El área de Ciencias y Tecnologías Básicas del Instituto de Industria de la Universidad Nacional de General Sarmiento (UNGS) creó “Sonqo”, un dispositivo que imita el funcionamiento del ventrículo izquierdo del corazón, que es el que más interviene en el bombeo de sangre al sistema arterial.

“Sonqo”, que significa corazón en quechua, es rojo, elástico y del tamaño de un puño cerrado. El objetivo es que sea utilizado en prácticas de medicina nuclear para detectar determinadas patologías cardíacas. Al parecerse a un órgano real, se pueden obtener imágenes mucho más reales, que permiten mejorar la investigación.

“Los simuladores que hicimos son capaces de representar un corazón con perfusión normal o con defectos de perfusión, como los que aparecen cuando hay signos de isquemia o necrosis”, explicó el físico y director del proyecto, Eduardo Rodríguez, en diálogo con el Suplemento Universidad.

De la misma manera que ocurre con un paciente ante una tomografía, a “Sonqo” se le inyecta un radioactivo y se lo introduce en un tomógrafo SPECT, para analizar luego las imágenes obtenidas.

El simulador se creó para aprender y para formar alumnos de ingeniería electromecánica de la UNGS. “Pudimos proveer al sector médico con un simulador que no existía hasta ese momento en el país, y que quedó disponible para la investigación”, destacó Rodríguez, quien resaltó el trabajo conjunto que se llevó adelante junto al Instituto Roffo.

La fabricación se realizó con una combinación entre técnicas digitales y artesanales, entre las cuales aparece la impresión 3D. Los materiales elegidos fueron látex, silicona y ácido poliláctico (PLA), porque ninguno de ellos atenúa significativamente la radiación que tienen que captar los detectores del tomógrafo.

El desarrollo fue distinguido como “trabajo destacado del área de mecatrónica y automatización del VI Congreso Argentino de Ingeniería Mecánica”, realizado en Tucumán en octubre del año pasado. También recibió una mención especial en el XXI Congreso Argentino de Medicina Nuclear, celebrado en Buenos Aires dos meses más tarde.

 

“Pudimos proveer al sector médico con un simulador que no existía hasta ese momento en el país, y que quedó disponible para la investigación”.

Eduardo Rodríguez,

director del proyecto.