Ese es uno de los lemas de esta nación, de este país: educación para enfrentar la ocupación. Educación para elegir mejor y ser elegidos, educación para resistir.

La educación en Palestina no es solo una herramienta para un futuro mejor. Es un derecho y un deber que se protege por encima de cualquier otro. Y es tan importante que hasta símbolo de status es, muy por encima del dinero, como lo sería en cualquier otro país. En Palestina un padre o madre se enorgullece más por la calificación final de sus hijos e hijas al terminar la escuela secundaria, que por el dinero que pueden obtener en su nuevo trabajo.

Otro claro ejemplo del rol de la educación son las comunidades beduinas, nómadas, que llevan a sus niñxs a la escuela de la villa más cercana al lugar donde se encuentran en cada momento, o “construyen” escuelas dentro de su comunidad, si es necesario -esto sucede en comunidades muy grandes que deciden instalarse en un lugar. Una familia puede tener que comer pan y tomates todos los días, pero el cuaderno para la escuela no va a faltar. Hay escuelas hasta en los pequeños pueblos escondidos en la montaña como Yanoun, en el que la clase puede contar con 6 niñxs, y seguirá funcionando.

Para mí el ejemplo más claro, con el que nos enfrentamos día a día, son los niños y niñas de la escuela de varones (pero mixta en la práctica) “As Sawiya- Al Lubban Boy School”, en As Sawiya (estado de Nablus), quienes día a día tienen que cruzar por un punto de control militar móvil que de manera ilegal se para en su camino cada mañana, acosando a los niños tanto en la ida como en el regreso del colegio. En el mejor de los casos, los estudiantes de As Sawiya y Al Lubban “solo” tienen que esquivar aproximadamente diez soldados con M16 y miradas intimidantes, cuando no palabras agresivas o humillantes. A un niño de este colegio (como de tantos otros en Palestina) el camino a la escuela puede tomarle quince minutos o tres horas, dependiendo del humor del soldado de turno. Y puede nunca llegar a clases, claro, si es hermano, hijo o primo de alguno de lxs tantxs palestinxs luchando por la resistencia. O simplemente de alguien que no le sienta bien al gobierno, al ejército o a algún colonx de la zona, ilegalmente instalado por allí.

También pueden privarle la escuela (y la libertad) si es uno de esxs tantxs niñxs que arrojan piedras como método de defensa frente a las M16 que el ejército o lxs colonxs (sí, lxs colonxs también usan M16) les pone en frente. Porque sí, arrojar piedras es un delito que puede dejar a un niñx en prisión por meses si es mayor de 14 años, o por unos cuantos días si es menor que eso (niñxs de 4 años también son arrestados en ocasiones para “interrogarlos”)[1] .

No olvidemos que un niñx palestinx (no así unx israelí) deja de ser Niñx para el gobierno israelí a los 14 años, edad suficiente para ser encarcelado y torturado, en numerosas ocasiones sin conocimiento real del motivo. La justificación que usa el Estado de Israel es la Prisión Administrativa, que dura tres meses, pero se puede renovar indefinidamente. Este es un método de arresto ilegal para el derecho internacional pero legalizado en Israel[2] .

Tan importante es la educación aquí que en octubre de 2018 el ejército israelí intentó cerrar el colegio Al Lubban y los docentes y padres se resistieron, aunque eso les costó que echaran gases lacrimógenos y bombas dentro de la escuela. Esto provocó que la escuela fuera cerrada por dos días (y solo dos gracias al gran esfuerzo de la comunidad que resistió), pero su puerta principal estuvo clausurada con alambres de púa y soldados por 2 meses. Y, aun así, entrando por las puertas laterales con la custodia protectiva de lxs héroes, lxs docentes, y lxs padres, lxs chicxs pudieron continuar.

Este año, el comienzo del nuevo año escolar no fue muy diferente a los otros: entre 10 y 12 soldados diarios rodeando el colegio, aterrorizando niñxs con su sola presencia, bajo el justificativo de ser una “presencia protectora” por si alguno de lxs niñxs decidiera arrojar una piedra. “Ellos están acostumbrados a las armas, juegan en la computadora”, fue lo que nos dijo un saldado cuando nos frenó para cuestionarnos. El mismo que el día anterior nos preguntó, con un tono intimidante y su M16 en la mano, si lo habíamos filmado. Los mismos soldados que nos sacan fotos a nosotrxs y nuestros pasaportes, por ser observadores internacionales, para prohibirnos la entrada al país en futuras ocasiones, o complicarnos la salida.

Es tan importante la educación, y tan peligrosa para el colonialismo israelí, que los intentos por coartarla son constantes -más aún si se presume que contemplan alguna forma de nacionalismo-.

Esto también es resistencia.

¿Por qué el mundo no la conoce? ¿Por qué solo se conocen los “actos de terrorismo” -como se define a la resistencia palestina, en un contexto tal de inequidad en el que un pueblo sin derecho a la posesión de armas se enfrenta a una de las mayores potencias militares del mundo, ejercitando activa e ilegalmente la ocupación en su territorio-, en los que algún ciudadanx israelí muere, y no la educación como herramienta de resistencia?

Probablemente porque no sería funcional al status quo que eso se sepa. Mostraría al mundo la cara pacífica de la resistencia y dejaría en evidencia la realidad.

 

[1] Más información en: Middle East Monitor, https://www.middleeastmonitor.com/20190730-jerusalem-israel-summons-4-year-old-palestinian-for-interrogation/amp/

 

[2] Más información es: Btselem, https://www.btselem.org/administrative_detention