El próximo 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer Trabajadora, tendrá una fisonomía distinta. Las mujeres volverán a tomar masivamente las calles, en un paro internacional de mujeres, con movilizaciones, como adelantó a fines del año pasado PáginaI12. Ayer se lanzó la convocatoria en el país desde el Colectivo #NiUnaMenos, con amplia repercusión. Pero se está gestando una articulación global en una treintena de ciudades de países latinoamericanos, europeos y Estados Unidos. La medida de fuerza, inédita, busca denunciar la desigualdad histórica de las mujeres en la sociedad y sus múltiples consecuencias: desde las violencias machistas –y su expresión más extrema, los femicidios– hasta las muertes por abortos inseguros, el trabajo doméstico y de cuidados no remunerado, que recae mayoritariamente sobre sus espaldas, la brecha salarial en relación a los sueldos masculinos, y la precarización laboral. Las demandas tendrán su propia impronta y modalidad de adhesión en cada lugar, con un denominador común: se trata de una respuesta a la actual violencia social, legal, política, moral y verbal experimentada por las mujeres en distintos territorios y latitudes.

“Este 8 de marzo la tierra tiembla. Las mujeres del mundo nos unimos y organizamos una medida de fuerza y un grito común: Paro Internacional de Mujeres. Nosotras Paramos. Hacemos huelga, nos organizamos y nos encontramos entre nosotras. Ponemos en práctica el mundo en el que queremos vivir”: comienza el llamamiento difundido ayer en redes sociales desde #NUM. La propuesta es que el paro comience a partir de las 13, con posterior movilización desde el Congreso a la Plaza de Mayo. En distintas ciudades del país, organizaciones de mujeres y otros colectivos están definiendo las formas como se sumarán. Además de la marchas, en la discusión internacional se está barajando, por ejemplo, la posibilidad de boicotear ese día a las empresas que usan el sexismo en sus publicidades o en su enfoque hacia las trabajadoras, y el escrache a personajes públicos misóginos, como posibles formas de adhesión. 

El llamamiento difundido por #NUM señala: “Nos apropiamos de la herramienta del paro porque nuestras demandas son urgentes. Hacemos del paro de mujeres una medida amplia y actualizada, capaz de cobijar a las ocupadas y desocupadas, a las asalariadas y a las que cobran subsidios, a las cuentapropistas y a las estudiantes, porque todas somos trabajadoras”. 

Después del paro de mujeres del 19 de octubre se produjo una fuerte resonancia internacional, en la que grupos de mujeres activistas de distintas partes del mundo comenzaron a tejer alianzas para construir un momento conjunto de lucha, precisó la socióloga e investigadora María Pía López. “Pensamos el paro como un llamado de atención contra una ofensiva neoconservadora que intenta ir contra derechos, libertades y vidas. Esa ofensiva implica una suerte de caza de brujas y repone principios misóginos y racistas. Va desde discursos públicos y medidas políticas hasta el femicidio”, explicó en diálogo con PáginaI12 María Pía López, integrante del colectivo de periodistas, escritoras, y ensayistas desde donde se organizó el primer paro de mujeres en el país (19 de octubre), en articulación con sindicatos, agrupaciones políticas, estudiantiles, las campañas por el Derecho al Aborto y contra las Violencias, entre otros espacios, luego de las masivas movilizaciones del 3 de junio de 2015 y 2016.

En la convocatoria lanzada por #NUM, se enumeran las razones de la medida de fuerza. Entre otras: “Paramos porque nos faltan las víctimas de femicidio, voces que se apagan violentamente al ritmo escalofriante de una por día sólo en la Argentina. Nos faltan las lesbianas y travestis asesinadas por crímenes de odio. Nos faltan las presas políticas, las perseguidas, las asesinadas en nuestro territorio latinoamericano por defender la tierra y sus recursos. Nos faltan las mujeres encarceladas por delitos menores que criminalizan formas de supervivencia, mientras los crímenes de las corporaciones y el narcotráfico quedan impunes porque benefician al capital. Nos faltan las muertas y las presas por abortos inseguros”.

–¿Cómo se inscribe esta nueva convocatoria después de la multitudinaria marcha de mujeres en Washington del último sábado, con réplicas diversas ciudades del mundo? –le preguntó PáginaI12 a Verónica Gago, investigadora del Conicet y docente de la Unsam, también parte de #NiUnaMenos: 

–La marcha de las mujeres de este fin de semana en Estados Unidos y en otras partes del mundo exhibió una política más allá de las urnas, en repudio a la campaña y las promesas de Trump contra migrantes, mujeres y personas trans, y mostró a la vez una expresión festiva y burlona del desacato. Esas imágenes y discursos –que circularon por todos lados– nos envuelven en esta marea que va más allá de las fronteras –como le dicen las compañeras italianas– y nos muestra de nuevo la fuerza y la escala global del movimiento. Al calor de este ciclo y en vistas al 8M, estamos haciendo una coordinación entre 30 países, el texto del llamamiento ya está en árabe y en chino, en mapudungún y en portugués, en inglés y en griego, y hay compañeras traduciendo al quechua y al aymara, entre otras lenguas. Se trata de una coordinación que es a la vez de redes y de cuerpos, de movimientos sociales y de sindicatos, de autoconvocadas y de activistas de la diversidad. La internacionalización del movimiento de mujeres disputa la idea de que la única legitimidad de movimiento y de construcción a escala global sea la del capital. 

–¿Cuál es el espíritu de esta convocatoria al paro internacional en el país?

María Pía López: –Nosotras consideramos el femicidio como la punta del iceberg de un sistema de violencias y venimos denunciando el conjunto de situaciones en las que ese sistema se inscribe. Paramos por las mujeres que nos faltan –las asesinadas, las que murieron en abortos inseguros, las que están secuestradas en redes de trata y explotación, las militantes encarceladas, las presas por delitos de pobreza– pero también por todas nosotras, porque sobre las mujeres recae el mandato del trabajo no remunerado en la casa y en el cuidado, porque cobramos en muchos ámbitos menos que los varones, haciendo igual trabajo, porque somos las más afectadas por políticas de ajuste económico. Paramos porque creemos que a la crueldad se le contesta con más feminismo y con más organización. Un paro es una medida de fuerza pero también de construcción de una fuerza, de evidencia de esa fuerza común, de la que formamos estando juntas. En el paro del 8 esperamos que resuenen los conflictos que atraviesan distintos sectores sindicales y organizaciones, que resuene desde el reclamo mapuche por las tierras hasta la defensa de la ciencia y del trabajo, la situación de las despedidas y las que tienen trabajos precarios, las migrantes y las perseguidas. Que el paro recoja las tradiciones de lucha, los pañuelos de las Madres, las libertades que faltan, los deseos de todas. Acá tendrá su color y sus palabras, y otras en cada uno de los países. En esa polifonía, sin embargo, se reconocerá un texto común: ¡decimos basta!


Los puntos del llamamiento

El llamamiento al paro internacional de mujeres en la Argentina es para denunciar:

  • Que el capital explota las economías informales, precarias e intermitentes de las mujeres.
  • Que los Estados nacionales y el mercado las explotan cuando se endeudan.
  • Que los Estados criminalizan los movimientos migratorios femeninos.
  • Que las mujeres cobran menos que los varones y que la brecha salarial promedia el 27 por ciento.
  • Que no se reconoce que las tareas domésticas y de cuidado son trabajo que no se remunera y suma, al menos, tres horas más a las jornadas laborales femeninas.
  • Que esas violencias económicas aumentan la vulnerabilidad de las mujeres frente a la violencia machista, cuyo extremo más aberrante son los femicidios.
  • “Paramos para reclamar el derecho al aborto libre y para que no se obligue a ninguna niña a la maternidad. Para hacer visible que mientras las tareas de cuidado no sean una responsabilidad de toda la sociedad nos vemos obligadas a reproducir la explotación clasista y colonial entre mujeres. Para salir a trabajar dependemos de otras. Para migrar dependemos de otras. Paramos para valorizar el trabajo invisibilizado, que construye red”, dice la convocatoria.