“Somos un club de mujeres de todas las edades, de todos los orígenes. Las más jóvenes acaban de graduarse de la universidad; las más grandes, como yo, ya estamos jubiladas; pero a todas nos une una misma pasión: las motos grandes, de gran cilindrada y potencia”, ofrece Dalila Mosbah, líder del Miss Moto Maroc: primer club ciento por ciento femenino de motoqueras marroquíes. Aún más: primero en el mundo árabe, según se encargan de resaltar sus integrantes, que se reúnen con incólume asiduidad para rolar sobre sus Harley-Davidson, sus Honda Shadow, sus Yamaha FZR por las calles de Casablanca. También por las calles de Marrakech, donde cada marzo –en consonancia con el mes en el que se celebra el Día Internacional de la Mujer– organizan el March Moto Madness, una carrera mixta de la que también participan varones, gustosos por hacen rugir los motores en apoyo a los derechos de la mujer.  “Muchos extranjeros creen que a las árabes no se nos permite hacer nada de nada, pero eso no es cierto. Nosotras representamos a las mujeres marroquíes modernas que no están presas en sus casas vistiendo djellabas y pañuelos, existiendo meramente para cocinarle a sus esposos e hijos”, afirma la fundadora Mosbah en una reciente nota a The Guardian, que rescata el veloz andar de estas avezadas damiselas que fundaron su grupo a fines de 2011. La motivación primera de Dalila era compartir su afición con otras muchachas locales, animarlas a calzarse cascos y montar; empero, cuenta que suma hoy una intención bonus track: derribar el estereotipo de mujer musulmana oprimida que les endilgan desde occidente. Ojo, todo hay que decirlo: “Una mujer andando en moto sigue siendo tabú en Marruecos”, conforme aclara la ingeniera civil Fatimzara Lahrir, integrante del club. La motoquera y farmacéutica Ilham Filali asiente: “Si mis clientes me vieran llegar en moto, sería malo, muy malo. Me perderían el respeto”. De allí que las muchachas hagan sus travesías por las rutas de Marruecos en compañía de algunos varones escoltas. Saben que no dejan de ser una rareza en un país donde, de por sí, ser dueño de una moto es un lujo. Como anota el rotativo inglés, “en un lugar como Marruecos donde 4 millones de personas viven bajo la línea de pobreza, la popularidad de las motos grandes está en ascenso: de 2010 a 2016, el número de personas registradas casi se ha duplicado. Así y todo, las dueñas de motocicletas representan menos del 1 por ciento de ese total”.