El fútbol crea mitos a la velocidad supersónica del francés Kylian Mbappé para partir la cancha como un rayo en una corrida eléctrica. Pero también los refuta con la lentitud que arrastra un marcador central condenado a por las gambetas de Leo Messi. Una de las mayores máquinas de generar ilusiones y leyendas para inmortalizar a sus dioses con camisetas refuerza su acervo con canciones. No solamente a través de las reversionadas por los hinchas desde sus trincheras. Al fútbol, a sus héroes, también los componen los músicos con sus letras. 

Hay jugadores iconoclastas, mitológicos, ídolos. Y están los pioneros, los que despertaron cantos que aún hoy se escuchan como el “uruguayo, uruguayo”. Al primero que le festejaron haber nacido del otro lado del río fue a Walter Gómez, un delantero que se apropió del futuro con sus goles entre 1950 y 1955 en River. Llamado a ser un hombre coreado por la tribuna, también podría haberse escrito en su epitafio la canción que le dedicaba la hinchada: “La gente ya no come para ver a Walter Gómez”. Sin embargo, el nombre del primer futbolista que saltó de la cancha a una orquesta fue Bernabé Ferreyra. A ese delantero por el que River ganó su apodo de Millonario, Ernesto Famále le compuso el tema que grabó el 13 de octubre de 1932, La Fiera: “Bernabé con su cañón / Que hoy te supo consagrar / Con justicia y con valor / El que a vos te vio jugar / En los campos del honor / Cada gol sabés marcar / Que aumentás el marcador”.

Si el tango fue la usina iniciática para consagrar la unión entre música y fútbol, el rock nacional fue el gran tributo a los futbolistas. Y cuando no sucedió, la mitología urbana resignificó los sentidos. Una de las canciones más emblemáticas es El anillo del capitán Beto, de Luis Alberto Spinetta. La conexión entre el tema y Norberto Alonso parece obvia, por el apodo del ex 10 de River (“ahí va el capitán Beto por el espacio”) y porque el protagonista de la canción lleva en su nave “un banderín de River Plate”. El Flaco era un conocido hincha del Millonario y fue Juan Alberto Badía, también atravesado por la banda roja, quien colocó la piedra filosofal de la leyenda. 

“Ahí hubo complicidad”, se ríe, sugestivo, Héctor Lorenzo. Pomo, ex baterista de Invisible –el grupo que lideraba Spinetta en 1976, cuando compuso el tema– dialogó con Enganche para diseccionar el mito: “No creo que se la haya escrito al Beto Alonso. Se le acortaba el camino y él necesitaba diseñar uno que tuviera interpretaciones múltiples”. Alfredo Rosso, referente del periodismo rockero, tampoco cree que la canción haya tenido por inspiración a Alonso. Aunque entiende el juego alrededor del mito y cuenta una anécdota: “Una sola vez le pregunté a Spinetta por una canción. Quise saber si en La herida de París se refería a la ciudad o al héroe mitológico. ‘Y… es lo mismo’, me dijo. Él, en una época, era bastante ambiguo”.

En el libro Martropia (Aguilar, 2012), Juan Carlos Diez retrata conversaciones que mantuvo durante cinco años con uno de los más grandes compositores argentinos. 

–¿Conociste al Capitán Beto?

–No. No lo llegué a conocer, aunque intuía que tenía que existir un tipo así. Aparte, cuando él empezó a trabajar en el colectivo y modificarlo para su travesía se encanutó mucho más por temor a que lo descubrieran y lo boicotearan. Imaginate.

–¿Cómo se llamaba? 

–Heriberto Aguirre 

–¿Por qué largó el colectivo? 

–Dejó de ser un colectivero una noche en que la cana quiso usar su colectivo para llevar pibes detenidos, a la salida de un concierto del Flaco Spinetta. El motor se paró porque, en Beto, hombre y máquina se conjugaban. Bajó y les dijo a los canas: “No me arranca más”. Muy pícaro el hombre. A él no le importaba un pito que el concierto fuera de Spinetta o de Agustín Magaldi. No le parecía bien que le usaran el colectivo para trasladar detenidos, y menos si eran jóvenes. Se dio cuenta de que estaba todo podrido y como argentino no lo quería permitir. 

Al Beto Alonso le aseguran en un programa de Fox Sports que Spinetta le dedicó la famosa canción. El ex futbolista, campeón un año antes de que se compusiera el tema, en el Metropolitano y Nacional del 75 –entonces River cortaba la peor racha de su historia: 18 años sin dar una vuelta olímpica–, no contradice al periodista Marcelo Benedetto y recuerda: “Una vez el Flaco Spinetta fue a la concentración de la Selección, en el 78, y dijo ‘muchachos, yo tengo un ídolo: el Beto Alonso’. Yo me moría de la vergüenza. Después lo invité a mi casa de Florida a pasar una tarde”. 

Pomo Lorenzo dice que el personaje Beto y el banderín de River de la canción de Spinetta “son dos elementos para que la gente juegue con esa moneda de dos caras”. Pero advierte: “Luis nunca escribiría algo tan obvio”. Sentado en el café Don Juan, de La Paternal, hace su propia interpretación: “El mensaje es subliminal y múltiple. La canción habla de una nave hecha con dos chapas. Para mí es autobiográfica. Él es el capitán Beto. Es muy del argentino eso de atar todo con alambre, pero a la vez con la capacidad de volar”. Al final, el músico que asegura no tener pasión por el fútbol, pregunta con la fuerza del acierto: “¿En esa época el Beto Alonso era capitán?”. Y lanza una carcajada como si supiera, de verdad, que la cinta en el brazo en aquellos años en River la llevaba Roberto Perfumo.

Alguna vez Spinetta señaló en la biografía Crónica e Iluminaciones (Planeta, 2014), de Eduardo Berti, que se inspiró en una obra cinematográfica de Jean Paul Sartre para escribir “El anillo del capitán Beto”.Como quien construye una leyenda con devoción poética también explicó, en una entrevista televisiva: “Una vez estuve con el Beto y le dije que no la había compuesto pensando en él. ¿Cómo le iba a mentir? No se puede gambetear a un 10 majestuoso como él”.

Un termómetro de la popularidad de los ídolos es su reflejo entre los artistas y las fábulas a su alrededor. La liturgia maradoniana incluye más de 50 canciones dedicadas a Diego, que lo convierte en el futbolista con más temas personalizados. Pero de ese Spotify exclusivísimo, hay una canción que no es para Maradona, más allá de las creencias. “Y dale alegría a mi corazón”, de Fito Páez, está ilustrada en el disco Tercer mundo por una de las imágenes más icónicas de México 86: Diego levantando la Copa del Mundo. Y sin embargo la canción grabada en 1990 no es un pedidode júbilo a Maradona. Recién separado de su entonces gran amor, el cantante rosarino le canta uno de sus hits a Fabiana Cantilo: “Para cada canción de Tercer Mundo se hizo una tapa distinta y la de ésta era una foto de Maradona. Era la época en la que a él lo metieron preso por la cocaína y de manera espontánea la canción se transformó en una especie de himno. Pero es cierto que yo hice el tema por otra cosa: estaba dedicado a Fabi”. Casualidad o como huella indeleble del mito, “Y dale alegría a mi corazón” es la canción número 10 de aquel álbum.

De las canciones dedicadas a Diego para encabezar la lista de un ranking, sin importar el orden, podrían estar Santa Maradona (Manu Chao), Maradona Blues (Charly García), La mano de Dios (Rodrigo Bueno), Maradona (Andrés Calamaro), Maradó (Los Piojos) y Dieguitos y Mafaldas (Joaquín Sabina). Maradona, nunca neutral, eligió la suya: “La mejor es la que me hizo Rodrigo”. 

Si Messi es lo más parecido a Maradona en una cancha de fútbol, su periferia también estámusicalizada por una cantidad suficiente de canciones propias como para un disco doble. Más de 30 están escritas en honor al 10 del Barcelona. A Diferencia de Diego, que fue abrazado por el rock, a Messi –los tiempos que corren- lo celebra la cumbia. Desde Sergio Torres (La octava maravilla) a El Polaco (La zurda de oro) y bandas como La banda del Tigre Ariel (El pie de oro llegó) y Los Búhos (Messi) dedicaron sus letras al hombre que también elige su playlist en base a artistas de la movida tropical. 

De los salieris de Messi en el reciente Mundial de Rusia también hay temas para Sergio Agüero, Gonzalo Higuaín y Marcos Rojo. Los tres suenan entre los acordes de la cumbia. Al delantero del Manchester City lo homenajearon Los Leales, sin eufemismos, con “Kun Agüero”; al 9 del Milan le compuso una canción el grupo Soleado, que en el comienzo del tema dice “La sangre tira, la sangre tira/Pipita Higuaín es de mi Argentina”. Al defensor que marcó el gol ante Nigeria que valió el pasaje a octavos de final en Rusia 2018 le dedicó un tema post Brasil 2014 el Polaco. En el León Rojo, lo describe en una de las estrofas: “Despeja de rabona desde el punto del penal / Te sube por la izquierda / Te clausura el lateral”. 

El caso paradigmático entre los argentinos es Carlos Tevez. El futbolista que hace un culto de la amistad, que se aferra a la cultura del barrio como una forma de vida, que reivindica Fuerte Apache como su lugar en el mundo, que alguna vez fue considerado el jugador del pueblo tiene su propio tema: como una declaración de principios y un modo explícito de reconocerlo, Piola Vago le dedicó A Carlitos Tevez. Amigos de la infancia, suelen cantarle a Tevez y con Tevez. Al ídolo de Boca se lo vio en algunos escenarios junto con el grupo del que se siente parte. Porque el fútbol, esa máquina de generar ilusiones, a veces se canta a sí mismo.