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Viernes, 6 de mayo de 2016

Como en casa

 Por Lisa Kerner

No puedo decir que Casa Brandon sea una sucesora directa de Cemento. Sí digo que se puede pensar en algunos puntos de contacto: una identidad muy fuerte, una propuesta de apostar a lo nuevo, motorizar lo nuevo. Es imposible despegar Cemento de la figura de Chabán y la presencia que tenía en todas las instancias, llevaba adelante su gestión en todo el proceso, me lo imagino probando el sonido y de ahí a cobrar la entrada. A mí también me pueden encontrar en la puerta de la Casita. La Casita no es un lugar anónimo. Tenemos mucha presencia en todo el proceso: desde contestar los mails, actualizar la página, ver todo el material y estar ahí. Hay que ver si eso es una virtud o una dificultad. La Casita es, como fue Cemento, un lugar de un fuerte sentido de pertenencia. Yo iba a Cemento sin saber siquiera quién tocaba.La democracia era jovencísima y había mucha necesidad de reconocerse entre pares. La Casita como espacio lgbt también funciona como lugar de reconocimiento desde que abrimos, en 2005. Por supuesto que hay cosas de Cemento que nunca repetiría: el sonido malísimo, no tendría olor a meo en los baños. Cosas que tienen que ver con cuidar a la gente. El cuidado de ese que viene a pasar un buen momento y confía. La Casita surgió un poco por necesidad. Después de Cromañón ya no existían más lugares bailables para doscientas o trescientas personas que también tuvieran un segundo espacio más tranquilo para hablar. Es muy difícil que habiliten algo así. También hay otra diferencia grande entre Cemento y la Casita: antes otros espacios eran vistos como “la competencia”. Para nosotras los otros espacios son aliados. Tal vez por las redes sociales, tal vez porque son otros tiempos y hay necesidad de agruparse para pelear juntos.

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