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Viernes, 24 de abril de 2015

CONSULTORIO BDSM

¿QUIÉN DA MÁS?

La subasta de esclav@s, uno de los eventos más importantes del BDSM en Argentina y Latinoamérica, organizado por la comunidad Mazmorra (Mazmorra.net), tiene su lugar en una casona de Palermo, dos veces al año. Soy estuvo presente en la primera subasta de 2015.

 Por Pablo Pérez

Para evitar cualquier malentendido, aclaremos que este evento denominado Subasta, al igual que todas las prácticas incluidas en el amplio repertorio del BDSM, está basado en el consenso y no hay dinero de por medio. Nadie es vendidx sin su consentimiento. Lxs esclavxs pueden ofertarse por iniciativa propia o por voluntad de su Amx y lo que vamos a ver aquí es un encuentro festivo de morbo como puede serlo el spanking o el bondage. Aquí reina el placer que puede generar el ofrecerse o ser ofrecido como objeto para ser usado sexual o sádicamente por la persona que pague el precio más alto, a la que puede haber conocido antes o no.

La moneda del Marqués

Cada uno que va llegando trae para la subasta su monederito más o menos repleto de una moneda ad hoc llamada sade (similares a los billetes de algunos juegos de mesa como El Estanciero o el Monopoli), donde se destaca la imagen del Marqués con su peluca empolvada, junto a la leyenda “República de Mazmorra. Letra de cambio de la República del Azote”. Los sades tienen un alto valor simbólico, representan la moneda de cambio para poder obtener un “lote”, como el rematador se va a referir a todos lxs esclavxs durante la subasta, y también al compromiso con la comunidad Mazmorra: los sades se ganan básicamente por la participación durante los meses previos en el sitio virtual, proponiendo y participando debates sobre diferentes temas relacionados con el BDSM, compartiendo fotos, videos, lecturas, etc. También los programas de Radio Sodoma (radio online del sitio) otorgan sades a sus escuchas. Otra manera de ganar sades es ofrecerse o ser ofrecido para ser subastadx. Dice el reglamento: lxs sumisxs que se subasten a sí mismos recibirán el 50 por ciento de la cantidad de sades por la que fueron obtenidxs. En el caso de que un/a sumisa/o sea subastada/o por su Dominante, dicho porcentaje se acreditará en la cuenta de su Amx. Y todo esto queda para la próxima subasta.

El buen trato del sadomasoquismo

Desde la entrada, todo el mundo es amigable: la persona que te recibe y te identifica con un sticker con tu nickname para facilitar la socialización con personas a las que sólo conocés virtualmente, el hermoso leather boy que te cobra la entrada y te da con precisión de contador los sades que supiste conseguir, la chica que se ocupa del guardarropas y hace magia para ubicar prolijamente tu abrigo en un perchero desbordado: la concurrencia esta vez supera las doscientas personas. Las más lookeadas son las mujeres, con corsés, arneses, botas y tacos aguja, fantasías zombis y cossplayers. Entre los varones, salvo contadas excepciones, los atuendos son más formales: algunos Dominantes de traje o elegante sport, por lo general negro, unos pocos luciendo prendas de cuero, y sobre todo muchos jóvenes en jeans y remera. En cuanto al calzado, en orden decreciente, zapatillas, zapatos y botas: en la subasta no se exige ningún tipo de código de vestimenta, a excepción de lxs subastadxs, que deben presentarse como mínimo con su collar de esclavxs. Por otra parte, para participar en la subasta, dice el reglamento, l@s oferentes y la mercadería deberán estar registrados en Mazmorra. Tanto Dominantes como sumis@s serán personas conocidas o avaladas a satisfacción de la organización.

La lotería

La “mercadería” que en el transcurso de la subasta se presenta como “lote” son lxs esclavxs que van subiendo al escenario para ser vendidxs (algunos lotes compuestos por dos o más esclavxs). Son presentados por el Rematador, en esta ocasión el Sr. Ciro, Honorable Dominante de la Comunidad, vestido de camisa verde oscuro y corbata, y lleva una franja púrpura en el brazo izquierdo. Remata con autoridad, tiene tiene que pedir silencio reiteradas veces a la gente que se distrae. La atención sin límites está en la primera fila armada con unas pocas sillas desde donde arenga con experiencia un selecto grupo de Honoríficxs Amxs que de paso marcan el límite entre el público y el espacio de la subasta. Entre las personas interesadas, a veces difíciles de ubicar debido a la alta concurrencia, algunas pujan levantando su fusta. “¿Quién es la otra que está pujando?”, se pregunta una mujer que ha subido la apuesta tal vez enardecida por la competencia con esa otra voz que no se sabe de dónde viene. Dos amigas pujan por un lote de dos esclavas, no llegan a ver la cara de la competidora que, cuando las dos esclavas subastadas se ponen de espaldas y exhiben sus culos; se obstinan en subir la puja. ¿Dónde está la que está pujando?, me preguntan. No la ven, está del otro del salón. El lote de dos se lo llevó otra. No se amilanan, pujan por un siguiente lote y ganan a la conejita crossdresser todoterreno, a la que someterán con las orejitas puestas. El comentario de la noche es que las Amas se llevaron todos los laureles en la subasta. Casi no hubo Amos que compraran lotes.

Cuerpos valiosos

Los lotes ofertados no siguen ningún canon estético en particular, no importan acá las caras bonitas ni los cuerpos esculturales: está la flaquita intensa de ojos grandes, el gordito simpático y aguantador, el efebo dotado, la conejita crossdresser todo terreno, las esclavas tetonas o con tetitas, firmes o caídas, culitos y culazos, narices pico de loro o respingadas, bocas carnosas y perfectas o dentaduras sobresalientes. Al contrario de sentirse humilladxs, en un ambiente donde sobre todo se impone el respeto por lxs subastadxs, parecen aumentar su autoestima a medida que la puja sube. “Se observará protocolo estricto durante la subasta, dice el Reglamento. Sugerimos al público abstenerse de gritos, comentarios y observaciones durante el proceso de la misma.” El Rematador indica a los lotes exhibirse primero en pose natural, luego con los brazos a la nuca y por último de espaldas. La puesta en exhibición de los diferentes tipos de culos acelera el alza en la puja, pero lo que más valor suma en lxs esclavxs es que sean buenxs en lo suyo: cotiza más la experiencia, la actitud y el aguante que la belleza física. Para eso, cada esclavx debe presentar un dossier donde especifica sus preferencias y sus límites: el grado de desnudez permitido al ser exhibido, al ser rematado y para sesionar; si puede ser adquirido por Dominantes masculinos o femeninos, trans, intersex, etc.; el grado de contacto físico y sexual permitido; su nivel de tolerancia al dolor; las prácticas BDSM a las que está dispuestx; si acepta ser sesionadx por más de unx Dominante o junto a otrxs sumisxs. Entre otros puntos, el Reglamento especifica que respetarán los límites de lxs sumisxs con relación a prácticas, sexo, género, y todo lo expresado en su dossier y que “la interacción entre subastad@ y comprador/a será limitada a 30 minutos, no generándose ningún compromiso posterior o más allá de ese tiempo”. Todas las sesiones son presenciadas por Auditorxs designadxs para garantizar que el reglamento y los límites expresados por los lotes sean respetados en todos sus términos. Están prohibidas algunas actividades, como “el uso de fuego, electricidad, agujas, asfixia, suspensión, scat o lluvias de cualquier tipo, marcas permanentes, consumo de alcohol (si un/a participante está bajo efecto visible del alcohol no se le permitirá pujar en la subasta ni ser rematad@)”.

Sesión cumplida

Terminada la subasta en sí, el evento sigue y se pone más caliente. Las sesiones, que en el caso de los lotes adquiridos deben desarrollarse ahí mismo y en el lapso de 30 minutos, se desarrollan en orden, cada una en su terreno bien delimitado con cinta roja por los Organizadores y supervisadas por los Auditores. El esclavo Agente, un morrudo jovencito veinteañero vendido a dos Amas, de rodillas le lame los pies con devoción a una de ellas. Del otro lado del salón, una pareja juega torturando los genitales del esclavo Zeus, es su primer CBT (cock and balls torture).

Sesionan tanto lxs Amxs con sus lotes adquiridos como las personas que no participaron o no lograron comprar nada y encontraron de una u otra manera un partenaire. Predominan las inmovilizaciones en cruces y cepos, lxs esclavxs de rodillas o en cuatro patas, los azotes y la adoración de pies. La banda sonora es dominada por los látigos, las palmetas y las fustas. Todo en un ambiente amistoso, cálido y caliente, entre caras de felicidad y sufrimiento, que en este ámbito es también felicidad. Cuando la fiesta estaba terminando, al costado de la barra un grupito de cinco amigos (entre ellos este cronista) seguían compenetrados en una ruidosa sesión de flogging. Llamarán la atención de algunxs porque son los únicos gays visibles sesionando en la fiesta. A tal punto sobresalen, que en los comentarios posteriores al evento recibirán un saludo especial de un comentarista que los bautizará como los “morbigays”. A la salida se acerca un joven primerizo a conversar con este cronista, que ha recibido una gratificante cantidad de azotes para alegrar su misión. El muchacho se presenta como bisexual y comenta que se quedó con las ganas de tener una experiencia con otro hombre. Terminamos viajando en el mismo colectivo y ahí cuenta un poco más: dice que le pareció bien que en el evento no se cogiera, que eso le resultaría chocante, que el lugar estaba muy bueno para sesionar, que todo lo que ha visto le ha gustado mucho. Y termina aclarando que de ahí se va directo a la casa de la novia.

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