Por Silvina Friera

La mamushka mexicana es una pianista disfrazada de acordeonista, una compositora y lectora voraz que podría ser escritora. “Cambié de pie tantas veces, temores y sueños también/ El tiempo pasa dejando huella en mi corazón/ Aunque mi memoria mienta, traigo una historia en mí/ La digo sin darme cuenta, la cuento sin decir”, canta en “Ese camino”, una canción del álbum Algo sucede inspirada en la lectura del escritor noruego Karl Ove Knausgard. Julieta Venegas inaugurará hoy a las 19.30 el ciclo de Letras del Centro Cultural San Martín con la performance Letra y música. Mi vida como lectora, en la que recorrerá su deslumbramiento inicial con Jane Eyre, de Charlotte Brönte, a la construcción de una biblioteca que incluye libros de Franz Kafka, Henry James, John Irving, Anaïs Nin, Paul Auster, John Updike, Norman Mailer, Elena Garro, Juan Rulfo, Jorge Ibargüengoitia, Diamela Eltit, Pedro Lemebel, Belén Gopequi, Javier Marías, Almudena Grandes, Andrés Caicedo, Clarice Lispector y Jorge Franco, entre tantos otros autores que han influido en su educación sentimental.

“Empecé a leer de muy chiquita, pero no fue una entrada a la lectura a lo grande, sino que descubrí que con lo que leía podía imaginar un montón de cosas. Y ahí fue donde empezó mi voracidad en buscar historias para leerlas. En mi casa no había muchos libros; somos una familia más musical, todo el tiempo sonaba música, pero libros no había demasiados”, recuerda Venegas a PáginaI12. “Las historias que más me quedaron grabadas no eran del tipo Caperucita roja y esas más conocidas, sino una que se llama Alejado de la muerte y también De los Apeninos a los Andes, que me impactaron mucho. Me acuerdo que cuando tenía unos cinco años mis papás nos ponían unos discos, que eran cuentos con historias como Aladino, la lámpara maravillosa y La Cenicienta. Esa fue una entrada a las historias desde otro lugar”. Muchas canciones han pasado por la voz de Venegas desde que lanzó su primer disco Aquí (1997). “Mi manera de entender el mundo tiene que ver con que me gusta leer y que mis lecturas me ayudan a veces a desenredar la vida y a escribir canciones. No puedo decir que si no leyera no escribiría, pero sí creo que la escritura de las canciones viene de una necesidad de entender el mundo. Y de la curiosidad también, que es un gran motor porque mi proceso como lectora y como compositora tiene mucho que ver con la curiosidad, con querer saber exactamente hacia dónde estoy yendo con una canción, adónde me está llevando un libro. ¿Qué está pasando ahí? Quiero saber qué pasa en esas páginas, quiero abrir el libro, quiero saber qué visión del mundo hay ahí adentro. Cuando empiezo a escribir una canción, aparece una emoción o un sentimiento: ¿adónde me está llevando esto? Todo viene de mis lecturas: no consumo mucha tele, no consumo muchas cosas fuera de la música, entonces me vuelco mucho a la literatura”, explica la autora de “Me voy”, “Limón y Sal” y “Bien o mal”, entre tantas otras canciones.

¿Qué rastros o huellas se pueden encontrar de las lecturas de Venegas en sus canciones? “En mi primer disco Aquí, hay dos canciones que tienen que ver con dos libros de Elena Garro: ‘Sabiéndose de los descalzos’, inspirada en una frase de la novela Recuerdos del porvenir, una canción poco conocida que después la grabé con la maravillosa Mercedes Sosa; y la otra es ‘Andamos huyendo Lola’. ‘Los momentos’ está inspirada en el poema ‘Lo perdido’, de Jorge Luis Borges. En mi último disco, Algo sucede, hay dos canciones inspiradas en Knausgard por las sensaciones que me causó recordar mi infancia y adolescencia leyéndolo: ‘Ese camino’ y ‘Esperaba’”, precisa la cantante y compositora mexicana. “Cuando me siento a escribir una canción, no estoy tratando de hacer referencias explícitas de mis lecturas porque esas referencias están en mi personalidad, en mi manera de ver las cosas, en mis reflexiones. Las canciones necesitan tener mucho de reflexión cuando las estás haciendo. Me gusta mucho que una canción sume en la parte lírica, que no sea solamente una melodía que se rellena con algo de letra de lo que sea, sino que me gusta que una canción tenga más contenido. Pero que no se desbalancee, que no sea un poema musicalizado ni tampoco una melodía rellenada con la letra que sea. Necesita cierto balance. La música que hago, y la que me gusta escuchar, tiene un balance. Necesito conectar desde el lenguaje. Lo mismo me pasa cuando escribo, necesito trabajar esa parte lírica, que tenga un contenido, pero que tampoco sea solo eso. Una canción es una historia que se cuenta con la melodía y con la letra”.

* Sala AB del C. C. San Martín (Sarmiento 1551), entrada libre.