“Nosotros entramos al cuartel el lunes a las 6 de la mañana, y nos rendimos el martes a las 10. En todo el enfrentamiento de ese día y esa noche no hay compañeros que hayan sido tomados prisioneros con vida. Los únicos fuimos los que nos rendimos al final. O sea que a todos los heridos en ese transcurso los han matado, fueron asesinados, y los dos compañeros que muestra la televisión rindiéndose, José Díaz e Iván Ruiz, son tomados prisioneros el lunes a la tarde y están desaparecidos.” El relato en primera persona es de Claudio Rodríguez, uno de los militantes del Movimiento Todos por la Patria (MTP) que ingresó hace 30 años al cuartel de La Tablada. Ayer se realizó un acto del Ejército por los militares caídos durante la recuperación del regimiento, del que participó el secretario de Derechos Humanos, Claudio Avruj.

“A dos de los que se rindieron conmigo, (Francisco) Pancho Provenzano –que pactó la rendición con Arrillaga– y Carlos Samojedny, los separaron del grupo y hoy están desa- parecidos. Cuando se habla de desa- parecidos en democracia, no se menciona a los desaparecidos en La Tablada. ¿Por qué no se habla de ellos?”, completó Rodríguez, en diálogo con Canal Abierto. 

Joaquín Ramos, también sobreviviente y ex integrante del MTP, tenía 19 años cuando participó del copamiento. “El gobierno de Alfonsín estaba perdiendo poder, jaqueado por el partido militar y los grupos económicos, y la situación era muy inestable. Pensamos que con una acción importante podíamos volcar el rumbo del país hacia el lado del pueblo”, dijo. “Algunos compañeros habían participado de las luchas en Nicaragua y Guatemala, eran los oficiales, pero la tropa no teníamos preparación militar”, agregó. Ramos estuvo preso una década en la cárcel de Caseros. “Fueron años muy duros, de mucha soledad política e incomprensión, que incluso dura un poco hasta hoy, pero nos mantuvimos muy unidos, aprendimos inglés, cocina, yoga, yo estudié marxismo. Era un lugar de militancia y resistencia”, dijo.

Ramos recordó que a la mañana del 23 de enero del 89 ya sabían que la operación había fracasado y, herido, pensaba que se iba a morir. “El show del horror que montaron los militares con las bombas de fósforo y la masacre de los compañeros se podría haber evitado, nos podían haber rodeado, cortado el agua y listo, reprimieron con el objetivo de que nunca más nadie se animara a nada”, reflexionó. Consultado sobre una autocrítica, respondió que “los militares eran un poder en sí, los compañeros más grandes respondieron con el bagaje de su experiencia de los años 70 a esa situación de inestabilidad. La acción salió mal, eso es cierto, no reivindico eso, pero sí el espíritu revolucionario de los compañeros. Hoy lo que hay que rescatar es el juicio por la desaparición de José Díaz, los militares nunca entregaron su cuerpo y ahora sale a la luz el camillero que desarmó todo el discurso del encubrimiento para ocultar las desapariciones de La Tablada, si conseguimos ganarlo iremos por los otros tres desaparecidos en democracia”.