Yo no lloro. Recuerdo: tenía 19 años. Trabajaba en el estudio contable de mi primo Rubén, en Libertad y Sarmiento. Me había ido a vivir con mi amiga Pato y había empezado a estudiar teatro y Psicología en la UBA, el año anterior. 

A tantos años, y con lo vago que he sido siempre, supongo que estaba sobrepasado de cosas. Me obsesionaba el tema del amor en esa época de la vida.

No recuerdo por qué, fui solo al cine a ver la película. Si no me equivoco era un cine que existía en lo que hoy es el teatro Metropolitan. Tengo pocos recuerdos del film. Me acuerdo de una plantación color púrpura, de que todxs eran negrxs. Que eran dos hermanas adolescentes, que las separan, que una tiene “la suerte” de que la manden con una familia que va a misionar a África, y de criar a los niños de esa familia. A la otra la casan con un viudo con tres hijos, en el sur de EEUU. Seguimos la historia de ella, la que se queda (Whoopi Golberg, Oprah Winfrey era la otra, creo). 

Yo no lloro nunca en la vida, cuando actúo sí, pero lloro con un solo ojo, lagrimeo. Para llorar tiene que suceder que me desborde de un modo absoluto.

 Eso fue lo que me pasó viendo la película, que la recuerdo muy pero muy triste. Ni bien arrancó  yo empecé a llorar y cada vez más, y más. Con ruido, sin poder controlarlo. Pensaba que me iban a venir a sacar del cine por los ruidos estrangulados que me salían de la garganta.  No sé llorar normal.   

También recuerdo que el “tema” era la “liberación” de la esclavitud a principios del siglo pasado, que sufría muchísimo la protagonista, Whoopi, a la que le pasaban las peores cosas que uno puede imaginar. Es adolescente, tiene hijos con su padre, que son dados, y después la casan con un viudo con varios hijos, al que odia y que la maltrata muchísimo,  no quieren que aprenda a leer, entonces no puede leer las cartas que le enviará su hermana desde África. Creo o invento que ella puede con todo, finalmente con la ayuda de su “amiga”, la amante de su marido, encuentran  las cartas  que nunca le habían entregado y puede leerlas, al menos eso creo.

Quiero pensar que el final era feliz. No estoy seguro. Lo que sí me sorprendió mucho ahora que miré los créditos para escribir bien los nombres de las actrices, es que la protagonista, se llama Celie. Mi madre se llamaba Celia.

La volví a ver en estos días. ¡Qué extraña es la memoria!

Whoopi es la protagonista absoluta del film y Danny Glover el marido maltratador. No recordaba eso para nada, y las vueltas de la vida, él o su productora son uno de los tantos productores de Zama de Lucrecia Martel, en la que trabajé.  Oprah no es la hermana, sino la esposa de uno de los hijos de Danny que ella cría, y  la que se rebela y se va con sus hijos cuando la maltrata su marido. La película abarca 30 años. Me gustó mucho ver a Oprah muy comprometida políticamente con su actuación, y mostrando el maltrato físico que padecen las mujeres, cuando no aceptan lo que impone el patriarcado, pagando unas consecuencias tremendas. 

No es sobre la liberación de la esclavitud la película, sino sobre la liberación de las mujeres negras a principios del siglo pasado. Sobre la liberación de las mujeres negras, sobre todo oprimidas por los hombres negros. Una película muy  feminista, con muchas facetas de la opresión machista y patriarcal de todxs sobre las mujeres negras. Me alegró que me haya conmovido tanto siendo un adolescente, hace treinta años, cuando recién en ésa época se estaban traduciendo los primeros libros feministas. También en el film hay mujeres negras que no se someten y no ingenuamente se muestra que son castigadas, golpeadas, matadas o catalogadas de putas, víctimas de consecuencias severas.

Siempre me gustó mucho la raza negra, lxs disidentes, lxs distintxs, lxs que sufren, y la pasan mal: soy del club de ellxs. Supongo que eso fue lo que me conmovió tanto en su momento y por eso ese llanto desconsolado. Hasta hace un par de años, en cuestiones sociales y de derechos habíamos avanzado y fui feliz de vivir esa etapa que no pensé que llegaría. Me entristece mucho ver, en la actualidad, cómo muchos de esos avances, retrocede y siempre las que primero la ligan son las mujeres,  lxs pobres, lxs negrxs, lxs putxs. Y la lista es larga. 

El color púrpura es un gran melodrama, con un final mucho más feliz de  lo que recordaba: la hermana vuelve con los niños que eran los hijos de Whoopi, que estuvieron siempre con su tía y que fueron muy bien educados; Whoopi deja a su marido y se reencuentra con sus hijos: todos ahora logran ser felices. A esa altura imagino que yo relinchaba en el cine.  

Son muy conmovedoras todas las actuaciones, el casting es impecable, y la dirección de actores es sublime. Lxs actorxs negrxs tienen muchísimo para enseñarnos, tienen en el ADN actoral todo el sufrimiento de su historia. Son tremendos. El arte está buenísimo. Todo.

Tampoco recordaba que la música, preciosa, es de Quincy Jones y Lionel Richie.  

Me pareció interesante ver que estuvo nominada a 11 premios Oscar y no ganó ninguno. ¿Era políticamente muy incorrecta para la época?

Ahora no lloré. No me cayó ni una lágrima. Me emocioné un poco sobre el final.

 La vida te endurece.

 Nada es como es, sino como se recuerda.

 Ojalá podamos ser felices.


Carlos Defeo es uno de los más destacados actores del teatro argentino independiente. Se formó con Julio Chávez, Carlos Gandolfo y Ricardo Bartis. Ha participado en obras como De mal en peor y La pesca de Ricardo Bartis, Estado de ira de Ciro Zorzoli, Querido Strindberg soy Nora de Griselda Gambaro, entre otras. En cine participó en Zama de Lucrecia Martel, entre muchas otras. En este momento se lo puede ver en Malambo, el hombre bueno de Santiago Loza y próximamente en La Flor de Mariano Llinás. Hasta hace pocos días se lo podía ver en Fassbinder, todo es demasiado en la sala B del Cultural San Martín. En julio se reestrenan dos obras en las que actúa en el Teatro Nacional Cervantes El homosexual o la dificultad de expresarse y Eva Perón de Copi, dirigidos por Marcial Di Fonzo Bo.