Es el cuerpo el que realmente insiste en que revisemos nuestra vida. Entonces, podría pensarse rápidamente y en sentido común, que son los fenómenos en nuestro cuerpo los que en un momento determinado nos exigen revisión acerca de cómo hemos estado viviendo, ya que este replanteo a fondo jamás podría propiciarlo ni una inquietud intelectual ni, menos aún, un ejercicio mental del tipo introspección. Así, esta peculiar indagación existencial suele despertarla (aunque no necesariamente) aquello que generalmente se denomina "problemas de salud".

Sin embargo, y sin negar lo anterior, las cosas suceden de otro modo.

Uno de los fenómenos en el cuerpo más llamativos y notables de nuestra época por su masividad es, sin lugar a dudas, la tendencia inercial a engordar. Al ser los porcentajes oficiales de sobrepeso y obesidad no sólo alarmantes sino crecientes esta expansión insospechada me confirma más aún, y justamente por su reverso, que hay algo de la absoluta singularidad de lo vivido por cada uno que no tuvo la oportunidad de revisarse a tiempo. Y desde ese tiempo, de vivir sin darse cuenta cómo se estaba viviendo o de las marcas que iban quedando, surge un empuje hacia una "decisión", aunque tardía, demorada o a destiempo porque nos desencaja o nos descentra.

Pienso entonces que se "decide" engordar para ver físicamente cómo se manifiesta una mudanza forzada en el modo de vivir que veníamos llevando. Se decide engordar para poder ver, cómo se manifiesta ese cambio que nos ha sucedido. Así, un giro en la vida sin que lo viéramos comienza a pedir evidencia de que ha ocurrido. ¿Dónde generar una evidencia inmediata sino en el cuerpo?

Como si las cosas hubieran acontecido de este modo: algo cambió en nuestra vida. Luego, un trastoque o modificación de un momento puntual sin que lo percibiéramos pide hacerse ver y se solicita el cuerpo para recibir tanto ese reclamo como esa prueba. Pareciera que el período en que el cuerpo pide evidencia física de que algo ha cambiado sobre la variable tiempo de nuestra vida, es el mismo período en el que el cuerpo engorda progresivamente y sin pausa, más allá de la voluntad de la persona; es decir, prescindiendo de ella.

Decidir engordar, entonces, para tener al menos la prueba física de un empuje, empujón o vuelco al que fuimos llevados en determinado momento de nuestra historia. Es como si uno decidiera engordar para ver en el cambio de la forma del cuerpo cómo se manifestó un sacudón en el tiempo. Porque al tiempo que nos pasa no lo vemos. Y menos a lo que pasó en ese tiempo.

Pero por supuesto se continúa sin verlo.

¿Incidirá el hecho de que nuestra cultura ha ido perdiendo ritos que sancionen el paso del tiempo de manera simbólica? ¿Habrá algún pasaje, a más degradación del poder simbólico de los ritos más solicitación somática? Si recordamos los tradicionales cumpleaños de 15 de las chicas en otras generaciones y la opción actual de un viaje a Miami o a Brasil, notamos que la fiesta de 15 de antes no hubiera podido realizarse a los 30 años o a los 50, no sólo por el ridículo sino porque hubiera sido una burla o profanación a un rito que daba pasaje a otra etapa de la vida, de niña a mujer, que sólo podía escenificarse en la edad donde se situaba ese cambio de época o paso de un ciclo vital a otro. Por el contrario, un viaje a Miami o a Brasil bien puede hacerse a cualquier edad, a los 15 años, a los 30 o a los 50. ¿Qué reflexiones surgen más allá de la reacción inmediata de alegrarnos o entristecernos por la caída de algunos ritos en nuestra sociedad, más allá de la nostalgia conservadora o de la manía progresista?

Si decidir engordar resultara realmente clave para buscar una manifestación de un paso temporal, entonces ver cómo se va engordando cada día, cada mes, cada año, habría pasado a convertirse en una prueba de nuestra condición de mortalidad. La obesidad ha venido entonces en esta época al lugar de la evidencia de lo mortal. Y así parecen confirmarlo hoy los médicos especialistas con sus alarmas acerca de cómo reduce la expectativa de vida y las enfermedades concomitantes que la acortan aún más. Por algo, una de las definiciones dentro de la medicina, que le he escuchado a sus especialistas es: "La obesidad es una reacción biológica al modo de vida". Agrego, a falta de una reacción en otro lugar.

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