Un gallego y un murciano llevan a un argentino en el baúl de su coche. No se trata de un chiste sino de la escena inicial de Matadero (Cablevisión Flow). Además aquí el de Galicia es un sicario y el “sudaca” no es el más vivo. En todo caso, la ficción es una broma aguda y en sus diez episodios (la primera mitad ya se puede ver por la plataforma paga) se despacha con un alto octanaje de violencia, cerdos y la necedad de sus miembros. “Decimos que es un thriller ibérico ya que queríamos alejar esta serie del thriller americano. Suele estar el deje de imitar esa estética y género pero aquí la intención es claramente distinta. Queríamos plantear la historia en un pueblucho de la España profunda y con otra imagen. Que fuera muy autóctono y a su vez siguiera las líneas del formato”, repasa su director Jordi Frades, entrevistado por PáginaI12, sobre la actual sensación de la televisión española. 

El escenario es el de Torrecillas, comarca que vive del jamón entre pastizales y las gigantografías de toros al costado de la carretera, donde habitualmente no sucede nada hasta que lo hace con toda la fuerza. Los dos responsables son Francisco (Antonio Garrido) y Alfonso (Pepe Viyuela). El primero es un truhan ambicioso que importa cerdos de Portugal, motivo por el que desata el odio entre la competencia. El otro es un veterinario chantajeado por su cuñado, el propietario del matadero que lo usa para certificar productos de dudosa calidad, víctima de las circunstancias, de su propia cobardía y de querer salir de su zona de confort en el momento menos indicado. Cuando los dos hitmans del inicio den con un animalito que lleva empaquetado varios kilos de cocaína en su estómago, la ficción se convertirá en una secuencia de enredos, imposturas autonómicas y yerros. “Ante dos opciones estos personajes siempre eligen la peor. La estupidez es un gran elemento”, concede Frades.  

Los localismos de Matadero, por otra parte, calzan con precisión y el tono de comedia seca se desprende de las situaciones sin recurrir a gags, slapstick o a tics de los protagonistas. “Es un thriller que le sucede a gente normal, las respuestas y las armas que tienen no son de personajes de película sino dentro de su propia cotidianeidad”, apunta el director. Los cerdos en este caso son la excusa porque el verdadero matadero será de humanos en una aldea pintada en rojo y amarillos. “La cargamos de elementos iconográficos que normalmente se evitan en los thrillers como para pretender que todos estuviéramos en Nueva York. Quisimos reivindicar esa autenticidad de nuestra tierra y sus personajes: el rico del pueblo que tiene nostalgia franquista, la guardia civil más moderna, el vinito Ribera del Duero. Es un thriller y una serie muy loca que tiene la referencia de lo que han hecho de los Coen a Breaking Bad o a Tarantino. Pero desde el entorno, el guión y la imagen queríamos hacerlo plausible a nuestra idiosincrasia”, plantea Frades. 

–¿Entonces Matadero es Fargo pero en un pueblito de Castilla?

–Desde que vi la película de los Coen que tenía ganas de hacer algo así. Y luego con la serie pues mucho más. El reto era un poco ese. ¿Se podía hacer un retrato como el que hace Fargo de la América profunda con todo su universo pero en España? ¿Cómo sería ese pueblo? ¿Y sus personajes? Esa fue la idea.

–Se trata de una historia concluyente. ¿Hay chances de continuación? 

–Ya la tenemos preparada. Así como la primera temporada es “un thriller ibérico”, la segunda sería un “western ibérico”. Se llamaría Bacalao. El vínculo sería con los dos sicarios: el gallego y el murciano. El resto de los personajes serían distintos porque quedan muy pocos de tantos que han matado. Todo acontece en la ruta del bacalao, en Almería, y jugaríamos un poco con el western. Puede que estos dos fueran figurantes en las películas que Sergio Leone filmaba en los ‘70.   

–¿Qué tipo de jamón ibérico sería Matadero?

–Muy malo porque son unos cerdos muy guarros. No serían de pata negra. Cuando buscamos locaciones donde rodar nos dijeron que si poníamos actores con cerdos de esa clase se los iban a comer. Así que los buscamos de otro tipo (risas). Nos buscamos unos cerditos bien blanquitos que van muy bien con el matadero de la serie que es más bien doméstico y algo cutre. 

–Matadero surge en medio del suceso de la exportación televisiva de su país, pero a la vez es completamente diferente en su estilo. No parece llevarse por la idea de lo que se suele asociar a ficción española... 

–Creo que la crítica y el público han sabido ver eso. Que es algo distinto. Igualmente hay gente que dice que es la mejor serie que ha visto y otros que dicen que es la peor. Pero principalmente destacan el humor negro, que no sea pretenciosa, por momentos temí que fuera demasiado española, ¿se iba a entender fuera de nuestro país? Pero la enseñamos en un festival en Francia y la gente se reía mucho. Ya hay una productora inglesa trabajando en una adaptación. Así que al final de cuentas es cierto, cuanto más particular más universal.