Lunes, 9 de marzo de 2015 | Hoy
CIUDAD › PIDEN RESPUESTAS PARA EL PUENTE, UN ESPACIO DE SALUD MENTAL
Por Pablo Fornero
"El éxito de El Puente es su fracaso", resume de manera perfecta el educador y artista Marcelo Mainini, quien coordina un espacio artístico y de contención para pacientes del área de Salud Mental del hospital municipal Roque Sáenz Peña. La actividad, que comenzó hace siete años, ha deparado tantísimos logros, las personas no vuelven a caer en situaciones de internación y bajan la medicación. "Se recupera el ánimo y las ganas de vivir". Sin embargo, el taller funciona en condiciones precarias y, en la actualidad, solo se sostiene por la venta de rifas y empanadas de sus participantes. Mientras tanto, esperan respuestas de las autoridades. "Que vengan y digan que no nos tienen prioridad, el ni es lo peor y lo tenemos desde el año pasado", pidió Mainini.
En octubre del 2007 echaron a andar las primeras ideas sobre El Puente entre Mainini y la titular de Salud Mental, la psicóloga Mónica González. Con muy pocos recursos y mucha voluntad de invención, el espacio empezó a correr. El objetivo era que los pacientes recuperaran las ganas de proyectar y crear y construir lazos sociales, "de salir de distintos aislamientos". Desde la coordinación del taller se observaba que, a base de medicación y terapia, primaba la estabilización: "Quedaban como detenidos, no tenían proyecto de vida". Por ese motivo, surgió la posibilidad de iniciar diversos talleres de lunes a viernes, durante las mañanas. Poco importó en ese momento la precariedad del lugar, una casilla prestada en el parque del hospital.
Pero se construyó un lazo, se fortalecieron los vínculos y rápidamente se apreciaron los logros. El "espacio intersectorial entre la salud y la cultura", como lo define Mainini, desató nudos y descubrió potencias no exploradas. "El tema más fuerte es la toma de decisiones, lo que más enferma es la sociedad, las actitudes de encerrar, aislar, de expropiar muchas cosas. El arte es fantástico para recuperar eso, la ficción para prepararse para todos los días, llevar esa riqueza y empezar a tomar decisiones, plantear los límites. Se trabaja con las potencias y ellos tienen una sensibilidad muy especial y ven cosas que nosotros no, es hermoso venir a trabajar", apuntó el artista.
Ha pasado una población de 50 personas por la naciente vida de El Puente y hay hoy entre 20 y 30 personas estables. El dispositivo está dirigido primeramente a pacientes que ya ingresaron a la red de Salud Municipal y se encuentran bajo tratamiento de salud mental tanto en el Sáenz Peña como en cualquier otro efector de los distritos Sur y Suroeste. Se dictan talleres de narración, teatro, títeres, producción audiovisual, radio, percusión, entre otros.
Se procura, como defiende Mainini, entender a la salud "de otra manera", porque "por más que se hagan seminarios y congresos, seguimos siendo un sistema que responde a trabajar con las enfermedades y no con las potencias de salud, lo que está detrás de los síntomas. Tenemos mucha aparatología, pero no le podemos dar respuesta a la gente de ser más feliz. Ese es el registro que va quedando en El Puente".
Sin embargo, todos los logros conseguidos no son avalados por el estado local, por lo menos en la medida que sus coordinadores desean. "No nos dan respuestas, hay un lugar nuevo que se gestionó, se empezó a arreglar, pero está detenido, no lo empiezan", contó el educador. El año pasado se acordó un "extraordinario" contrato para los talleristas, pero "ahora se cayó y no tenemos con qué responderles sobre cómo van a seguir". El Puente no cuenta con presupuesto propio y, a raíz de las indefiniciones, "la gente está buscando trabajo por otro lado". Los reclamos llegaron a la dirección del hospital, a la Secretaría de Salud, el sindicato y hasta el Concejo. Por el momento, no hay respuestas claras. "Estamos en pie de guerra porque nos cansamos", cerró Mainini.
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