Los controles cambiarios permitieron en los últimos días una recuperación en el precio de los bonos. Desde el miércoles subieron cerca del 25 por ciento. Los títulos públicos recibieron un fuerte impacto luego de las elecciones. Pasaron de cotizar casi a la par a tener un precio de 35 dólares por cada plancha de 100. Ahora operan al 50 por ciento de paridad.

La interpretación simple de este rebote es que los inversores consideran que los controles a la compra de divisas permiten acaparar dólares para cumplir las deudas. Esta lectura no es equivocada pero tiene algunos límites evidentes si se la piensa en forma lineal. La cantidad de recursos para enfrentar los vencimientos por ahora sigue siendo un problema.

Las cuentas pueden hacerse en forma simple. Las reservas disponibles del Banco Central son menos de 20 mil millones de dólares. El resto de las divisas que se informan como reservas no están líquidas o a disposición de la entidad (son encajes de depósitos o el crédito tipo repo con China que cada vez menos consultores creen posible de usar).

Los desembolsos de capital e intereses suman 3500 millones de dólares para lo que resta de este año (considerando a todos los acreedores y no solo al sector privado). El número no contempla el pago de las Letes de corto plazo. Los vencimientos de este instrumento hasta fin de 2019 suman otros 2500 millones (la cifra era casi el triple antes que el Palacio de Hacienda avance en la reprogramación de los pagos hace dos semanas).

El punto es que este año deben desembolsarse deudas por 6000 millones de dólares. La cifra representa al menos uno de cada 4 dólares disponibles en el Central. Las reservas disponibles -a menos que ingrese un nuevo crédito del Fondo- quedarían por debajo de los 15 mil millones. La presión aparece entonces por los pagos de deuda para 2020.

El programa financiero para el año que viene indica que se necesitan unos 12 mil millones de dólares para cubrir capital e intereses de las deudas. Esta cifra tiene en cuenta que el programa de reperfilamiento se cumple y el único pago de capital para efectuar es con los organismos internacionales y el Club de Paris por unos 4000 mil millones. La deuda en Letes se debe sumar a estos números. Se trata de otros 5000 millones.

El desequilibrio es claro. El año que viene el Central -si no hay nuevo ingreso del FMI- contará con menos de 15 millones de dólares disponibles pero la economía deberá desembolsar alrededor de 17 mil millones en deudas. Los controles cambiarios pueden ser la salvación únicamente si permiten que las reservas suban en forma genuina. Para esto se requiere que la autoridad monetaria pueda comprar los dólares del superávit comercial.

Las regulaciones aplicadas esta semana por el momento no parecen ser los suficientemente potentes para incorporar en las reservas todo el superávit de 2020 (que con un alto grado de probabilidad será superior a los 10 mil millones de dólares). La explicación es que el margen de los individuos para comprar divisas sigue siendo elevado.

La economía tiene 1 millón de personas que compran un promedio de 1000 dólares por mes. Esta demanda de divisas representa más de 12 mil millones de dólares a lo largo del año. El Central puede comprar el saldo comercial pero si no lo destina a abastecer la demanda de los ahorristas las expectativas de devaluación continuarán en aumento.

Los controles cambiarios apuntan en una dirección correcta para organizar la entrada y salida de divisas del mercado interno. Pero por ahora no resuelven el problema de mediano plazo. El Central deberá dejar subir el dólar o reforzar los controles. Este es un punto intermedio sin que se hayan resuelto los desequilibrios financieros y cambiarios.