El primer debate presidencial aportó más al show televisivo y a las bromas en redes sociales que a un intercambio de ideas. Con tiempos y temáticas estipuladas, al mejor estilo de un programa de entretenimientos, el formato va en detrimento de la confrontación de propuestas, de la explicitación de modelos de país y de una genuina interpelación a la ciudadanía. La ley 27337 de Debate Presidencial Obligatorio dispone que se realicen durante la campaña electoral de la primera vuelta y en un eventual ballotage. Una práctica que se copia de una lógica estadounidense bajo la idea de un mayor apego a las dinámicas democráticas, pero que en lo fáctico deviene en un show mediático. En este sentido, la espectacularización postula actantes de ficción: un negador, un liberal, un exmilitar, un economista, un esperanzado y un utópico. Una forma de pura televisión que en tiempos de redes queda en evidencia como construcción que despierta más la satisfacción de la inmediatez twittera que una modificación en la intención del voto.

A las 21 horas del domingo 13 de octubre como estaba estipulado, Rodolfo Barili y María Laura Santillán dieron comienzo al evento y contaron las reglas del juego. El recambio mediado por aplausos quedó en manos de Guillermo Andino y Gisela Vallone.

Los temas tratados se dividieron en los ejes: relaciones internacionales; economía y finanzas; derechos humanos, diversidad y género y educación y salud. Con escaso debate y una excesiva exposición coacheada, los candidatos reprodujeron sus agendas y reeditaron sus spots. Las chicanas y frases límite tuvieron como protagonistas a Alberto Fernández y Mauricio Macri. El presidente criticó al "gobierno anterior" mencionando a la expresidenta y al kirchnerismo con el fin de estigmatizar al “pasado”. Ostentó su coacheo con pasajes dónde enojado habló de Kicillof y de "una narcocapacitación en la provincia". Mientras que el candidato por el Frente de Todos en cada intervención enumeró los fracasos de la gestión actual. "Para los usureros todo, para la salud de la gente nada", sentenció con contundencia. Sus intervenciones fueron precisas y buscaron contrastar con datos y solvencia los dichos de Macri. Aún así no se animó a destacar la ausencia concreta del Ministerio de Salud, extirpado en septiembre de 2018.

La nota de color, entre bizarra y alarmante, la dieron Espert y Gómez Centurión. El candidato del Frente Despertar con la propuesta del arancelamiento de las universidades públicas y la quita de las obras sociales a los sindicatos, blanco de la mayoría de sus críticas. Por su parte, Gómez Centurión afirmó su plataforma en la ofensiva contra la Ley IVE dando la sensación de que sólo pretende gobernar para quienes aún no nacieron. “Se quiere repartir Misoprostol como caramelos", lanzó dos veces. Por su parte, Del Caño se limitó a pedir un minuto de silencio por los muertos en Ecuador y reivindicar el Encuentro Nacional de Mujeres.

Además de los moderadores convertidos en centro de la escena y de programas especiales antes y después analizando los resultados en término de ganadores y perdedores, se suma la explosión en las redes sociales, dónde #DebateAr2019 logró más de 450 mil menciones y 200 mil visualizaciones en YouTube. La política, además de la forma más contundente de transformación social, en Argentina es también un acontecimiento mediático explicitado en una ley.

(*) Maestranda en Análisis Político (UNTREF), Licenciada en Comunicación Social (UNQ).

(**) Doctor en Comunicación (UNLP), Director de la Licenciatura en Comunicación Social (UNQ).