Los vecinos de Villa Crespo repudian la construcción del microestadio de Atlanta porque denuncian que no se tuvo en cuenta el impacto ambiental de la obra, porque no se realizó la correspondiente audiencia publica para escucharlos a ellos y a los especialistas y porque el barrio se desbordará cuando se realicen los shows y circulen por él el doble de sus habitantes.

Indignados porque se enteraron de la noticia por una nota publicada en el diario La Nación en marzo pasado, en la que se precisaba que en el club Atlanta estaban construyendo un microestadio para 16 mil personas, el doble de gente que entra en el Luna Park, los vecinos se organizaron y movilizaron para visibilizar el tema.

Además coinciden en que fueron ninguneados por el gobierno de Horacio Rodríguez Larreta, que nunca les informó de este proyecto y mucho menos los tuvo en cuenta a la hora de decidir entregar tierra públicas para un negocio privado que le alterara la vida cotidiana y devaluara sus propiedades.

Una vecina comenzó a dejar volantes debajo de las puertas y así se fueron sumando uno a uno quienes hoy conforman el espacio Villa Crespo contra el Microestadio, tal como se los puede encontrar en Facebook.

Gustavo Perrone, que vive frente al club de Atlanta y fue uno de los primeros en integrar este espacio, admite que “muchos vecinos no tienen la menor idea de lo que están construyendo”, que saben que habrá un estadio pero no las condiciones y el “negociado” que existe detrás. 

Perrone es veterinario y profesor universitario. Está activo en el reclamo contra el microestadio desde 2012. Dice que intentó reunirse con legisladores, “con gente del Poder Ejecutivo y no hay caso”. 

“No te escuchan, o te derivan, o te quieren hacer sentir que lo que te molesta es una pavada. O no te dejan hablar, directamente”, contó Perrone a PáginaI12. Además, recordó que la idea inicial era que los terrenos en cuestión se usaran para “actividades sociales y deportivas y a cambio, el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires iba a construir una escuela y un parque público. Es como si mañana dijeran que los bosques de Palermo se lo vamos a dar Clarín para que haga recitales ahí”, ironizó Perrone.

Ingrid de Jong, antropóloga e investigadora del Conicet, señala que se empezaron a reunir para ver qué posibilidades había de frenar la construcción del microestadio de esta empresa que, aclara, “de micro tiene poco”. “Esto es prácticamente como una venta sin impuestos. Dentro de 40 años vamos a ser muy viejitos o no vamos a estar. Ni la comunidad, ni el Estado de Buenos Aires, que somos todos nosotros, se está beneficiando con nada”, indica la antropóloga. Y añade: “Hay muchas cuestiones oscuras de las que no ha habido explicaciones”.

En cuanto a los vecinos que no quieren encarar la instancia judicial por temor a que sus propiedades sean embargadas, Ingrid de Jong dice que “si uno sale perdiendo, puede terminar pagando el lucro cesante del empresario, y la diferencia entre el capitalito que uno pueda tener con su propia vivienda y el lucro cesante de este estadio es abismal”.

La antropóloga reclama que “el Estado explique cómo una tierra que es de la soberanía de todos los de la ciudad de Buenos Aires se la cedió al club para que se lo alquile a un tercero, una empresa internacional que construye los estadios Arena, AEG Worldwide, y a La Nación, que pueden usarlo durante 40 años pagando un canon mensual a Atlanta y sin pagar ningún otro impuesto”.