“Mi primera cocción era intomable. ¡Pero era cerveza!” cuenta Aníbal Loggia, presidente de la Cámara Argentina de Productores de Cerveza Artesanal (Capca). “Empecé hace 15 años, cuando recién se iniciaba la actividad. Lo vi como un negocio a futuro. No hice ningún curso. Empecé a preguntar y conseguí una receta, y en base a esa receta hice mi primera cocción que era horrible, pero era cerveza. El milagro había ocurrido. Trabajé mucho ajustando para que salga algo tomable, y ocho años después hice mi primer curso”, aclara. 

Lejos de sus inicios, ya ganador de varias premios en competencias nacionales e internacional, el titular de la Cámara y el artesano detrás de la marca La Loggia, explica que lo que lo sedujo fue intentar hacer algo que nadie sabía hacer acá: cerveza. “Me gusta cocinar, soy cocinero de familia numerosa y hacer cerveza es, para simplificar, hacer una sopa, cocinar. Es creativo, tenés muchos estilos para jugar y tratar de sacar algo diferente”.

Además de elaborador, Loggia es autor de un libro que provoca desde su título: Cómo hacer una buena cerveza de la manera incorrecta. “Por qué el nombre, porque cuando hacemos nuestra primera elaboración nos equivocamos. Los cursos te enseñan a hacer cerveza, pero cuando te fuiste y tuviste el primer error se complica. La idea del libro apunta a salvar la producción, por eso al final hay teléfonos de brewmasters de todo el mundo a los que llamar para solucionar los problemas”, señala el ‘cocinero’.

La otra actividad que acapara su tiempo es la de presidir Capca, la organización a nivel nacional fundada hace dos años y medio. “Es una cámara de inclusión, no tenés que hacer cerveza para hacerte socio. Está integrada por todos aquellos que de una forma u otra están relacionados con la cerveza artesanal. Proveedores de malta, de lúpulo, el metalúrgico que fabrica equipos, todos están asociados, porque entendemos que este sector, y desde que empezó la movida, necesita unión”, sostiene, al mismo tiempo que resalta que desde que se fundó la Cámara trabajan para “darle una mano a los microcerveceros y conseguir una ley que permita regular y unificar criterios, porque habilitar una fábrica puede ser un dolor de cabeza, poner un local de recarga, un growler, un doble dolor de cabeza porque no está legislado”. 

Para el especialista, la producción de cerveza artesanal está en apenas el 2,5 por ciento del mercado a nivel nacional, es decir, con un amplísimo terreno por delante para disputar a las industriales, y con una calidad de nivel internacional. 

“Hay estándares que respetar para hacer una cerveza dentro de un estilo y cuanto más se asemeja, mejor calificada está en las competencias internacionales, que otorgan medallas y un puntaje que dice si tiene que ser mejorada o es ejemplo a nivel mundial. Y catadores de Bélgica, Estados Unidos, Alemania, entre otros, han determinado que tenemos cervezas de ejemplo mundial”, remarca, y apunta que en ese sentido “Latinoamérica ha demostrado ante el mundo que es capaz de producir cervezas de primerísimo nivel”.

Si embargo, el cervecero apunta su dardos contra la industria. “Quieren ganar el mercado vendiendo cerveza llena de conservantes químicos. Con el boom de las artesanales, empezaron a largar estilos nuevos. En diciembre estuve en Holanda y no deje de visitar Heineken. Sabés cuántos estilos nuevos tiene... ninguno. Cuando llegás a Holanda, un holandés te dice esta es nuestra cerveza, y a nosotros nos da vergüenza decir lo mismo porque fueron degradando la calidad, enseñándonos que había que tomarla fría y que había uno o dos estilos”.

Pero pelear el terreno con una multinacional es difícil, por eso Loggia remarca que “la unidad de los cerveceros es fundamental para permanecer en el mercado más allá de los problemas económicos actuales con insumos dolarizados”, y sostener un movimiento que genera una mayor cantidad de empleos por litro producido que la cerveza industrial y que permite estimular las economías regionales.