No hay manera de evitar una emoción profunda. Porque se trata de Luis Alberto Spinetta, y porque el documental que National Geographic estrena este domingo a las 22 le hace plena justicia, y presenta gemas audiovisuales, y es un desfile de músicos, amigos y familiares que no necesitan sobreactuar nada para dar una idea de la talla del Flaco. La serie BIOS ya había dado grandes productos dedicados a Gustavo Cerati y Charly García. Lo de Luis Alberto es para ver, rever y atesorar.

Pero también hay que decirlo de manera más específica para los seguidores de Spinetta: no hay manera de no quebrarse. Al mismo tiempo que se recomienda no perderse el documental, debe advertirse que preparen los pañuelos. No hay corazón spinetteano que pueda resistir semejante carga.

El gran logro del documental producido por NatGeo y realizado por Underground es conseguir un difícil balance. Mucho tiene que ver la labor de Catarina Spinetta como productora artística, conductora y entrevistadora / entrevistada. Este BIOS consigue retratar a partes iguales al artista y al hombre: es a la vez un repaso historicista de una carrera larga y fértil, y un retrato ajustado de las pasiones y convicciones que animaban a ese músico y poeta irrepetible. Lo hace con material audiovisual que es oro puro, nunca visto, producto del archivo familiar puesto a disposición del relato.

Pero no se trata solo de las imágenes inéditas de Almendra, o de aquel show en Exactas, la grabación de La La La, aquel show en la 9 de julio con Fito y Cerati cantando “Seguir viviendo sin tu amor” o el backstage de las Bandas Eternas, entre muchos otros hallazgos. La familia abre su corazón con amor y honestidad, no elude temas espinosos como la separación de Luis y Patricia y no cae nunca en el rosa ni el amarillo: aun el conocedor siente que al fin tiene el retrato definitivo del Flaco, que allí hay tanta verdad como en sus canciones.

Y claro, están los músicos y sus testimonios. La calidez del encuentro entre Cata, Emilio del Guercio y Rodolfo García, cuando la conductora pone un audio con ensayos de Almendra y todos terminan cantando en el auto como si fueran a un picnic primaveral. Ricardo Mollo tomando la Pensa roja con cariño reverencial, pidiendo permiso a las alturas: “Luis tenía un tamaño artístico inconmensurable, pero su humanidad era más grande que eso”, dice el violero de Sumo y Divididos, y recuerda su primer cruce con Luis, desde el público, antes de puntear “Despiértate nena”. La imagen de David Lebon emocionado, con los ojos llenos de lágrimas al recordar el abrazo de Luis ante un accidente de su hija. Charly García memorando el célebre episodio de su casa en llamas mientras ellos tocaban “Rezo por vos” en Cable a tierra, y aquel proyecto conjunto que no pudo ser.

Y Fito, claro. El amor con el que Páez habla de Luis es contagioso, y la versión de “Los libros de la buena memoria” que el documental produce, montando imágenes de Fito en su casa y de Luis en vivo, hace que toda barrera se venga abajo. Cuando las imágenes de archivo muestran a Fito abrazándolo, acariciándole la cabeza, acomodándole los anteojos, lo que transmite el rosarino en sus palabras cobra una veracidad emocionante.

Todo eso se entremezcla con la presencia de la familia Spinetta, que va puntuando el relato de los músicos que compartieron el camino con lo que significó para ellos, la dimensión humana. La escena de Cata, Vera y Patricia junto al fuego es de una poesía que estremece. Valentino y Dante completan el retrato, y en la apelación del hermano mayor a la figura del guerrero del arte con su espada-guitarra, en el pasaje de “Este yeite me lo enseñó mi viejo”, hay un orgullo palpable. El final deja el avance de “Ya no mires atrás”, el tema inédito que se lanzará antes de fin de año, y un relato del maldito febrero de 2012 del que nada puede escribirse que le haga justicia: cada espectador deberá verlo... con los pañuelos a mano. Lo último que deja este documental imprescindible, claro, es a Luis dejando claro aquello que, en una carrera llena de matices, lo sintetizó todo: “El mensaje es cuidá al que tenés al lado, es tu amigo, puede ser tu hermano, tu novia, lo que sea, pero cuidá. Cuidá la vida”, dice, y una definición anterior de Vera cobra pleno sentido. Luis Alberto Spinetta, un maestro y a la vez un aprendiz. Habrá que seguir viviendo con su amor.