¿Quién te dijo que hay una fiesta? Tal vez sea aburrido. Mal jugado. Nervioso, opaco y técnicamente mediocre, pero es lo que somos. Una excusa más para nuestros mambos. Un partido de futbol que simboliza nuestro momento, no nos da lo mismo ganar o perder. Ese miedo, esa tragedia de temer la derrota nos hace reaccionar con toda la miseria. Somos feos, sucios, inescrupulosos. El miedo a perder el clásico saca la peor pus de nuestra cultura.

Nos miramos feo, nos odiamos, aplaudiremos la trampa, justificamos la compra de la justicia para que sea injusta y corrupta, alardearemos de las arengas bravas de vestuarios porque al otro hay que romperlo todo, cueste lo que cueste, dando la vida por verte campeón. Ganarles a ellos. El polvo que salva todo lo malo que podamos vivir fuera del fútbol.

Y a esos colores de enfrente los odiamos de por vida. No los queremos ni adentro ni afuera de la cancha. Ni en una silla playera, ni en la suela del zapato, ni en la etiqueta Nike de la camiseta. El rojo y el negro, el azul y amarillo. Emblemas bélicos para toda la vida.

Te provoco, me provocas, te insulto, me insultás, te hago trampa, me hacés trampa. Desde la Barra a los Presidentes. A nadie le interesa que el mundo fútbol sea distinto. Porque ganarle a ellos es el mejor polvo del año.

Transitando el cansancio de ver como el ámbito social del fútbol nos degrada, nos quita belleza y sobre todo nos hace más fascistas (ideológica y culturalmente) deseo con imposibles. Para transformar crisis los contemporáneos deberemos pagar costos. Sin exagerar los fanatismos que justifican más odio, más negocio, más custodia, más intereses lejos del juego, el talento y la belleza del deporte.

Si hoy los que juegan lo hacen por plata. Antes, durante y después. Es su laburo. Viven de eso y solo se conmoverán si ese status quo es quebrado por un puntaje períodistico bajo que le haga caer su cotización profesional.

Que el humo real sea el de los choripaneros de la puerta.

Pagar costos para ser distintos. Soy un canalla hijo de un viejo que vivió y murió leproso esperando la excusa para hacerme algún chiste de ocasión. Mis hijos son más fanas que yo. Mi terapeuta es un lepra que espera su revancha para gastarme. Con mis compañeros de fútbol tenemos un grupo aparte en el whatsapp donde traficamos gastes de Ñuls para que nadie se ofenda. Mis amigos de Ñuls nunca me cargaron por el descenso. Desde hace tiempo he decidido pagar costos para que la cosa sea distinta. Como antes. Como cuando esto era una fiesta. Si es que en algún tiempo lo fue.