Desde Roma

Mientras el ministro del Interior, Matteo Salvini, en malla y con el pecho al aire, se hace fotografiar en una playa del norte de Italia con las chicas en bikini y todos los que quieren hacerse un selfie con él , los 121 inmigrantes salvados la semana pasada en el Mediterráneo por la nave española Open Arms (de una organización humanitaria catalana), siguen esperando que el ministro les dé el ok para desembarcar. Salvini ya ha dicho que no les permitirá bajar a tierras italianas, tal como viene haciendo desde hace meses con todas las naves de organizaciones de solidaridad que salvan migrantes en el mar. Y como hizo recientemente también con los 40 migrantes que salvó la nave alemana Alan Kurdi. Estos finalmente hoy pudieron desembarcar en la isla de Malta, después que el gobierno del primer ministro Joseph Muscat dio el visto bueno.

Sobre la nave alemana Salvini había comentado furioso: “Me han enviado un email que llega de la Comisión Europea en el cual hay una extorsión de parte del gobierno alemán que se había comprometido a tomar 30 inmigrantes – de un total de 115 - salvados por la nave Gregoretti de la Guardia Costera Italiana. Ahora dicen que los recibirán si nosotros hacemos desembarcar a los 40 de la Alan Kurdi”. “Si entran en aguas territoriales italianas secuestraremos la nave. Basta, me han hartado. Las naves serán secuestradas y subiremos a bordo”, concluyó Salvini. El ministro italiano pretende que los demás países europeos se hagan cargo de los migrantes y no Italia. Pero no fue necesario la intervención italiana en el caso de Alan Kurdi, como en cambio sucedió hace algunos días con la otra nave alemana, Sea Watch 3 y su valiente capitana Carola Rackete, porque Malta dio un paso adelante haciéndose cargo.

Queda pendiente todavía el caso de la Open Arms. Entre los 121 salvados por la nave española en dos rescates - el primero de 52 personas y el segundo de 69- había 16 mujeres y dos niños, dos de ellas embarazadas en el octavo y noveno mes. Todos provienen de Libia aunque sus países de origen son mayormente subsaharianos. La Open Arms está navegando todavía entre la isla italiana de Lampedusa y Malta. “Es urgente y prioritario tener un puerto seguro”, escribió en un tweet la organización catalana, subrayando que los migrantes a bordo “están destruídos” porque muchos de ellos pasaron varios meses en los centros de detención de Libia y sufrieron allí violencias de todo tipo, incluso violaciones. 

Algunos jóvenes nigerianos habrían contado que después de haber escapado de las violencias de Boko Haram (el grupo terrorista y extremista islámico que mata y secuestra sin límites) fue obligado a trabajar gratis en Libia. Varias fuentes periodísticas han dado a conocer la existencia de un verdadero mercado de esclavos en Libia, cosa que ahora se estima que se ha empeorado debido a la guerra interna existente entre los dos gobiernos, el de Trípoli -reconocido por al ONU- y el de Tobruk. Libia, principal centro de tráfico de inmigrantes hasta hace algunos meses, ahora se ha visto obligada a liberar a muchos de ellos mantenidos en centros de detención, a causa de los bombardeos. Y por eso están llegando aún más a Europa. Y si bien algunos se embarcan por decenas en barcos inflables provistos por los traficantes, otros usan barcazas pequeñas y llegan en número limitado a las costas italianas, donde pueden, ya que Italia es el país más cercano a Libia.

Pese al NO fuerte y contundente de Salvini, las dos mujeres embarazadas de Open Arms fueron desembarcadas por una nave de la Guardia Costera italiana. “Se trata de una mujer de 32 años de Costa de Marfil, que ya ha pasado el noveno mes de embarazo y tenía una hernia abdominal -explicó la jefa de la misión de la organización catalana, Anabel Montes Mier- . Luego de una ecografía hemos visto que el feto no estaba en una posición correcta. La otra mujer, de 22 años, de Nigeria, también tenía problemas con el feto y había pasado el octavo mes de embarazo”. Esta última mujer, que desembarcó con la hermana, contó que había sido violada, que sufrió torturas y vio como mataban a su marido.

“Continuamos haciendo lo que debemos hacer: seguir siendo humanos”, escribió Anabel Montes Mier de Open Arms en un tweet.

Pero las naves Open Arms y Alan Kurdi no son las únicas que andan navegando por el Mediterráneo con la intención de ayudar a los prófugos. La Mare Jonio, de la organización humanitaria italiana Mediterranea Saving Humans, fue liberada por orden de la justicia y pronto volverá a navegar. También la nave noruega Ocean Vikings de las organizaciones SOS Mediterránee y Médicos sin Fronteras se prepara para zarpar desde el puerto francés de Marsella. Sigue secuestrada en cambio la nave alemana Sea Watch 3 de la capitana Carola Rackete, que se espera pronto pueda volver a navegar ya que ella fue dejada en libertad pese a haber desafiado con su comportamiento a favor de los migrantes el NO de Salvini y ancló en el puerto de Lampedusa.