Tres mujeres, tres versiones de la misma historia. Ellas no se conocen entre sí pero confluirán en la muerte y el dolor. Creoenunsolodios es el primer texto que estrena en la Argentina del dramaturgo italiano Stefano Massini y aborda el conflicto palestino-israelí. En el teatro Payró (jueves a las 20.30, San Martín 766), lo dirige Edgardo “El Negro” Millán, con actuaciones de Noemí Morelli, Estela Garelli y Antonia Bengoechea. “El texto lleva a la conclusión de que así no se puede vivir. Lo que hay que hacer es encontrar una solución: no se puede vivir en un estado permanente de guerra. Nos ayuda a reflexionar sobre eso. Sobre la condición humana y cómo llegamos a este punto tan terrible”, dice el director a Página/12.

La escenografía es austera y deja en primer plano a las actrices, de un parejo desempeño, acorde a sus edades y trayectorias, con particular lucimiento de Morelli. El texto es monumental, no sólo por lo extenso sino por la carga de sentido que presenta (humana, política, emocional). Las actrices le hablan al público, en monólogos que se intercalan y van armando la historia. Estas tres mujeres que encarnan comparten cada una su versión, sin interactuar entre sí. Son Eden Golan, profesora de historia israelí (Morelli); Shirin Akhras, estudiante palestina que decide convertirse en mártir (Bengoechea); y Mina Wilkinson, militar norteamericana (Garelli). Juntas aunque separadas, sin empatía posible, relatan acontecimientos sucedidos entre el 29 de marzo de 2002 y la noche del 8 de abril de 2003, cuando ocurre un atentado en un bar de Rishon LeZion. La obra está basada en hechos reales.

Cuenta Millán que trabajó en Barcelona –donde vivió siete años– junto a Lluís Pasqual y Rosa María Sardá. “Sigo su carrera. Son dos referentes para mí. Siempre eligen buen material, con contenido social. Permanentemente estoy atento a lo que hacen. Y cuando me enteré de que estaban haciendo Creoenunsolodios y supe de qué trataba, me interesó mucho. Es un tema que ha estado en toda la vida de uno, desde que era chico”, relata. “Me encantó cómo está escrito”, agrega, destacando la “poética” y “el trasfondo humorístico” que el autor se ha permitido, incluso cuando toca un tema de lo más álgido. Una diferencia con la versión de Pasqual es que aquella era un unipersonal, en el cual Sardá componía a los tres personajes.

Millán, en cambio, prefirió la diversidad y la riqueza de matices que tres actrices bien diferentes podían aportarle. Acertó, porque está verdaderamente fascinado con el trabajo de su elenco. El camino fue “absolutamente placentero”, asegura. Los ensayos se extendieron por tres meses; trabajó con cada actriz por separado y también juntándolas. “Son el corazón de la obra. No existe la cuarta pared, son textos que dicen directamente al público, como una rememoración de un acontecimiento que ya pasó”, describe. “Quería que el espacio fuera neutro. Es un trabajo atípico, porque los personajes no se relacionan. Por lo tanto, uno de los ejes era la palabra en acción. La acción es la palabra misma. Permanentemente tratamos de encontrar imágenes de lo que cuenta cada una para que tuviera consistencia lo que dicen; ése fue el trabajo fundamental”, detalla. Creoenunsolodios está “escrita como en verso y tiene un ritmo muy interno”. Para trasladar al espectador porteño a una realidad tan lejana en términos geográficos y existenciales, hubo “un intenso trabajo de investigación” alrededor del conflicto. 

Para el director, el hecho de que Massini haya optado por poner a tres personajes femeninos en primer plano puede ser interpretado como un signo de época. “Además, las mujeres son las que más sufren el vivir en un estado de guerra permanente, las que más batallan para que no pase. Creo que la obra sería distinta si la hicieran tres hombres. No tendría la potencia que tiene”, opina.

Creoenunsolodios no favorece a ninguno de los pueblos; no toma partido, no denuncia o plantea el conflicto en términos de genocidio al pueblo palestino. “La interferencia de Estados Unidos a nivel militar es responsable del 80 por ciento de los desastres que pasan en el mundo. Yo tomo partido en este sentido. Pero, en general, me interesaba que fuera una obra que no tomara partido por un país u otro, porque de ese modo nos quedamos con una sola parte, y me parece que no ayuda a reflexionar. Me interesa que reflexionemos y se trabaje en pos de encontrar una solución a este tema”, dice Millán. Y concluye: “Así no se puede vivir, en un estado permanente de guerra. La obra nos ayuda a reflexionar sobre eso”.