 17 de agosto de 2008

CIUDAD › A LOS 82 AñOS, FALLECIó LA SEMANA PASADA EL HISTORIADOR ALBERTO PLA.

Un auténtico maestro del marxismo

El prestigio de este profesor y doctor Honoris Causa de la Universidad Nacional de Rosario, alcanzaba a toda América Latina. Dirigió en los años 70 inolvidables colecciones para el Centro Editor. Estuvo activo hasta sus últimos días.

 Por Leo Ricciardino

El 10 de agosto pasado murió en Rosario, su ciudad, el historiador Alberto Pla. Una de las personalidades más ricas de las ciencias sociales en Argentina, el profesor tenía un bien ganado prestigio tanto en el mundo académico como en el terreno de las disputas ideológicas y políticas. Pla vivió hasta los 82 años y pudo disfrutar en vida de merecidos homenajes, entre ellos los dos doctorados Honoris Causa que le otorgaron la Universidad de Salta (2001) y la Universidad de Rosario (2005). "Alberto es uno de esos últimos maestros con características muy particulares. Lo conocí cuando él vuelve de su exilio en Venezuela y México, yo era estudiante y en ese momento había mucha avidez entre todos nosotros por esta esperanza que se abría a mediados de los `80", comienza para recordarlo la profesora Cristina Viano, primero alumna y después colaboradora de Pla.

"El aparece como una de las figuras intelectuales más importantes de Argentina y América Latina que empiezan a volver del exilio después de las dictaduras, todos esos profesores notables que habían sido expulsados a través de las amenazas de la Triple A, o directamente de la dictadura después", explica Viano a Rosario/12. Y asegura que "nos deslumbramos con su figura y con su inteligencia y empezamos a trabajar con él. Y Alberto era un tipo que siempre generaba espacios con gente joven, siempre entusiasmó a la juventud y se rodeaba de ella, tenía un trato siempre directo con los estudiantes en las clases, en los grupos de estudios. Creo que eso fue algo que lo mantuvo muy vital y productivo hasta los últimos años de su vida. El tenía varias obsesiones: La historia de América Latina, un compromiso con las ideas marxistas y socialistas que no abandonó a lo largo de toda su vida".

-Con respecto a la historia, su compromiso marxista era también con el método, ¿no?.

-Sin ninguna duda. El era muy insistente en esa manera dialéctica de pensar, de abordar los temas. Y en aquellos momentos de mucha hostilidad hacia las ideas y los estudios marxistas -hacia fines de los `80 y principios de los '90- Alberto se mantenía reivindicando la lectura de Marx, que Marx todavía podía ser útil para interpretar y modificar la situación de los tiempos presentes. Es más, sus trabajos de los '80 y los '90 estuvieron más que nada orientados a la profundización de la teoría de Marx. El discutía con esta idea de la globalización y proponía hablar de mundializción, seguía insistiendo sobre el carácter clasista que tenía el conflicto social; sobre la necesidad de seguir pensando en estas cosas cuando en realidad -desde la agenda de las ciencias sociales- lo que se intentaba era erradicar la noción de conflicto social. Y él seguía apostando a hacer una lectura crítica de la realidad desde esa perspectiva.

-Pla fue un poco el sostenía la vigencia de la escuela marxista en la facultad de Rosario, donde también crecía otra corriente como la francesa, por ejemplo.

-Alberto era el que sostenía. Inclusive yo recuerdo que una de las pocas polémicas que hubo al interior del mundo de los historiadores sobre fines de los `80, justamente estuvo agitada por una parte por Pla, y por otra parte por sus "contendientes" que aseguraban que no se podía seguir sosteniendo la noción de clase social. Entonces se da un fuerte debate en torno a la pertinencia o no de seguir usando la categoría de clase social, versus la noción de sectores populares. Ahí es cuando Alberto decide formar junto a algunos colegas de Rosario y Buenos Aires, el Centro de Estudios de Historia Obrera.

-¿Cómo lograba él conjugar militancia con la vida académica, cuando generalmente parecen cuestiones disociadas?

-Lo pudo hacer porque entendía que la vida académica debía asumir un compromiso con la sociedad de su tiempo. Y este es un rasgo muy particular que él mantiene a lo largo de su vida, porque él es un hombre de la universidad pero sin embargo su "ser" académico se despliega en una dirección horizontalista. Alberto fue un gestor de proyectos colectivos, y los más sobresalientes son las colecciones que dirige a principios de los '70 para el Centro Editor de América Latina: La historia del movimiento obrero que son cinco tomos y 110 fascículos, y Los hombres de América. Ahí nuclea a muchos autores, gran cantidad de gente porque se tiraban miles y miles de ejemplares semanales. Después estos trabajos van a ser reeditados entre 1986 y 1987, en un contexto muy diferente; y aún hoy son un material de consulta invaluable.

-Uno lo puede imaginar, pero ¿cuál era su relación histórica, académica y política con el peronismo?

-Bueno, él fue un marxista internacionalista-trotskista durante toda su vida. En ese marco su relación con el peronismo fue siempre muy crítica como lo fue con todos los nacionalismos y reformismos. No obstante lo cual, Alberto era un tipo que tenía buen diálogo con gente del peronismo de izquierda, básicamente porque era muy respetado.

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"Cuando él vuelve del exilio a Rosario, nos deslumbró a todos", lo evocó la profesora Viano.
 
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