UNIVERSIDAD › DENUNCIAS DE DISCRIMINACION EN PLENA CAMPAÑA

Filo está otra vez en el borde

Las rencillas internas en Filosofía y Letras afloran de nuevo entre los profesores. Las acusaciones opositoras y la defensa oficial.

Hace algunos años fue el intento de remover a prestigiosos profesores de sus cargos como directores de institutos, entre ellos el caso de David Viñas. Poco después, en 2001, se trató de la negativa a distinguir como profesores plenarios a otros docentes no menos reconocidos, entre ellos el caso de Beatriz Sarlo. Ahora, a pocos días de las elecciones de claustros que definirán el futuro de la institución, las diferencias internas que atraviesan la Facultad de Filosofía y Letras (UBA) explotaron con una nueva crisis: esta vez, profesores vinculados a la actual oposición denuncian discriminación ideológica. “Hay un clima de mucha hostilidad para quienes no piensan como la mayoría actual”, acusó un profesor. Desde el gobierno de la facultad se retrucó que “no existe ninguna clase de persecución”.
El caso que sustenta las acusaciones es el del doctor en filosofía Osvaldo Guariglia, especialista en ética. Guariglia integró el sector que fue mayoría en la facultad en la gestión previa a la actual, un bloque que mezclaba sectores del radicalismo, del Frente Grande e independientes. Nunca tuvo buena relación con la izquierda de Filosofía y Letras, más bien todo lo contrario. ¿Por qué? Se lo acusó de haber defendido en un artículo de 1987 la Ley de Punto Final, además de comparar, en otra nota, a las agrupaciones de izquierda de la facultad con las Brigadas Rojas italianas. Los estudiantes le realizaron escraches y alguno hasta denunció haber recibido un sopapo del profesor.
Los problemas para Guariglia empezaron cuando cambió el escenario político de la facultad, el año pasado. Quienes hasta entonces integraban la oposición pasaron a ser mayoría en el consejo directivo de la facultad. Y el cambio de conducción se concretó al asumir Félix Schuster como decano. Al llegar a los 65 años, Guariglia está obligado por el estatuto de la UBA a jubilarse como docente. El único modo de continuar en actividad, dando clases, es que resulte nombrado profesor emérito o consulto. Y ahí empezó el conflicto. Fue propuesto como consulto, pero en septiembre pasado el consejo directivo de Filosofía y Letras le negó la distinción: por 12 votos contra 4. El profesor de Filosofía calificó al dictamen de “infamante”. En diálogo con Página/12, los consejeros de la facultad retrucaron: “Es una atribución del consejo. Evaluamos su trayectoria y consideramos que no cumple con los requisitos éticos para ser profesor consulto”. Guariglia apeló al Consejo Superior de la universidad, pero este órgano no intervino hasta el momento.
En ese contexto, creció el malestar de otros profesores. Entre ellos, los historiadores José Emilio Burucúa y Luis Alberto Romero, y el geógrafo Carlos Reboratti. Aunque en cada caso mediaron circunstancias diversas. Reboratti pidió licencia, según se informó, para asumir un cargo de mayor jerarquía en otra universidad. Burucúa también pasará a ejercer en otras instituciones, aunque no se desligó de la facultad de la UBA, ya que pasó de tener una dedicación exclusiva a una simple. “El decano Schuster habló con él para que siga con la misma dedicación. Pero no aceptó”, confió un funcionario de la facultad. En el caso de Romero, el problema se centraría en que la facultad pretende llamar a concurso docente para abrir una nueva cátedra de historia, paralela a la suya, aunque se dictaría en un cuatrimestre diferente.
“La denuncia de discriminación ideológica está mezclando casos particulares para victimizar a un sector de la facultad que perdió poder político. No hay ningún caso de expulsión ni nada parecido”, señaló el consejero superior Pablo Vommaro.

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