“Un lento aprendizaje es una buena forma de nombrar el arte milenario de escribir”, aseguró Casas en su conferencia inaugural del 11° Festival Internacional de Literatura en Buenos Aires (Filba) al recordar el título de un libro de Tomas Pynchon. El autor de Últimos poemas en Prozac –que al principio se cubrió el rostro con una máscara del escritor polaco Witold Gombrowicz- desestimó que se pueda enseñar a escribir, pero consideró que se puede “establecer ciertas condiciones para que las personas se emancipen, escriban o no”. Varios de los invitados internacionales lo escuchaban en el auditorio del Malba, la italiana Helena Janeczek y el argelino Jean-Nöel Pancrazi. Como si estuviera leyendo una crónica sobre su experiencia fallida con un puñado de adolescentes con los que compartió dos meses de taller, confesó que el principal problema tuvo que ver con que él imaginó que se encontraría con gente entusiasta con la idea de escribir y hablar de poesía. “La esperanza sólo sirve para que te quedes en el molde. Un pueblo con esperanza es un pueblo pasivo; un pueblo sin esperanza es un pueblo en estado de presente, un pueblo peligroso”, reflexionó el escritor.

“La idea de originalidad termina siendo una mochila muy pesada”, planteó el autor de la novela Titanes del coco. “Seas poeta, escritora o filósofo, en la sociedad argentina no ocupás ningún lugar y eso es una bendición porque te obliga a escribir con la boca cerrada –agregó-. La originalidad es un cheque que te da el capitalismo para que después quedes endeudado tratando de pagarlo”. El autor de Ocio y Ensayos bonsái, entre otros libros, destacó cierta zona de la poesía de Alberto Girri porque fue un poeta que trabajó mucho contra la idea del yo. “Los poemas de Girri utilizan la técnica del golpe retrospectivo: leés el poema, no le das bola y después mientras estás haciendo algo, el golpe de Girri llega y tu percepción queda modificada para siempre”, afirmó el escritor y advirtió que “acusar a cierta poesía de oscuridad es un slogan que habla más de la pereza del lector que del poeta en cuestión”.

“Todo poema es político, aunque trate de una manzana –subrayó Casas-. Juan Gelman escribió un largo poema sobre Ernesto Guevara ni bien se supo de su muerte en Bolivia. Es un poema que admiro profundamente, aún en sus derrapes emocionales”. El escritor reconoció que cuando se produjo “la tragedia” de Santiago Maldonado tuvo deseos de escribir un poema. “La emoción y el didactismo es uno de los problemas cuando se escriben poemas con temas políticos inmediatos. Por eso la derecha escribe mejor que la izquierda”. La excepción que encontró es un poema de Mariano Blatt que empieza así: “mataron a un pibe por la espalda en bariloche”. El escritor aseguró que el poema sobre la tragedia de Santiago Maldonado “tiene que escribirse antes de que el hecho suceda”. Para concluir recordó el impacto que tuvo la lectura de T.S.Eliot para la escritora inglesa Jeanette Winterson: “Una vida dura necesita un lenguaje duro, y eso es la poesía. Eso es lo que nos ofrece la literatura: un idioma suficientemente poderoso para contar cómo son las cosas. No es un lugar donde esconderse, es un lugar donde encontrar”.