El 7 de marzo, Día de la Visibilidad Lésbica Argentina en homenaje a Pepa Gaitán, asesinada en 2010 por lesbiana, inauguró en el Club Cultural Feliza la exposición Identidades lésbicas en historieta. Once autoras feministas, como aquellas pioneras que en los años 60 y 70 rompieron moldes con un lápiz y un papel, presentan páginas inéditas, creadas especialmente para la ocasión, que buscan y encuentran distintas maneras de gritar a los cuatro vientos “soy lo que soy”. La exposición de ese lesbianismo político, natural, y narrado por mujeres sigue siendo nebulosa en la historieta. Es por eso que muestras como la organizada en el festival ¡Vamos las Pibas! son necesarias, y festejables. No hay pitos en la costa ni en las páginas exhibidas, salvo uno largo de goma y multiuso. Siempre erecto y bien predispuesto para sumergirse en océanos de flujo hasta vararse en playas rosadas. Pero cuando uno creía que todo juego con una pija de goma sucedía entre las sábanas, una niña reescribe las reglas, o más bien las tira al tacho, y encuentra en ese objeto del deseo el accesorio perfecto para convertirse en unicornio. Y de la pequeña hija de una pareja de tortas que utiliza un juguete sexual para verse reflejada en el espejo como una criatura mitológica conocemos sin escalas a las lesbianas más rudas del conurbano, con sus borcegos de cuero que rugen a cada paso. No hay motos ni empujones en el pogo, toda la acción y adrenalina puede concentrarse en un momento quieto, donde la cita torta soñada ocurre a centímetros de un inodoro mal oliente. De los besos a la cama, como si su compañera de muestra escribiera la secuela de esa historieta de choque de lenguas adolescentes: un par de amigas apagan la luz fusionándose con la oscuridad, y entre ellas, para escapar de la hétero rutina. Ese debut donde las manos están tan ansiosas como torpes, y la inexperiencia puede ser el lubricante que levanta la temperatura de los cuerpos haciéndolos explotar como motores. Primeros besos y encuentros que no serán los últimos porque los revolcones torteriles son un, intenso, viaje de ida. 

“Lejos del hermetismo, el festival ¡Vamos las pibas! busca despejar prejuicios impuestos sobre las temáticas y estilos de la producción femenina -que son tan variados como autoras existan- incentivar contenidos LGBTIQ+ y mediar como punto de encuentro entre autoras y el público general. Las pibas dibujamos y escribimos. Pero principalmente: lo hacemos como se nos da la gana”, cuenta orgullosa  una de las organizadoras del evento Andrea Guzmán, periodista cultural chilena y baterista de la banda Las Ruidas. Conocida por ser adicta a las paltas y a las comiquitas, y escribir sobre ellas en el suplemento Radar, Guzmán se unió a la fanzinera Agustina Casot para fundar un festival para las autoras mujeres, lesbianas y trans. Lo que comenzó en 2017 como un proyecto entre dos amigas hoy, en su segunda edición, amanece con nuevos y tentadores chiches, entre los que se prometen charlas, lluvia de publicaciones independientes, un mural por la legalización del aborto que se pintará en vivo por las Chicks on Comics y, por supuesto, la muestra curada por Agustina Casot. 

“La muestra surgió como surgió el festival: con la necesidad de generar un espacio propio, y  ese espacio tenía que ser intrínsecamente un espacio lgbtiq, un espacio lésbico. Funcionar como puerta para la inclusión, la militancia, la diversidad y la des estigmatización. Un lugar donde el que está fuera de la norma no es quien es diferente sino quien discrimina”, cuenta Casot, autora de los fanzines Aunque seas mutante me gustás igual, Una novia para Laura y Todas historietas sin lesbianas. Furiosa por no sentirse identificada con los personajes de las historietas que leía de adolescente, Casot empezó a dibujar a todas las lesbianas que no aparecían en sus cómics favoritos. Y qué mejor formato que el fanzine, donde con solo una regla escolar, una trincheta, un pilón de hojas y una engrampadora de guerra, tu voz en forma de trazo puede alcanzar alturas vertiginosas. Viajar de mano en mano, de casa en casa, sin saber cuál será su próximo refugio o dueño temporal.

El final feliz y mitológico de “Strap-on!”, de Majox / Maru Rubín.

 

Participan en la muestra: Agus Tina (Agustina Casot), An Millet, Catalina Minteguia, Constanza Oroza, Femimutancia (Julia Inés Mamone), Lesbilais (Victoria Rubio), Maka (Macarena Garcia Cuerva), Nacha Vollenweider, Sukermercado (Paula Suko), Colorada Majox y Maru Rubín.

 

 

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LAS 10 DIFERENCIAS

Las páginas de historieta posan sobre la pared de manera autónoma, pero fortalecidas con los mundos vecinos, formando una comunidad de miradas mutantes. No se trata de celebrar las similitudes sino las diferencias. La inmensa diversidad de historias, anécdotas y sentimientos que construyen la identidad torta. ¿De qué formas y con qué tonos se puede hablar de visibilizar lo lésbico? ¿Cuántas técnicas y recursos se pueden emplear para plasmar un discurso político sobre los cuerpos y su infinidad de maneras de representarlo en papel? De eso trata la muestra curada por la historietista Agustina Casot, y coordinada por Micaela Soquiransky y Soledad Schönfeld Chalier, donde once historietistas mujeres queers, que trabajan en su obra temáticas LGBTIQ, pensaron la visibilidad lésbica a través de relatos autobiográficos o prestados y de ficciones cómicas que no esquivan el peso de la emotividad. 

¿Existen las fiestas torta en el geriátrico? Paula Suko, alias Sukermercado, demuestra que sí, renunciando a la anatomía hegemónica y a la costumbre de mostrarnos siempre jovencitas y de piel tirante. Entre estrofas de una canción de Sandro, dos amantes jubiladas estallan en un romance acuático. Admirando mutuamente sus cuerpos arrugados en el reflejo de la pileta. “Parte de mi obra es cuestionar cosas, y trato de ser lo más crítica conmigo misma antes de criticar al resto. Empecé con los pelos corporales en las mujeres, luego con los cuerpos y los géneros, y ahora me topé con la edad: las lesbianas también son viejas, de tetas caídas, arrugas y rollos en la malla. La historieta me permite hacer uso de esa influencia visual para embellecer todo eso que siento que necesita tener un poco más de embellecimiento. Lxs gordxs, lxs trans, lxs queers, las peludas, los depilados y todxs lxs freaks a lxs que siempre nos hicieron sentir mal porque no somos como en las revistas: esa es la gente a la que quiero decirles que me parecen hermosxs”, cuenta Paula Suko, quien se pasea entre las convenciones de historieta con un pote de glitter en la mano, poniéndoles las barbas en remojo a los historietistas más conservadores. Y es que esta nueva camada de autoras jóvenes tomó por asalto el micro cosmos del cómic con la misión de dinamitar estereotipos. 

Estas viñetas y la imagen de tapa están tomadas de “First kiss”, de Femimutancia (Julia Inés Mamone).

Retratando a su generación, la autora Macarena García Cuerva (Maka) escenificó su malestar con la representación lésbica que se produce en el séptimo arte. Donde las protagonistas generalmente están tristes o conflictuadas, dejando fuera de plano a una paleta de realidades que pocas veces llegan a la sala de cine. Cero drama, como se titula esta historieta, esquiva el romancitismo o la lujuria sexual para dedicarle varias viñetas a la amistad lésbica. Dos amigas discuten sobre la película La vida de Adele, y la obsesión que tienen los cineastas por caer en el melodrama lacrimógeno o las situaciones sórdidas; ansían fantasía y ciencia ficción lésbica, comedias. Ansían obras, en definitiva, que acompañen y representen su manera de vivir ser tortas, sin angustias, con entusiasmo: cero drama. “El manga Ranma 1/2 me ayudó en el camino y proceso de salir del clóset. En ese momento, en 1999, no caía en por qué me gustaba tanto. Sabía que me hacía estallar de risa, sabía que era polémico y que a mis padres mucho no les gustaba que lo viera o leyera. Un tiempito después caí en que a Akane sinceramente no le importaba si Ranma era chico o chica, y a mí eso me encantaba. Este manga y otros como Sakura hicieron que me tome mi salida del clóset con mucho humor. La tomoyo me decían”, confiesa Macarena con sus anteojos arco iris. Las historietas también son, entre muchas cosas, una forma de encontrarnos con nuestra propia identidad. Y uno de los primeros espacios, junto con otras artes y lenguajes, donde descubrir identidades, formas y relaciones que nos ayuden a escribir la nuestra propia. Antes de acceder a espacios de militancia, entre dejar los pañales y aprender a leer, ya están ahí, en diarios y revistas. Y así como para Macarena fueron los mangas de Rumiko Takahashi y las Clamp los que la ayudaron tirar abajo la puerta del placard con una carcajada triunfal son estas historietas de la muestra las que pueden tener el mismo efecto en quienes las lean. 

Nacha Vollenweider se plantea romper la representación literal de género y elige con qué personajes se identifica o qué rol quiere ocupar. Solo le basta ver la escena más recordada de Titanic para teletransportarse a la proa del barco y abrazar a Kate Winslet, freezando a Leonardo Di Caprio como un iceberg mientras en nuestras cabezas suena la melosa canción de Celine Dion. Hoy cantándole a dos mujeres que se encuentran juntas gracias a la fantasía. Otra forma de revolución. Y de Hollywood viajamos a un rústico baño en algún rincón nocturno de Buenos Aires, el lugar elegido para que una adolescente, hasta ese instante hetero, se tope con su primer beso lésbico y sus ojos se iluminen en forma de tijeretas. “Eramos amigas. Siento que ese beso fue el primero porque fue diferente al resto. Fue la primera vez que sentí que no querían algo a cambio más que un disfrute de ambas. Sentí que eramos iguales. Se dio y de pronto me encontré en un lugar en el que no me había imaginado. Y me encantó”, dice Julia Inés Mamone (Femimutancia), quien se define como transfeminista. 

Por otro lado, An Millet nos advierte en sus páginas que la visibilidad lésbica no solo pasa ni debe quedarse en una Barbie torta o una valijita Juliana para jugar a ser lesbiana, porque “las lesbianas no se venden” reza la pancarta que cierra, contundente, su historieta. La muestra brilla como una gema de once caras. Once facetas de un mismo orgullo torta dibujado. l

El Festival ¡Vamos Las Pibas! tendrá lugar este sábado 10 de marzo desde las 19 en Club Cultural Feliza (Córdoba 3271). La muestra Identidades lésbicas en historieta se puede visitar hasta el 17 de marzo.