EL MUNDO › ESTADOS UNIDOS POR AHORA DESCARTA RETOMAR EL DIALOGO CON COREA DEL NORTE

Cautela tras la misión humanitaria

Si la historia de las dos periodistas tuvo un final feliz gracias a la mediación de Bill Clinton, eso no significa que se haya abierto la comunicación entre Washington y Pyongyang. El asunto nuclear no se trató, dijeron los voceros.

 Por Rupert Cornwell *

Desde Washington

Las dos periodistas estadounidenses encarceladas en Corea del Norte regresaron ayer a suelo norteamericano en lo que fue una vuelta llena de cámaras, emoción y lágrimas. Pero si la operación rescate liderada por Bill Clinton producirá un deshielo en las relaciones entre Washington y Pyongyang, aún es un misterio.

El avión que trajo a bordo a Laura Ling y a Euna Lee, así como al ex presidente, aterrizó en el aeropuerto de Burbank, Los Angeles, poco después del amanecer. Sus 140 días de cautiverio en el país stalinista fueron “los más difíciles y tormentosos de nuestras vidas”, señaló Ling, de 32 años, con la voz entrecortada por la emoción.

“Hace 48 horas estábamos encerradas en una celda al otro lado del mundo con el temor de que en cualquier momento podían enviarnos a un campo de trabajo forzado”, agregó Ling. De repente, se les informó que tenían una reunión. “Cuando atravesamos la última puerta y vimos ahí parado a Bill Clinton no podíamos creerlo”, aseguró Lee. “Pero instantáneamente tuvimos la certeza en nuestros corazones de que nuestra pesadilla estaba llegando a su fin. Ahora estamos de vuelta acá en casa. Es increíble”, remató.

Sin embargo, si la historia personal de estas dos periodistas tuvo un final feliz, nada asegura que las relaciones entre los dos países vayan a tener una evolución positiva. De hecho, ni siquiera es seguro que esto signifique la apertura de diálogo bilateral alguno. Ayer, los voceros norteamericanos seguían tan firmes como desde la primera hora al insistir en que la visita de 24 horas de Clinton se había limitado exclusivamente al objetivo humanitario, y que no se había tratado absolutamente ningún punto de la conflictiva agenda nuclear.

Desde Nairobi, la primera escala en una gira que la llevará por siete países de Africa, la secretaria de Estado, Hillary Clinton, se limitó ayer a señalar que había hablado con su marido y que estaba todo bien. “Fue tan sólo un día genial para que esto sucediera”, aseguró. “Nada es seguro fuera de eso”, deslizó (ver aparte).

Estados Unidos quiere que Corea del Norte vuelva a las negociaciones a seis bandas sobre su propia desnuclearización sin precondición alguna. En este sentido, lo que sí dijo la jefa de la diplomacia estadounidense fue que, “tal vez, en este marco, quieran volver a hablar con nosotros”. Sin embargo, inmediatamente agregó: “Pero no es algo con lo que estemos contando en este momento”.

Desde la Casa Blanca, la forma de abordar el asunto es el mismo. En un breve comunicado emitido para celebrar la liberación, Barack Obama no dijo una sola palabra acerca de qué se había ofrecido como contraparte en la negociación. Más aún, las dos partes ni siquiera pueden ponerse de acuerdo acerca de los detalles formales del encuentro. En tanto los norcoreanos aseguran que el ex presidente se disculpó por el incidente, Clinton afirma que tal cosa no sucedió.

Desde el frente diplomático, a su vez, los expertos aseguran que lo más probable es que los comunistas estén buscando mejorar un poco el clima internacional después de haber probado sus dispositivos nucleares y misilísticos, lo que provocó un recrudecimiento de las sanciones de la ONU y críticas incluso de China, su aliada incondicional.

Mientras tanto, los estadounidenses insisten con retomar las negociaciones multilaterales junto con Corea del Sur, China, Japón y Rusia. Pero los norcoreanos, a su turno, lo que buscan es una negociación directa con Washington, para demostrarle al mundo que la superpotencia los trata de igual a igual. En todo caso, haber hecho que una de las figuras de más alto perfil del establishment político de Estados Unidos se haya desplazado hasta allí ya es un logro.

Pero si la visita de Clinton se interpreta de ese modo, ello podría ser visto como un signo de debilidad por parte de Obama a los ojos de otros Estados poco amigos de Washington. John Bolton, el ultraconservador ex embajador de George Bush en la ONU, acusó ayer a la Casa Blanca de recompensar con sus acciones a aquellos que se “portan mal”. “¿Cómo puede ser que hayamos enviado a un ex presidente a negociar con terroristas? Es inadmisible”, se quejó. Y ahora que tres turistas estadounidenses fueron arrestados en Irán, se preguntó Bolton en un artículo publicado por The Washington Post, “¿acaso el Sr. Clinton volverá a hacer sus valijas para ir otra vez a agachar la cabeza con nuestros enemigos?”.

* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.

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Las dos periodistas estadounidenses encarceladas en Pyongyang regresaron ayer a suelo norteamericano.
Imagen: AFP
 
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