SOCIEDAD › UN INTENDENTE POLEMICO CON DENUNCIAS POR VIOLENCIA FAMILIAR

La otra mano dura

El intendente de Santa Rosa, Juan Carlos Tierno, maneja la ciudad con mano de hierro. En medio de las protestas salió a luz un episodio de violencia. Los detalles, los testimonios y su respuesta: “No hablo de mi vida privada”.

 Por Mariana Carbajal

El polémico intendente peronista de Santa Rosa esconde otra versión de su mano dura: la de la violencia doméstica. Una ex pareja suya terminó internada durante varios días en una clínica privada de la ciudad, con lesiones y quemaduras de cigarrillos en los pezones y el vientre, según recordó en diálogo con este diario una de las enfermeras que la atendieron. El policía provincial que le tomó declaración contó que fue inmediatamente confinado a una lejana seccional del oeste pampeano y el sumario con la denuncia desapareció. En aquel momento Juan Carlos Tierno ocupaba un alto cargo en el Ejecutivo pampeano, como asesor letrado del entonces gobernador y actual senador justicialista Rubén Marín –además de haber sido miembro de una Comisión de Derechos Humanos– y logró mover los hilos necesarios para borrar las pruebas del horror. “Así es el poder político”, se lamentó con tristeza la mujer, víctima de aquella golpiza, sobre la cadena de complicidades que permitieron ocultar el hecho y dejarlo impune. Hoy, es comprensible, ella prefiere guardar silencio y tratar de hundir en su memoria los tormentosos recuerdos de aquellos días. El episodio no es desconocido en Santa Rosa, pero pocos se animan a dar detalles por temor a represalias. Consultado al respecto por Página/12, llamativamente, la primera respuesta de Tierno fue: “Yo de mi vida privada no voy a hablar”.

“Con sus mujeres no es Tierno”, pintaron en una pared de la ciudad, durante la campaña por la interna justicialista. En la marchas multisectoriales que cada viernes, desde el 13 de enero, convoca a sindicatos, estudiantes, partidos de izquierda, radicales y vecinos autoconvocados, se empezó a colar la palabra “golpeador”, junto con la de “fascista”, para referirse a Tierno. “Lo importante es que se está rompiendo el cerco de miedo”, comenta el periodista Juan Carlos Martínez, veterano militante de derechos humanos de Santa Rosa y editor del periódico local Lumbre, el primero en sacar del silencio las relaciones de Tierno con la violencia doméstica: desde 2005, Lumbre ha dado cuenta de la peor cara de la mano dura de este abogado, graduado en la Universidad Nacional de La Plata, que desde 1983 tuvo diversos cargos en el Ejecutivo provincial con los sucesivos gobiernos peronistas y que ahora por primera vez ocupa un cargo electivo, tras ganar la interna del PJ al ex intendente peronista. El poder le permitió silenciar los gritos de la jovencita, muy bonita, que apenas superaba los veinte años. La chica terminó internada en el Sanatorio Santa Rosa, ubicado en Mitre y Alem, a pocos metros de la casa de Tierno, en el centro de la ciudad.

El episodio ocurrió varios años atrás, pero no por ello pierde gravedad. La muchachita, entonces pareja de Tierno –aunque estaba casado con otra mujer– llegó a la clínica en los primeros días de noviembre de 1984 y permaneció varios días en la habitación 106 del primer piso. Tierno era entonces asesor letrado del ex gobernador Marín y a la vez encabezaba una comisión de Defensa de los Derechos Humanos.

Página/12 habló con una de las enfermeras que le realizó curaciones, luego de que diera su testimonio a Lumbre. “Yo la atendí dos veces a aquella chica... estaba muy golpeada, no podía hablar... le habían quemado los pezones con un cigarrillo. Cuando pregunté quién era el autor de semejante salvajismo, me dijeron en el sanatorio que no preguntara nada, que me olvidara. Me di cuenta de que debía ser alguien con mucho poder pero muy pronto el nombre de Tierno comenzó a correr de boca en boca y recuerdo que el diario La Arena lo identificó públicamente”, relató la enfermera, que apenas se anima a dar sus iniciales, F. E. La enfermera, que dos décadas atrás se iniciaba en la profesión, teme que la mano larga de Tierno pueda afectar su estabilidad laboral en un hospital provincial.

–Pasaron muchos años y en su carrera debe haber atendido varias víctimas de violencia doméstica... ¿por qué se acuerda de este caso? –le preguntó este diario, en la humilde cocina de su casa, donde ceba unos mates dulces, al fresco de un ventilador. Afuera llueve y el agua repica en el techo de chapa.

–Me acuerdo de varios casos como éste. Recuerdo también que tenía los brazos extendidos al lado del cuerpo con hematomas. Me acuerdo que cuando le sacaba con la pinza las gasas de los pezones quemados se quejaba mucho. Tenía el pelo hacia atrás, era muy bonita.

Por las lesiones, sobre el cuerpo de la joven los médicos habían dispuesto un campo quirúrgico, una tela esterilizada sujeta sobre una armazón con forma de arco, para cubrirla y evitar que la tocara.

Tierno estaba casado con su primera esposa, una fonoaudióloga platense –la conoció mientras estudiaba Derecho en la capital bonaerense– a quien este diario localizó y quien confirmó también la historia, aunque prefirió el anonimato. La pareja vivió en Santa Rosa. La separación de ambos también estuvo signada por violencia. La mujer contó que tuvo que “huir” literalmente de la provincia por caminos alternativos para evitar que la mano larga de Tierno le bloqueara el paso. Iba con los dos hijos pequeños que tuvieron ambos, hoy ya veinteañeros. Sus denuncias contra Tierno también misteriosamente desaparecían de la policía, recordó.

Desde el Sanatorio Santa Rosa se comunicaron con la comisaría 1ª de la capital pampeana para que la joven golpeada pudiera denunciar al autor de la paliza. En la habitación 106 se presentó un policía, hoy retirado, cuyas iniciales son J. C., que escuchó el aterrador relato de la muchacha. “Es habitual que en casos de accidentes o lesiones un agente se acerque a tomar declaración a una clínica u hospital”, aclaró J. C. a Página/12. “Cuando volví a la seccional, le entregué la declaración a mi jefe, entonces era el comisario Miguel Gauna. Inmediatamente me comunicó que había sido transferido y ya no pertenecía a la nómina de la comisaría 1ª. Además, me informó que tenía que ir a ver a Tierno, en ese entonces asesor letrado de la gobernación. Ahí, en esa reunión con Tierno me enteré que él había sido el autor de la golpiza. Me dijo que yo me había involucrado en cuestiones íntimas y personales de él”, contó el policía retirado a este diario. Y reveló que fue trasladado ese mismo día a la comisaría de Algarrobo del Aguila, a unos 300 kilómetros al oeste de Santa Rosa, en una zona desértica de la provincia.

La denuncia contra Tierno nunca llegó a abrir un expediente judicial. Pero el caso en aquel momento trascendió de tal modo en Santa Rosa que llevó al bloque de diputados radicales a presentar un pedido de informes al Ejecutivo provincial, a cargo entonces del actual senador justicialista Rubén Marín. La resolución se presentó el 14 de noviembre de 1984, a días de que llegara la muchacha al sanatorio. Y preguntaba si “se tomó conocimiento en alguna seccional de policía de esta ciudad de un hecho criminoso del que habría resultado autor un alto funcionario del gobierno provincial, y víctima una joven santacruceña”.

En los fundamentos del proyecto –a cuyo expediente accedió Página/12–- los diputados radicales decían: “En los últimos días ha circulado profusamente en los medios políticos la versión de que un alto funcionario del gobierno provincial habría protagonizado un hecho criminoso, del que habría resultado con lesiones de consideración una joven vecina de esta ciudad, quien con tal motivo habría debido permanecer internada durante algunos días en el Sanatorio Santa Rosa”. Y en el párrafo siguiente continuaba: “Las citadas versiones indicaban que el autor sería un funcionario que desempeña un importante cargo en el Poder Ejecutivo provincial, integrando, incluso, una comisión de Defensa de los Derechos Humanos. Tales rumores indican nombres concretos de la víctima, del victimario, de funcionarios policiales y de médicos que habrían intervenido en la atención de la lesionada y en la recepción de una denuncia inicialmente radicada por la afectada y a posteriori retirada en razón de presiones recibidas por parte de otros altos funcionarios del gobierno provincial. Todo ello, de resultar cierto, tiene implicancias de tal gravedad que no permiten a este bloque permanecer al margen del problema”. El proyecto de la UCR llevaba la firma, entre otros, del entonces diputado Miguel Angel Vagge, hoy juez de faltas de Santa Rosa. El entonces secretario parlamentario era Rodolfo Mauricio Gazia, hoy ministro de Bienestar Social del gobernador peronista Oscar Jorge. Pero el pedido de informes se aprobó recién ocho meses después de los hechos, el 11 de julio de 1985 (tal vez una forma de protección dada por el oficialismo justicialista a Tierno). Y para ese tiempo ya no quedaban rastros en la policía de la golpiza. Al menos así respondió el Ejecutivo a la Legislatura por nota Nº 896, fechada el 17 de julio de 1985, el entonces ministro de Gobierno y Justicia pampeano, José María Dalmasso, que adjuntó una serie de respuestas de los comisarios de la provincia que negaban la existencia de alguna denuncia contra el alto funcionario que integraba además la comisión de Derechos Humanos. En el momento de presentarse el pedido de informes, el diario La Arena, de Santa Rosa, identificó como el agresor a Tierno.

Pero el ex ministro Dalmasso, ya fallecido, no podía desconocer el hecho criminal que involucraba al actual intendente de Santa Rosa: él mismo llamó por teléfono en los días posteriores a la paliza a la jefa de la víctima para pedirle que ocultara que había estado ausente. La chica trabajaba en la administración provincial. Faltó a su puesto casi dos semanas por licencia médica. Su superior jerárquica era en aquellos años Delia Gette, que se desempeñaba interinamente como juez de paz y también en el Registro de la Propiedad Inmueble. Gette fue diputada provincial del Frente para la Victoria hasta el 10 de diciembre, es abogada y ha expresado públicamente haber sido víctima de violencia en el seno de su hogar. En diálogo con Página/12 y siempre bajo la condición de mantener en reserva la identidad de la víctima, contó: “El ministro de Gobierno me llamó al Registro de la Propiedad Inmueble y me pidió si podía firmar un nuevo parte diario para que no figuraran las ausencias de ella. Yo le dije al instante que no me podía pedir eso. Después que corté me di cuenta de que él era mi superior, pero mis principios no los iba a modificar”. La ex diputada no se prestó a la maniobra de ocultamiento que había prendido ya en otras áreas dependientes del mismo ministro.

–¿Y usted sabía lo que le había pasado a la joven empleada? –le preguntó esta cronista. Gette no teme hablar sin ocultar su identidad.

–Todo el mundo sabía quién le había pegado. Era vox populi que era pareja de Tierno. Pero en ese momento la sociedad no estaba preparada para cuestionar la violencia doméstica. Si hasta muchos le echaban la culpa a ella y el hecho se fue borrando de la memoria colectiva.

¿Estará hoy la sociedad de Santa Rosa dispuesta a repudiarlo por estos hechos? La mujer, que entonces terminó hospitalizada, sigue viviendo en la misma ciudad –a diferencia de la ex esposa de Tierno, que se mudó de provincia– y no quiere que sus hijos adolescentes conozcan esta historia de terror.

Página/12 le preguntó al intendente directamente sobre este hecho. “Yo de mi vida privada no voy a hablar”, contestó. Después de algunos rodeos, lo negó y advirtió que responderá a través de la Justicia. Actualmente está casado con una diputada provincial, Sandra Fonseca.

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Juan Carlos Tierno enfrenta a los vecinos y suele terminar corrido, en este caso con escupitajos.
Imagen: Gentileza diario La Pampa
 

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