Por algún lugar rutero, equidistante entre Maldonado y Nueva Palmira, deben andar Yamandú Cardozo y los suyos. Es que, tras los 120 tablados que pisó durante carnaval, la murga Agarrate Catalina está en plena gira por el Uruguay profundo. Gira colorida, lúcida y bullanguera que arrancó en Salto, el 15 de marzo. “Con mucho orgullo podemos decir que la Catalina, en los últimos veinte años, ha sido la murga que más tocó en el interior del Uruguay. Y no solo en las capitales departamentales, algo que ya de por sí es muy dificil, sino también en pueblitos, poblados, cárceles, calles, y barriadas”, refrenda el hermano de Tabaré ante PáginaI12, desde alguna butaca de micro. “Hemos tocado en lugares de menos de mil personas a los que nunca había ido una murga montevideana, pese a ser un país en el que hacés 700 kilómetros y te caés fuera del mapa. También en otros lugares más grandes, por ejemplo Rivera, donde hacía treinta años que tampoco iba alguna”.

Viene al caso lo dicho porque el mismo plan tiene la Catalina para presentar su nuevo espectáculo, Defensores de causas perdidas, en la Argentina. La gira arrancará mañana en el Teatro Gran Rex (Corrientes 857), continuará el martes 9 en la Sociedad Italiana de Salliqueló y concluirá, tras doce paradas, el domingo 28 en el Radio City de Mar del Plata. “Llevamos hechos miles y miles de kilómetros en rutas y carreteras, porque a esta banda le encanta el movimiento. Ama los desembarcos, los descubrimientos, los reencuentros. Puntualmente, encaramos esta gira con una expectativa enorme, porque sabemos del cariño con que nos reciben allí, un país que también hemos recorrido de punta a punta, y no solo en las capitales provinciales. El carnaval está buenísimo, pero las giras de otoño o de invierno, cuando podemos salirnos un poco del molde del concurso (rebalsar los 45 minutos de duración del espectáculo) nos permite incluir otros recursos estéticos y artísticos”, señala el guionista y director responsable de la Catalina.  

Ambas giras, la uruguaya y la argentina, configuran el paso posterior a la participación de la agrupación que se alzó con el segundo puesto en el concurso de carnaval, en el que no participaba desde 2012. Al respecto se expide también Yamandú: “La vuelta después de tanto tiempo fue preciosa. El carnaval nuestro es una fiesta enorme de comunicación, de teatro popular y de puente social, que justo tiene un concurso en el medio. Algo que nunca fue lo principal para la Catalina: nunca fue el motor que nos movió a armar un espectáculo”, admite uno de los doce fundadores de la murga, que permanece tras dieciocho años de cuplés, colores, desparpajos y sarcasmos. “Ojo, sí disfrutamos de jugar, de entender el concurso como un juego, pero no como una pelea. Es un juego que sabemos jugar, pero hasta ahí, porque lo que más extrañamos en estos siete años de ausencia fue la otra fiesta: la de los barrios, la del contacto directo con una cantidad de gente que si no le vas al tablado de su barrio, no te ve. Por eso estuvo buenísimo estar de nuevo, cumplir con el rito, jugar al concurso y vivir el carnaval con el alma entera. Cuna, casa y tumba, decimos en las última palabras de nuestra despedida”, profundiza el pivot de esta murga que ganó cuatro concursos: 2005, 2006, 2008 y 2011, y esta vez le tocó salir segunda.  

–¿Conforme con el segundo puesto obtenido este año?

–Lo expreso en términos futboleros: soy muy malo jugando al fútbol, pero me gusta jugar. Después, si gano, está bueno como anécdota, y si no gano, se termina ahí, porque un partido o un concurso duran lo que duran. Obviamente que pienso y sigo pensando que la Catalina es la murga más linda de todas, pero siempre está bueno ver y disfrutar de los espectáculos que hacen otros compañeros y compañeras. De todas las murgas que vi, encontré cosas que me hicieron sentir orgulloso de ser murguista.

–¿Qué opina de La Trasnochada, la murga que ganó?

–Siento que no me corresponde opinar públicamente de los que ganaron o perdieron, ni en un diálogo ni durante el espectáculo, que es una corriente que se está usando mucho ahora. De hecho, muchas murgas criticaron a la Catalina en sus espectáculos, pero en esa fila nunca me van a ver, a menos que se trate de algo que me dé mucha alegría poder alabar.

–Sí se lo puede ver definiendo cómo es esto de los defensores de las causas perdidas.

–Esto sí, claro. Se trata de un grupo de hombres y mujeres que a contrapelo del mundo, a contraflecha de lo establecido, sale a emprender pleitos perdidos, batallas que ya nadie da. Como la lucha de clases, por ejemplo. Y a partir de ese contenedor, ubica cosas desde la ironía, desde causas que sí quisiéramos defender, desde la caricatura, desde poner frente al espejo del humor una cantidad de situaciones de la vida diaria de los bichos humanos que habitamos lado del mundo.