Quizá los lugares más bellos del mundo sean aquellos adonde no llegan los turistas. Richard Ford, en su primera visita a la Argentina, ponderó las virtudes de Boothbay, el pueblo de Maine cerca de la frontera de Canadá, donde vive junto a su esposa Kristina. “No hay un lugar fijo para ser escritor en Estados Unidos, no hay un rol institucional que ocupen los escritores. La sociedad no te acompaña, no te da una palmadita en la espalda, a menos que te vaya muy bien”, dijo el creador de Frank Bascombe, el personaje que protagoniza la trilogía compuesta por El periodista deportivo (1982), El día de la Independencia (2003) y Acción de Gracias (2006), y que también aparece en los relatos de Francamente Frank (2015). “En el pueblo saben que soy escritor, pero no leen mis libros. Tengo 74 años y siempre me preguntan lo mismo: ‘¿seguís escribiendo?’ ‘Hace 50 años que escribo, creo que sigo escribiendo...’ Pero está bien que no lean mis libros y que me acepten como un ser humano que hace algo”, reconoció Ford durante su presentación en la Feria del Libro junto a la periodista Paula Varsavsky.

El autor de Canadá –novela que gira en torno a un niño y su hermana gemela abandonados porque sus padres deciden que la solución a sus problemas es asaltar un banco y terminan en la cárcel– reveló que escribe en una casa-bote que construyó especialmente. “En invierno es la mejor temporada para escribir; no pasa nada, es una época muy linda, pero hay que aceptar el frío. Si no aceptás el frío, mejor no vayas a Maine”, recomendó el escritor estadounidense ante unas cien personas que lo escuchaban en la sala Julio Cortázar, y agregó que su trabajo ha sido “exceder el regionalismo” para ser “un escritor suficientemente bueno para los Estados Unidos”, que pueda ser leído en la Argentina, en Francia o en Rusia. “En el 68 yo quería ser un gran escritor y no solo ser conocido porque nací en Mississippi. Quería tener todos los lectores posibles del planeta”.

Ford (Jackson, 1944) recordó su amistad con Raymond Carver. “Me enamoré de él cuando nos conocimos en el ‘77, teníamos el mismo sentido del humor. El temblaba un poco porque estaba intentando de dejar el alcohol y trataba de alejarse de sus amigos que eran alcohólicos. El había estado en la bancarrota, tirado en las calles, y creo que me veía como una especie de cable a tierra –comentó el escritor–. Pensó que podíamos ayudarlo, le prestamos plata y tratamos de mantenerlo alejado del círculo vicioso que tenía cuando vivía en Nueva Jersey”. ¿Gordon Lish alteró los cuentos de Carver?, preguntó Varsavsky. El rostro de Ford se transformó al escuchar el nombre del polémico editor. “Es un hombre espantoso, horrible; no deberíamos mencionar su nombre aquí”, advirtió el escritor estadounidense.

Entre ellos, el último libro que publicó Ford, es un texto de no ficción. “Quería que el libro fuera acerca de los hechos de la vida de mis padres, así que traté de hacerlo lo más real posible para ir al hueso de sus vidas, para que se puedan acordar otros de ellos, especialmente ahora que los hechos están siendo puestos en jaque por entidades maléficas –planteó–. Un librito como el mío se basa en que mis padres fueron personas reales. Los hechos ahora se pueden negociar, pero en mi pequeño libro los hechos no se negocian”. Eudora Welty, una escritora sureña que nació en la misma ciudad que Ford, fue importante a la hora de habilitar la escritura como mundo posible. “No la conocí cuando era chico, pero si vivías en Jackson y querías ser escritor, había un permiso otorgado porque era una maravillosa escritora que te daba una libertad muy importante por el solo hecho de tenerla cerca. En un pueblo chico, ser escritor era ser un rebelde”.

El autor latinoamericano preferido de Ford es Jorge Luis Borges. “Lo leo todo el tiempo; tengo una colección de sus relatos al lado de mi cama. Su obra para mí fue liberadora; parecía que todo lo hacía de una manera prístina –precisó el escritor estadounidense–. Espero que se sientan orgullosos de Borges, y no lo digo por estar en la Argentina”.