En el eje central de su discurso no hubo novedades. Como era de prever, Mauricio Macri volvió a depositar los errores y las carencias de la gestión de estos cuatro años en el gobierno anterior. “Los problemas que teníamos que resolver fueron más profundos de los que pensamos y resolverlos lleva tiempo”, indicó como único argumento para sostener por qué él debería ser reelecto. Convocada no tanto por su fanatismo por Macri como por su odio a Cristina Kirchner y todo lo que ella evoca, la multitud esperaba ataques decididos contra la fuerza que se impuso por más de quince puntos en la PASO. Por eso llamó la atención que en ningún momento mencionara a la ex presidenta, blanco constante de sus discursos. Incluso evitó hacerlo cuando, de la nada, el público comenzó a gritar, esta vez con verdadero entusiasmo, “Que vaya presa/ que vaya presa”.

“Vamos a dar vuelta la página de la frustración, vamos a dar vuelta esta elección y vamos a dar vuelta este país para siempre”, dijo Macri, en un tono exaltado que mantuvo casi en todo momento.

No dudó en calificar a la convocatoria como parte de “un día glorioso” de lo que será “un octubre histórico”, y también endulzó una y otra vez los oídos de sus adherentes. “Es impresionante verlos. Miren cuántos son, cada vez somos más. En ustedes veo de lo que estamos hecho los argentinos: de amor y fuerza”, dijo y no cesó: “¿Se dan cuenta de lo que son?”, “miren la energía que tienen”, “ustedes son la fuerza del país”, “miren cómo vibran”.

Con el mismo tono los convocó a “hablar y convencer” a su entorno para que el domingo voten por él y los instó “a fiscalizar” y a lograr que la del domingo “sea la elección de mayor asistencia desde 1983”.

En otro momento de su intervención, propuso un diálogo con la multitud y les hizo una serie de preguntas sin dejar claro si apelaba a defender el ideario de Cambiemos o a las propuestas de la oposición o de cualquiera que no se autodefina como un canalla: “¿Creemos que la honestidad es importante? ¿Creemos en la educación y el trabajo para progresar? ¿Creemos que integrados al mundo tenemos futuro mejor? ¿Creemos que el que gobierna tiene que estar al servicio de los ciudadanos?”, dijo entre otras cosas. Por supuesto, un poco sorprendida, la gente contestaba que sí.

Los únicos que compartieron escenario con él fueron su compañero de fórmula, Miguel Ángel Pichetto, y su esposa Juliana Awada. A su candidato a vicepresidente lo elogió por “ser una gran persona con convicciones” y “estar rejuvenecido” para la campaña. Si era cierto, de lejos no se notaba. A su esposa le dio un beso, con el que trató de evocar aquel que se hizo famoso en el cierre del debate de 2015. Awada saludó y la gente, siguiendo la repetida calificación de Macri, comenzó a corear: “Hechicera/ hechicera”.

Recién cuando la muchedumbre coreó “Ahora/ ahora/ Vidal gobernadora”, Macri expresó su apoyo por la mandataria bonaerense, quien estuvo incómdamente ubicada entre el público, tal como lo estuvieron varios funcionarios y gobernadores, como el jujeño Gerardo Morales.

Antes de irse, el presidente puntualizó que “la del domingo 27 es la elección real” y pidió cuidar cada voto de una manera un tanto sugestiva: “Manejen despacio que nos necesitamos a todos”. Y antes de que la música suba el volumen y él con Pichetto y Awada se sacaran una selfie final, recomendó: “Dejemos esta 9 de Julio impecable, sin un papelito”.