PáginaI12 En Gran Bretaña

Desde Londres 

La guerra diplomática entre Rusia y el Reino Unido, a la que se sumó Estados Unidos y la mayoría de los países de la Unión Europea, puso al desnudo la mucho más discreta y promiscua relación que mantienen el gobierno de Theresa May, la city financiera de Londres y la elite financiera rusa que invierte miles de millones de dólares en Gran Bretaña vía empresas fantasmas y propiedades registradas offshore.

El principal partido de oposición, el laborismo de Jeremy Corbyn, se puso a la cabeza de la campaña contra esta opacidad financiera que permite a la mafia-cleptocracia rusa y de muchas otras partes del mundo lavar dinero bajo el velo de la respetabilidad “British”. El laborismo halló que solo en Escocia hay más de 17 mil compañías que no revelan la identidad del dueño de las firmas - es decir, que se manejan con testaferros o empresas fantasmas - a pesar de que la ley escocesa lo exige desde el año pasado. “Estamos hablando de lavado de dinero a gran escala de Rusia hacia Escocia y el resto del Reino Unido”, señaló la ministra del Tesoro en la sombra por el laborismo, Abbeliese Dodds.

La National Crime Agency, que lidia con el crimen organizado, estima que unas 90 mil millones de libras de dinero de la mafia circula anualmente por el Reino Unido. No es una cifra menor: cuatro por ciento del Producto Bruto Interno del Reino Unido. Una investigación de una ONG británica que lucha contra la corrupción, Global Witness, señaló recientemente que 85 mil propiedades en el Reino Unido están inscriptas a nombre de una empresa fantasma en un paraíso fiscal.

La proporción es demencial en el corazón de Londres, Westminster: una de cada 10 propiedades está registrada en una guarida fiscal. Muchos de los departamentos y casas están vacíos. En dos de los barrios más caros de la capital, Kensington y Chelsea, el registro electoral ha declinado un 8% desde 2010 en comparación con el aumento de 3% promedio en el resto del país: más propiedades fantasmas, menos electores.

La diputada laborista Margaret Hodge, presidenta de la comisión de cuentas públicas y autora de “Called to Account: How Corporate Bad behaviour and government Waste Combine to Cost us Millions”, señala que la seguidilla de expulsiones de diplomáticos no tendrá gran impacto. “Los intentos de asesinato en Salisbury son monstruosos. La expulsión de diplomáticos, una asistencia limitada a la Copa Mundial y una condena internacional son gestos simbólicos positivos, pero no van a detener actos terroristas inspirados aparentemente por el estado ruso. ¿No sería más efectivo impedir que el Reino Unido sea una guarida fiscal para la riqueza ilegal? Gran Bretaña es la jurisdicción que prefieren cleptócratas, mafiosos y lavadores de dinero rusos y de otras naciones, debido a la debilidad de nuestro sistema regulatorio y al secreto financiero”, señala Hodge.

El fenómeno no es nuevo. El co-fundador de Tax Justice Network, la Red de Justicia Fiscal, John Christensen, señaló a PáginaI12 que este fenómeno es una amenaza a la democracia británica. “La conexión entre la City de Londres se retrotrae a la época de la Unión Soviética y la Federación Rusa. Los funcionarios soviéticos se acostumbraron a usar las facilidades que ofrecía la City como Guarida Fiscal, muchas veces triangulando la circulación de esta riqueza a través de jurisdicciones como las islas vírgenes británicas. Ahora está claro que ser el anfitrión de criminales de este nivel tiene un precio, pero acá en el Reino Unido, si uno subraya ese punto sobre la City, es acusado de antipatriótico. El lado positivo es que hay una reacción a esto como la expresada en los planes de la oposición”, indicó Christensen.

El plan del laborismo toma mucha de las iniciativas de la Tax Justice Network e incluye la necesidad de revelar los dueños reales de las empresas que se encuentran en la City y en la larga red de satélites de la Corona que incluyen jurisdicciones en el Caribe como Bermudas o las islas Caiman y las islas del Canal de la Mancha, como Jersey y Guernsey.

El gobierno de Theresa May no ha dicho nada sobre esto. Las iniciativas que lanzaron los conservadores luego del escándalo de los Papeles de Panamá, que salpicaron al primer ministro de la época, David Cameron, incluían la revelación de los beneficiarios reales (dueños) de las empresas pantalla, iniciativa que Theresa May dejó de lado luego de las elecciones de 2016.

La expulsión de presuntos espías parece ser una táctica menos riesgosa que una estrategia de ahogar financieramente a las mafias. Pasa igual en la lucha contra el narcotráfico o el terrorismo: mucha retórica y exhibición de mano dura, poco impacto real. En el caso británico May y los conservadores quieren evitar un enfrentamiento con ese titiritero en las sombras de la economía británica que es la City de Londres. “En la posguerra el Reino Unido perdió su imperio colonial, pero lo reemplazó con un imperio financiero que fue la base del actual mundo de guaridas fiscales. Es una maldición económica y social, similar a la que experimentan países que dependen de un recurso como el petróleo”, señaló Christensen a PáginaI12.