Las huelgas y los fusilamientos de 1921 son una cicatriz en la historia de Santa Cruz; la tragedia de los huelguistas que reclamaban mejores condiciones de trabajo y fueron masacrados por el teniente coronel Héctor Varela durante el gobierno de Hipólito Yrigoyen todavía duele entre los habitantes de la provincia. Los rastros no están solo en la memoria histórica de la Patagonia: entre la cordillera y el mar distintos circuitos permiten a los viajeros conocer de cerca el derrotero de los huelguistas fusilados. Para recorrer con un ejemplar de La Patagonia Rebelde en la mochila. 

La antigua estación de Puerto Deseado forma parte del recorrido histórico.

PASOS DE HUELGUISTA Entre el Cañadón de los Muertos, a siete kilómetros de Gobernador Gregores, en el centro de la provincia, hasta Jaramillo, a 118 kilómetros de Puerto Deseado, el Circuito Provincial Histórico y Turístico de la Huelga de 1921 recorre distintas estancias, con monumentos y placas conmemorativas que reconstruyen la historia de las protestas. El primer lugar señalizado es la estancia Bella Vista, donde los trabajadores rurales fueron encerrados en un galpón antes de ser asesinados. Los huelguistas debieron cargar el combustible que luego se usaría para quemar sus cuerpos. El circuito comienza en el cañadón donde fueron fusilados, quemados y enterrados en fosas comunes unos doscientos hombres. 

El circuito provincial abarca unos 600 kilómetros que unen la Ruta 40 con la costa. Al dejar atrás la estancia Bella Vista, el recorrido pasa por la tumba de Albino Argüelles, el único de los líderes huelguistas que fue socialista y está enterrado junto a sus compañeros en la Tapera de Casterán, en estancia La Mata, sobre la RP 12. El Potrero de los Finados, en la estancia San José, sobre la ruta 77, es otro de los puntos: ahí también hay varias tumbas comunes y fue encontrada por primera vez la cruz de madera que recordaba a “los caídos por la livertá”, que inspiraría el nombre de otro circuito, con base en Puerto Deseado. El recorrido sigue por el casco histórico de la estancia Los Granaderos, donde además hay un museo y un centro de visitantes, y por las estancias abandonadas La Aída, Santa María, el paraje Tres Cerros y la estación de trenes de Jaramillo. 

El circuito De cara a la livertá evoca con cartelería los hechos de la Patagonia trágica.

DE CARA A LA LIVERTÁ Cuando alguien le dijo que su hijo estaba entre los huelguistas muertos, el peluquero Servando Romero dejó su negocio de Puerto Deseado y fue hasta Jaramillo. Su hijo, que tenía su mismo nombre, había muerto el 23 de diciembre de 1921 en lo que se conoció como “la batalla de Tehuelches”, en la que se “enfrentaron” los soldados del Ejército Nacional y los obreros. Rompiendo una promesa, el coronel Héctor Varela, que estaba al frente de la represión de las huelgas, fusiló a los rendidos, entre los que estaba el entrerriano José Font, a quien llamaban Facón Grande, y el joven Servado Romero hijo. Meses después, su padre lo reconoció en una pila de cuerpos por un pañuelo rojo que tenía prendido en la ropa. Lo cargó en un carretón y le dio cristiana sepultura el 18 de junio de 1922 en el cementerio local, a pocos metros de donde estaba enterrada su esposa. La tumba todavía está en el mismo lugar, en el cementerio de Puerto Deseado, y es parte del recorrido De cara a la livertá, la versión deseadense del circuito provincial, que marca una docena de puntos relevantes con cartelería en español, inglés y braille. 

A pie, el recorrido dura cinco horas y en auto entre dos y tres. El circuito está formado por una docena de lugares históricos que fueron importante durante las huelgas. “El primer hecho de sangre, antes de los fusilamientos de enero del 21, se dio en Puerto Deseado en el año 20. El 17 de diciembre, un ferroviario de 21 años cae muerto frente a la comisaría de un disparo al corazón”, explica Marisa Mansilla, subsecretaria de Cultura de la ciudad.

Mansilla, que fue parte del equipo que durante tres años investigó a pulmón cómo las huelgas atravesaban la historia de Puerto Deseado, cuenta que en el Archivo Histórico Municipal encontraron las libretas sanitarias de las prostitutas catalanas sobre las que Osvaldo Bayer escribió en su libro Las putas de San Julián: “Ellas fueron las primeras en decir “acá pasó algo”, en el momento en que los soldados llegaron a usar sus servicios y ellas los corrieron a palazos al grito de “con asesinos no nos acostamos”. Estas catalanas se habían ido de Puerto Deseado a San Julián en 1919, y sus libretas sanitarias quedaron en el archivo histórico y allí pudimos rescatar sus fotos”.

Otra de las postas del circuito De cara a la livertá es el Cine Teatro Español, donde se realizaban las asambleas de los trabajadores. Los sindicatos más fuertes de Deseado eran el de estibadores, el de empleados ferroviarios y el de oficios varios. El circuito puede continuar en la estación del ferrocarril, un gran edificio de piedra construido en 1909 donde estuvo el coronel Varela con sus soldados armando la estrategia para hacer caer a Facón Grande. Otra de las postas es la antigua comisaría (que ya no es tal), donde fue asesinado el obrero Domingo Faustino Olmedo de un disparo al corazón. Desde la terraza de un edificio descascarado donde hoy hay un supermercado la Guardia Blanca disparaba a los huelguistas. En esa esquina, casi 100 años después, grupos de adolescentes se juntan a rapear mientras cae el sol a ritmo patagónico. En frente, en una plazoleta seca, está el vagón histórico en el que Varela trasladó al soldado Fernando Fischer, el único militar herido en el combate de Tehuelches. El coche reservado Nº 502, construido por la fábrica inglesa Lancaster, fue recuperado por los vecinos de Puerto Deseado, que se resistieron a que dejara la ciudad. En 1980 fue declarado Monumento Histórico Provincial. 

El circuito también pasa por el cementerio de Puerto Deseado, donde se levantan las piezas talladas por los picapedreros yugoslavos que llegaron a la provincia a trabajar con el ferrocarril. Otro de los puntos es el Muelle de Ramón, el primer puerto de Deseado, donde bajaba el coronel Varela con sus soldados. En Puerto Jenkins, en el otro margen de la ría, Varela fusiló a tres huelguistas que había trasladado desde Colonia Las Heras. Algunos edificios, como el del Hotel Argentino, donde los estancieros homenajearon a Varela, y el Cine y Confitería Colón, ya no existen y el circuito los rescata a partir de fotografías que funcionan como disparadores para recuperar su historia. El recorrido también pasa por el Club Junior, donde en aquellos años funcionaba la fonda en la que se alojaban los soldados de Varela. El lugar ofrecía agua fría y caliente y torneos en vivo de pelota paleta, todo un lujo para 1921. 

CAÍDOS EN EL PARAÍSO Cerca del Lago Argentino, a 40 kilómetros del Glaciar Perito Moreno, en la Estancia Anita, un grupo de obreros fue fusilado sobre una gran roca. Las fosas comunes no se encontraron, posiblemente por las condiciones del suelo. Los cuerpos fueron quemados y dispersos, por lo que no quedaron restos -o al menos aún no fueron encontrados- como en otros puntos de la provincia. En esta típica estancia patagónica los obreros fueron retenidos en un gran galpón de esquila y fusilados entre el 7 y el 10 de diciembre de 1921. En el lugar, los recuerda un cenotafio.

Fitz Roy, escenario de los hechos reales y de la filmación de la película La Patagonia Rebelde.

DATOS ÚTILES

  • Aunque las estancias y edificios históricos pueden visitarse solos, recorrerlos acompañados de guías turísticos permite aprovechar al máximo el viaje y que no pasen desapercibidos pequeños detalles históricos que sólo son visibles para el ojo experto. 
  • En la estación ferroviaria de Puerto Deseado también funciona el Museo del Tren, que recupera la historia del nunca concretado ramal que uniría la costa de Santa Cruz con el lago Nahuel Huapi. 
  • Por las bajas temperaturas, el mejor momento del año para hacer los recorridos es el verano o la primavera, con temperaturas agradables y días largos que permiten hacer grandes trayectos.