"Se creó una ficción de horror que rebota en el humor y nace esta historia, que transcurre en un laberinto o living cerrado, asfixiante e irreal; habitado por seres trastornados, enfermizos y repetitivos que nunca podrán ser libres", dice Mariana Valci acerca de Pútrida (Féminas sin órganos vagando por el laberinto infecto del inglés), última obra que acaba de estrenar.

La autora que debutó en el 2014, con Call Center. Mujeres fuera de servicio", escribió en el 2015 Cambalache.Una comedia lunfarda, en conjunto con Cristian Medizza, produce este año dos nuevos trabajos: Pútrida, todos los sábados de marzo a las 22, y Cría Cuervos. Caigan en sus propios lazos, que se presentará en abril, siempre en el Teatro de La Manzana (San Juan 1950).

-Este estreno se inscribe dentro de una dramaturgia que abordó desde tus comienzos , una clara toma de posición con respecto al tema de la mujer, preguntó Rosario/12.

--En Pútrida aparece el tema de la violencia como motor de vida para algunos, y las mujeres que la aceptan como modo de amar, en una coyuntura donde la violencia de género es noticia, el cuerpo femenino se pone en discusión sobre lo que debe y no debe hacer, mostrar, soltar.

Desfila por la obra una serie de personajes reconocibles como el doctor Osvaldo Parker, clínico del Pami -"un señor inglés con todas las letras, un ángel", define la directora; la bella y no tan joven Celina, una rubia encantadora pero con una urgencia tremenda.

Valci cataloga de gallinero al espacio en el que estas criaturas están inmersas sin poder salir, ni resolver sus conflictos.

"Leticia y Olga ya no son amigas, no se quieren, pero están juntas: una encontró el amor; la otra, la certidumbre. Ninguna de las dos puede salir del gallinero, al igual que Humberto y Leila, que no son marido y mujer, no se quieren, pero también están juntos. Uno encontró el amor; el otro, la certidumbre".

El elenco compuesto por Gabriel Sánchez, Ana Danisa Bossicovich, Lily Rodríguez, Andrea Guastella, Marta Dómina, María Carolina Bedetti y Horacio Guaragna son el material con el que la autora‑directora retrabajó un texto que según sus propias palabras "no estaba del todo cerrado".

"Tras varios meses de escritura e investigaciones tanto desde la dirección como del elenco, el texto se probó en escena y atravesó a los actores, que lo hicieron carne, hasta llegar a la versión final", dijo Valci a este diario.

La obra, según sus responsables, aborda con humor un tema sumamente delicado, trabajando desde el estereotipo algunas marcas sociales que son guiños y que a pesar de ser una ficción, juega con los prejuicios del espectador y hasta del mismo elenco.

"Buscamos el estereotipo de la mina que rompe las pelotas, la chica que se quiere acostar en la primera cita, la que quiere hijos antes de que sea demasiado tarde, la que se busca uno con plata, la que dejaron por una más joven y no puede aceptarlo", enumera la autora.

La propuesta estética le da el marco justo a esta idea de Valci, donde el escenario aparece cruzado en el centro permitiendo a los espectadores rodear la escena, agobiando a los actores, sofocándolos y observando el detalle.

"Partimos de una estética lúgubre, mortuoria, para provocar sensaciones contradictorias, desde el vestuario, donde la vida y la muerte conviven en las telas y chocan con la carne de los personajes que parecieran estar inertes", entiende Valci que rescata el rol de los peinados diseñados por Héctor Gabriel, quien buscó plasmar el alma de los personajes.

"De esta manera, la disposición espacial, la escenografía minimalista, los vestuarios tétricos pero grandilocuentes y los peinados volumétricos y rebuscados, generan una estética visual deformada, como la mente de cada uno de estos personajes", finalizó la directora.