Los pasados días, cientos y cientos de personas se manifestaron frente al Museo Nacional de Polonia, en Varsovia, de especial modo: con bananas, muchísimas bananas, embuchándose algunas, montando otras cual efímeras esculturas, las cáscaras reutilizadas a modo de tocados o amontonadas en pilones aquí y allá. No faltó siquiera la nail artist que, aprovechando la multitudinaria protesta, plantó puestito para ofrecer obra temática: dibujar estilizados plátanos en las uñas, claro está. También hubo abundantes selfies con la increíblemente versátil fruta, inundando las redes polacas bajo etiquetas como #JeSuisBanan o #BananaGate. Y todo por una razón: ridiculizar una prohibición. La explícita censura del mentado museo, que retiró famosa pieza feminista de reputada artista feminista tras tildarla de “una obscenidad” que podía “traumatizar a jóvenes y niños” ¿La pieza en cuestión? Consumer Art, de Natalia LL, video de 1973 donde una mujer desnuda come una banana de manera sugestiva, obra sexualmente ambivalente que problematiza los roles de género y de poder. En su concepción, la fruta cargaba con doble sentido: objeto fálico, sí, pero además inalcanzable objeto de lujo y deseo bajo el régimen comunista soviético. Significado que le importó tres cominos al Ministerio de Cultura del gobierno polaco     –en manos, recordemos, del ultraconservador Ley y Justicia (PiS)–, que solicitó al director de la galería, Jerzy Miziołek, que la retirara inmediatamente… 

Orden que Miziołek acató, dicho está, despertando la indignación generalizada de personajes de la cultura y de parte de la ciudadanía. “Ciertos tópicos vinculados al género no deberían ser mostrados tan explícitamente”, fue la “explicación” estrechas de miras de don Jerzy, que también aplicó el sablazo a otras dos obras feministas: Appearance of Lou Salome (2005), de Katarzyna Kozyra, donde una mujer pasea a dos hombres con correa; y Part XL. Tele Game (2005), de Aleksandra Kubiak y Karolina Wiktor. 

“La censura en Polonia suele ser subrepticia, se esconde. Esta decisión, tan abierta, es shocking porque muestra la nueva dirección del gobierno actual, dispuesto a enfrentarnos abierta y directamente con su visión conservadora, patriarcal y violenta de la cultura polaca”, se lamenta Karol Radziszewski, fundador y curador del Queer Archives Institute, con base en Varsovia. Opinión compartida por tantísimos intelectuales y artistas que firmaron una carta abierta instando al Museo Nacional a dar marcha atrás con su decisión. Algo que acabó sucediendo por la presión de activistas a lo largo y ancho: el museo volvió a colgar las piezas, aunque por tiempo limitado… Planea reorganizar su colección esta semana, y se teme que las tres piezas de la controversia volarán en la reestructuración. ¿Otro capítulo del #BananaGate? De ser así, las selfies estarán, muy seguramente, al pie del cañón.